VII

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Los destinos están escritos, no son algo que podamos manejar a antojo e intentar burlar lo que debe pasar. Eso es algo que todos deberían tomar como verdad universal.

Si el destino nos había unido y nos había enamorado a ella y a mí, ¡¿quién mierda se creía que era para llevar la contraria?! Por cosas menos tercas han muerto millones de personas.

Querer ignorar o cambiar el curso natural de las cosas es injusto y es jugar con fuego y ella lo aprendió, quemándose por sus acciones.

La vida se compadece de aquellos que luchan por lo que quieren. Por eso el destino la puso en mi camino. Cuando la vida vio lo mucho que la quería, que la deseaba, cuando fue consciente de que estuve varios meses vigilándola en su casa, en la pastelería y en sus salidas domingueras, decidió finalmente presentármela cara a cara.

Cuando vi que ese amigo suyo que hasta ese momento no era una amenaza decidió pedirle una oportunidad de dar un paso más en su relación, me desmoroné. Mi destino era con ella y ¡él se había atrevido a interponerse! ¿Qué parte de "con el orden natural no se juega" la gente no entiende? Él había jugado con ese orden natural y por eso falleció.

Admito que pasado el tiempo, consideré que ese amigo suyo era solo una ficha en este ajedrez que el mismo tablero iba a derrumbar para que yo pudiera llegar a la reina que me aguardaba, era el plan predicho, como una profecía no escrita; la fortuna y coincidencia de la que gozamos los que no vamos en contra de la corriente natural de la existencia, me ayudó a sacarlo del juego y usé esa misma circunstancia para finalmente conocerla en persona en aquel cementerio.

No soy insensible y por eso las primeras dos semanas solo la observé sin ser visto llevarle flores y llorarlo, ansiando el momento en que ese ente dentro de mí me dijera que era hora de acercarme y empezar mi amor con ella.

Es imposible no creer en el destino cuando las cosas parecen encajar por obra divina; ella nunca me preguntó qué hacía yo en ese cementerio, nunca cuestionó ni por asomo el que yo viviera cerca de su trabajo, nunca consideró anormal el que yo supiera que sus flores preferidas eran los lirios porque la veía llevar varios cada semana para adornar las mesas de la pastelería antes de que me conociera. Ninguna duda le surgió porque la vida así lo quiso, porque ella pertenecía a mi lado.

Y todo iba de acuerdo al plan hasta que ella quiso alterarlo dejándome por otro hombre.

Ni siquiera tuve que pensar en mi siguiente jugada porque sencillamente ya estaba dibujada en el tablero de ajedrez: sacar a la reina del tablero y hacer jaque era lo único que podía pasar para poder iniciar una nueva partida.

No fue difícil hacerlo y una vez más, quedé listo para iniciar de nuevo sin problema alguno.

Su funeral fue sencillo y no tan concurrido; sus pocos amigos y ausencia de familiares hicieron la ceremonia tan privada como lo fue nuestra boda. Me vestí de negro y la lloré en silencio desde una de las esquinas de su tumba.

Sus amigas me miraron con recelo y el inquilino la lloró también. No crucé palabras con nadie y nadie lo hizo conmigo. Me investigaron, pero salí absuelto, a los ojos de la ley yo soy solamente un viudo con un tercer matrimonio que duró muy poco.

Con un lirio la conocí, con varios más la conquisté y ahora se los dejo en su tumba semanalmente sin falta y mantengo el césped alrededor de su lápida bien cuidado. Fue enterrada justo al lado de su amigo; poético a decir verdad.

Luego de dejarle lirios a ella y a su amigo (porque su partida fue pieza clave en esta serie de acontecimientos que me la trajeron a ella y le debo un poco de agradecimiento), camino varios metros en el cementerio hasta llegar a otra tumba de un amor anterior de cabellos negros y ojos esmeraldas, a la que le dejo girasoles igual que le daba cuando estaba conmigo; y luego a la otra, a la primera de este ciclo en el que la vida me ha metido a la fuerza, a ella, mi primer amor, de cabellos castaños y ojos verdes, le dejo azucenas, flores con las que me gané su corazón varios años atrás.

El ciclo se seguirá repitiendo hasta que las personas entiendan que con el destino no se juega.

Mis padres no lo entienden y cuando pasó la primera vez con mi primer amor, se alejaron totalmente llamándome psicópata pero nunca me delataron por el amor que aún me tenían; mi hermana se quedó conmigo a pesar de que me observa con tristeza cada que recuerda mis tres matrimonios iniciados en iglesias y terminados en el cementerio. Ella lo sabe todo y no me ha dejado, ella sí entiende el ciclo de la vida, del tiempo y de lo que está preescrito para nosotros. Eso sí, prefiere no saber; no me pregunta y no le cuento, pero en su recuerdo sí tiene a mis dos amores anteriores, y ahora a ella, a mi hermosa pelirroja.

Creo con firmeza que solo se necesita que el amor funcione una vez en la vida, así muchos fracasen previamente y por eso sé que mi hermana se alegrará de saber que he conocido a otra mujer y que siento que con ella sí saldrán bien las cosas. De cabellos rubios y ojos verdosos, la vi por primera vez en un parque, de eso hace dos meses pero aún no es momento de verla cara a cara, por ahora disfruto verla sonreírle a los clientes del banco donde trabaja y asistir al mismo gimnasio que ella y mirarla sin que me note; los domingos sin falta va a la iglesia y me siento varias bancas detrás a deleitarme con su imagen de espaldas a mí, me encanta que vaya a la iglesia, eso dice que conoce la importancia y la pureza del matrimonio a los ojos de Dios.

Me pregunto qué flores le gustarán.

Me pregunto qué flores le gustarán

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Delirio de amor  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora