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Julio, 2016

Dinero. Dinero. Dinero.

Maldita vida basada en estúpidos papeles de colores. Namjoon contaba su sueldo desesperado. Apenas tenía 1169146,43 wons (900 euros), a lo que tenía que descontar la cama de hospital de su madre unos 779430,95 wons (600 euros) lo que lo dejaba con 389715,48 wons (300) para pagar la casa y las comidas, además de poner gasolina en su coche.

En realidad tenía suerte, ya que su jefe le cobra a un poco más que al resto de sus compañeros y además solía hacer horas extras. Su jefe realmente era un cielo.

Soltó un suspiro crudo cuando repartió el dinero para cada cosa. Dejó lo poco que podría ahorrar en un pequeño libro en medio de la estantería. Aquel libro era su favorito, 1984 de George Orwell.

Camino despacio hasta la cocina donde se preparó una taza de té verde.

-Tal vez debería buscar otro trabajo...

El sonido insistente del timbre lo sacó de su ensoñamiento, se acercó a la puerta del departamento y vio tras la mirilla a su compañero y amigo Yoongi.

Después de abrirle la puerta el pálido se adentro en la casa como si fuera la suya propia y se tumbó en el sofá negro. Namjoon se acercó a él descubriendo sus ojos rojos y apagados.

-¿Qué ha pasado?

Yoongi gruñó en bajo para luego mirar a su amigo. Se sentó con lentitud sobre la superficie mullida y miró a su amigo.

-He estado limpiando el armario de mi madre, ya sabes su ropa y papeles y mierdas.

Con eso Namjoon ya supo que Yoongi había estado llorando. No era secreto la depresión del mayor, se notaba en su forma de actuar, en sus inexistentes ganas de salir, en su escasa comida ingerida, con tan sólo ver sus ojeras.

Soltó un suspiró y caminó hacia su cocina para poder servirle algo al mayor, encontró un par de cervezas al fondo de su vacía nevera, las cogió y también una bolsa de patatas.

-No tengo mucho más.

-No te preocupes -Yoongi rebuscó en su chaqueta sacando una pequeña bolsa transparente con un polvo blanco en su interior. Namjoon observó como el mayor cogía uno de los papeles de colores, que eran su sueldo, para hacer un pequeño cilindro- Tienes alguna tarjeta por ahí.

Namjoon asintió de inmediato y se levantó para buscar en el cajón de la cocina la tarjeta de descuento de un supermercado cercano a su apartamento. Cuando volvió al salón encontró a Yoongi de rodillas al lado de la mesa ratonera de cristal con el polvo esparcido en ella. El menor le entregó la tarjeta y se situó al lado del mayor observando como Yoongi hacia líneas que formaban caminos con aquel polvo. Después se inclinó y con el cilindrillo en su nariz e inhaló el polvo. Yoongi se subió en el sofá y se apoyó contra los cojines, absorbía por su nariz y la limpiaba con la manga de su chaqueta. Sus ojos estaban cerrados.

-¿Quieres?

Namjoon miró el papel que le ofrecÍa el mayor. ¿Estaría bien aquello? Antes de que pudiera negarse o pensar Yoongi habló.

-Un poco de desconexión no hace daño a nadie.

Aquello no convenció al menor pues sabía cuán adictiva podía ser la droga. Al final era un agujero al cual entras pero nunca logras salir, un bucle infinito. Lleno de subidas, en las que eres la persona más enérgica y feliz, pero a la vuelta de la esquina volvías a caer al vacío, a esa sensación de nada. Y volvías a consumir para sentir algo.

Así había acabado Yoongi. La depresión había dejado tal vacío en su interior, era la peor sensación del mundo. Un no sentir. Nada te motiva, nada te levanta, nada te hace querer salir de la cama ni mostrarte ante el mundo. Pero la droga te hacía sentir, aunque fuera una ilusión, algo falso creado por tu mente, una falsa felicidad efímera.

No sabía en qué momento había sucedido pero el polvo había atravesado sus fosas nasales provocando un poco de escozor. Tomó la misma posición que su mayor en el sofá. Fue cuestión de segundos cuando una extraña emoción se instaló en su cuerpo, miró a Yoongi el cual estaba tomando su segunda raya.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2019 ⏰

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