Cuatro

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Ciudad de Seúl, 25 de mayo del dos mil doce

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Ciudad de Seúl, 25 de mayo del dos mil doce.

--Taemin cariño ¿estas bien? - escucho la voz de su mamá hablarle fuera del cuarto de baño.

Era la quinta mañana seguida del mes que despertaba con unas fuertes nauseas que lo hacían doblarse a la mitad prácticamente del sufrimiento.

No estaba seguro a que se debía, primero pensó que se trataba de indigestión y empezó una dieta blanda, porque no tenia ganas de ir a un hospital, odiaba los hospitales. Los detestaba desde que sabia que si bajabas lo suficiente de nivel podrías acceder a la morgue.

No quería recordar.

No ahora.

Arcadas nuevamente lo sacudieron haciendo que botara lo poco que su estomago había recogido el dia de ayer. Ya llevaba sin comer una semana prácticamente, desde el mes anterior en realidad su apetito había bajado considerablemente. Su anterior aspecto ya no estaba allí.

Ya no era brillante Lee Taemin.

Ahora era solo Taemin, vacío, frío y seco, Taemin.

Ojeras oscuras cubrían la parte baja de sus ojos, sus hinchadas mejillas ya no estaban. Su una vez hermoso y rubio cabello había dejado de serlo y se había convertido mas bien en una maraña con mechones oscuros que habían ya crecido. Había bajado unos buenos ocho kilos en un corto periodo.

Ya nada le importaba.

Enjuago su boca luego de jalar la cadena procurando no ver su rostro. No quería sentirse peor. Respiro hondo y salio listo para enfrentar a su madre.

--Taemin- grito su progenitora, tocando su rostro mientras descalzo trataba de esquivarla.--Hijo, vamos al hospital. No puedes seguir así. - decía preocupada.

--Estoy bien mamá- susurre- Ya se me pasara.

--No lo creo, vas demasiados días así. Quizás agarraste algo, has descuidado demasiado tu salud.- rezongo- Sabes que Minho no querría que estés así- me grito golpeándome el brazo, me detuve en seco.

Suspire.

Mí mirada vago hasta que me encontré mirando fijamente la ultima foto que me había tomado con el, MinSeok me la había mandado un dia antes de que partiera de viaje a Tokyo donde estudiaría por un tiempo.

Eramos nosotros el dia que me propuso matrimonio, estábamos frente a frente mientras el me miraba sonriendo, mi rostro estaba de perfil mientras tomaba un sorbo de jugo y casi no se notaba, pero... su mirada.

Su mirada.

Era como si Minho hubiera estado mirando lo mejor que le había pasado en el mundo.

Y ese había sido yo.

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