Por recordar.

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**FLASHBACK**

Me senté en la cama tras quitarme los tacones. Tenía una mezcla un tanto rara, pero lo que más ganaba en mí, probablemente, era la cantidad de alcohol que tenía ingerida. Dejé de contar después de los tres chupitos de tequila, el problema es que antes de eso me había bebido dos cubatas. Una verdadera locura.

Me quité la americana del traje y me recogí el pelo cerrando los ojos, intentando que la habitación me dejara de dar vueltas. Y fue al abrirlos cuando me di cuenta que aquello se había hecho realidad. A partir de ese día, yo era la mujer de Jessica Jenkins.

Tras una boda en los juzgados dónde tantas horas habíamos pasado por trabajo, un banquete envidiable a la altura de la mismísima reina de Inglaterra y una fiesta muy de pueblo veraneante; Jessica y yo estábamos casadas.

La vi salir del baño, con la camisa completamente desabrochada y con el pelo recogido de la misma manera que yo. Además que su cara me hacía ver que su porcentaje de alcohol en vena era prácticamente el mismo que el mío.

- ¿Estás bien?

- Creo que he bebido demasiado...

Escuché su risa, pero no la vi porque me tapé la cara con las manos. Esa sensación de que mi cabeza fuera a otra velocidad que mi cuerpo, era horrible.

- Abre los ojos.

Me la encontré justo delante de mí, de la misma manera que había salido del baño; la única diferencia es que en sus manos tenía dos copas de champán. Me ofreció una justo cuando se arrodillaba entre mis dos piernas.

- ¿Me quieres emborrachar?

- Ya estás borracha – sonrió mirándome – Quiero brindar otra vez, pero ahora, nosotras dos solas.

- Muy bien – asentí elevando la copa - ¿Y por qué quiere brindar mi preciosa mujer?

- Por recordar – dijo completamente seria – Porque sé que habrá días en las que quizás nos arrepintamos de esto, donde quizás decimos basta y pensemos en no volver a vernos nunca. Porque el matrimonio no es fácil, y mucho menos sabiendo cómo somos. Pero, precisamente por eso quiero brindar; para que, por muchos días malos que tengamos, no olvidemos nunca, ni tú ni yo, que hubo días dónde nos quisimos, dónde nos amamos y dónde nuestro mundo era la otra – sonreí – Por siempre recordar.

Me dejé prácticamente caer sobre ella, aunque agradecí que supo atraparme. Nos besamos como pudimos, lo cierto es que no podía ni coordinar un solo movimiento de manera correcta. Ella intentó separarse, pero la agarré de la camisa; provocando que ambas cayéramos en la cama.

- ¿Sabes lo que estás haciendo? – preguntó con una hermosa sonrisa.

- Pues claro, desnudarte – ella comenzó a reírse - ¿Qué?

- Vas muy borracha.

- Sí, no sé de qué te sorprendes.

- Para, para – dijo sujetándome las manos cuando intenté deshacerme de su camisa – Estás muy mal como para hacerlo.

- Quiero hacerlo.

- Ya lo haremos mañana – me dio un beso en la mejilla – No te acuerdas ni de tu nombre.

- Samanta – me miró – Quiero hacerlo, es un nuestra noche de bodas.

- Como si fuera una novedad en nuestro caso – sonrió separándose de mí – Deberías darte una ducha.

Miradas de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora