11.

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Adele.

Haciendo sonar mis tacones, entre por la puerta principal de aquel gimnasio, que para mi fortuna estaba solo. Unicamente con él entrenando en su costal de box.

Me acerqué aun más hacia su lugar y lo vi de cerca.

—Quiero hablar contigo—dije seria.

—Estoy ocupado con actividad física—respondió agitado.—...creo que esa materia te es familiar, ¿no?

—Christian.—levanté aún más la voz.

Quitó sus guantes y se acercó a mi.

—De acuerdo...

—¿que te pasa a ti?, ¿que pretendes con las flores?—dije molesta.

—Solo son una ofrenda de paz.

—¿sabes qué parece que un estudiante me mande flores?

—Oye, pero por eso no firmé la tarjeta.—se excusó.

—Y hackeaste mi e-mail.

—Dijiste que podía estar en tu clase, Adele.—diji excusándose.

—¡Intentas poner a Angelo en contra su padre!—alcé aún más la voz.

—Adele no puedes culparme por los problemas que tu traidor ex marido se ha buscado solo.—me sujetó por mis brazos.

—¡basta!—dije alejandolo, poniendo mi mano en su pecho.

Me lanzó una mirada asesina. Con su respiración pesada.

—Y por cierto...denada. Hoy salve a tu hijo.—dijo mirándome a los ojos.

Relaje un poco mi rostro al saber esa noticia.

—Gracias.—suavice mi tono de habla.

El sólo me miraba serio.

—Ya, Christian. Tienes razón, en verdad te lo agradezco.—dije cuidando un poco mis palabras.

—¿todo en orden, señorita Adkins?

Voltee hacia la puerta y era el encargado de intendencia.

—Oh, si, Mike. Todo en orden. Gracias.—dije sonriendo.

Al ver que se alejó, voltee de nuevo con el.

—Escucha, Christian...quiero que comencemos de nuevo, ¿si podemos hacer eso?—dije mirándolo a los ojos—...por favor.

—Claro que si. Yo puedo si tu puedes.—dijo por fin mostrando una sonrisa.

—¿es un trato?

—Puedes confiar en mi, Adele.—dijo juntando sus manos.

—Esta bien.

Cerró su puño y lo choco con el mío. Ambos sonriendo.

Un poco más tranquila, me salí de ese lugar.

...

Angelo se dirigía muy a prisa hacia la ferretería. Indeciso por entrar, a paso veloz entró buscando con la mirada dirigiéndose a los pasillos.

—Allie, hola...—agregó, entre agitado y nervioso.

—Hola, Kevin, ¿que necesitas? —contestó ella sonriente. Bajándose de aquella escalera frente a un mostrador de metal.

—Este..., necesito tres bulbos, cuatro tornillos de gruesor mediano, una pieza como esta y...necesito que vayas al cine conmigo.—todo lo dijo hablando lo más rápido posible, terminando con una sonrisa nerviosa. Justo como la de su madre. 

—Ange..., este, lo que pasa es que no puedo. Estoy ocupanda trabajando y... la escuela ya empezó.—contestó ella un tanto incomoda. Viendo a espaldas de Angelo a Christian con una sonrisa torcida.

El rubio sacó el aire que tenía retenido en un suspiro un tanto agobiado. No podría salir con la chica de sus sueños.

—Claro...entiendo.

Christian, sin ser visto por Angelo, le alzó las cejas a la chica.

El, dispuesto a irse, bajo la mirada y se dio la vuelta.

—Oye, oye, oye...pero, no tengo con quien ir al baile de graduación. Podríamos ir juntos—dijo ella nerviosa.

Angelo emocionado volteó hacia donde ella y esbozó una sonrisa. Tardando para asimilar y saber que contestarle.

—Eh..., yo tampoco. Eso sería increíble...genial diría yo.—dijo emocionado

—Creo que sí—agregó ella fingiendo una sonrisa.

—Bueno...nos vemos luego.—dijo saliendo de prisa. Sin percatarse de la presencia de Christian.

...

Adele

Por la noche, después de una tarde con Simón, nos dirigimos hacia mi casa en su coche.
La charla había sido amena y las risas no paraban. Como los viejos tiempos.

—Fue buena la película, tienes que admitirlo.—dije abriendo la puerta con una sonrisa, con el tras de mi.

—Bueno, bueno...digamos que solo un poco. Tampoco merece un Oscar.—dijo entrando, quitándose la chamarra.

—Ay...tonterías.—dije volteando hacía el con una sonrisa.

Note que se me quedó viendo.

—¿que pasa?—dije confundida.

Sin dejar de mirarme a los ojos, cerró la puerta con una mano y con la otra me juntó a su cuerpo, sosteniendo mi cintura.
De inmediato posó sus labios en los míos. Sin darme tiempo de desprenderme, junto sus dos manos en mi rubio cabello, atrayendome más a su cuerpo ya pegado en la puerta.

—Adele...—susurró jadeante.

Cerre mis ojos al instante, pero no perdió el tiempo. Se dirigió a mi cuello, dejando besos y sintiendo su cálido aliento en mi.

—Ah...—un leve gemido se escapó de mis labios.

Acción que aprovechó para que sus manos descendieran a mi trasero, tratando de levantarme.

Me sentí un poco incomoda y comencé a removerme entre sus brazos, apretando mis labios.

—No estoy lista—dije separandome al fin de el. Viéndolo a los ojos.

Agitado y con sus pupilas un tanto dilatadas, contestó.

—¿Hay alguien más?...

...
V.✨

[Obsesión] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora