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Marzo, 2016

Yoongi había dormido aquella noche en el hospital. Namjoon y él habían aclarado un horario, un día él y otro día el otro. Así ninguna de las dos madres se quedaba sola.

Lo que Namjoon no sabía era que la madre de Yoongi casa día estaba más y más débil. Hasta que perdió la lucha.

Yoongi había despertado a mitad de la noche por un ensordecedor ruido. Una de las dos cajas de pulsaciones se había parado y ahora solo se escuchaba un fuerte pitido mientras una línea recta quedaba en la pantalla. Su madre.

El pálido se despertó de inmediato y comenzó a pulsar el botón de emergencia una y otra vez. Los médicos lo sacaron de la habitación e hicieron lo imposible. Pero su madre ya había pasado a nueva vida.

Yoongi abandonó el hospital entre lágrimas saladas. Llegó a su vacía casa y abrió una botella de alcohol. Sabía lo que significaba esto. Papeleo, herencia, abogados, funeraria, tumba, cementerio, dinero, soledad, tristeza y vacío. No iba a soportarlo.

Dejó un mensaje en el buzón del abogado de la familia y el joven de 22 años abandonó la casa dirección a un bar. Necesitaba alcohol y en su casa no había suficiente.

Pasando las horas se encontró cada vez más y más borracho, las lágrimas no habían cesado y nadie se detenía a ayudarlo. Hasta que llegó él.

Era un chico de cabello rojo, delgado y vestía una sudadera roja de Supreme y un pantalón negro ajustado.

-¿Estás bien amigo?

Yoongi negó con la cabeza, el alcohol había abandonado su cuerpo horas atrás y ahora sólo quedaba un niño abandonado. El muchacho recién llegado lo ayudó a levantarse y caminaron hasta llegar a un parque cercano, aún era de noche pero no tardaría en amanecer.

Yoongi le contó sus penas al desconocido y este pareció comprenderlo perfectamente diciéndole que hacía poco había perdido también a sus padres en un accidente.

-Soy Hoseok.

-Yoongi.

Y después de eso ambos se rieron. Se habían contado su vida el uno al otro y se sentían relajados, descargados, como si esa conversación hubiera cerrado heridas y abierto una amistad.

-Tengo algo que podría... Ayudarte.

El menor de cabellos rojos sacó una pequeña bolsa transparente de su pantalón, dentro de ella había un polvo blanco y Yoongi aunque nunca lo hubiera visto sabía lo que era.

Hoseok lo volvió a guardar y se levantó del banco.

-Sígueme, aquí no es el mejor lugar.

Ambos caminaron un par de calles hasta llegar a un portal que los condujo a la casa de Hoseok, allí el polvo cayó sobre la mesa y ambos jóvenes inhalaron hasta la pérdida de cordura.

Una bonita forma de entrar en las drogas. 

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