TE CUIDARÉ

212 13 0
                                    





Yulia volvió a abrir los ojos y le pregunto: ¿Qué pasa? ¿Por qué estás
aquí?, vine a buscarte, estás mal Yulia, no te vuelvas a dormir,
enseguida vengo, dijo mientras arropaba bien a la pequeña y se
levantaba, no es nada, replicó Yulia pero Lena ya había salido de la
habitación.



Lena bajó veloz los peldaños, tomó su auto e hizo rechinar los
neumáticos mientras dejaba el lugar, se dirigió al centro del pueblo
que aún quedaba como a ocho kilómetros, buscó a algún médico; un rótulo
le hizo girar bruscamente el auto, Busco al doctor señorita, -dijo
agitada- siéntese, dijo la enfermera quien conservaba todavía restos de
acné adolescente. Es una emergencia –gritó- llame al doctor. Al
escuchar el pequeño escándalo el médico abandonó su oficina y se
encontró con Lena, ¿Qué sucede señorita? –preguntó- Venga conmigo, mi
amiga tiene una fiebre altísima, necesito que me acompañe –dijo en tono
suplicante la pelirroja- deme dos minutos –contestó el médico-
enseguida estoy con usted.



El médico no pudo quedar menos impresionado al observar el físico
de aquella chica y el auto en el que se conducía, él la siguió en su
viejo Yugo. Al llegar Lena bajó del auto tan rápido como pudo y condujo
al médico hasta la habitación en que se encontraba Yulia. El médico
reconoció a la chica ojiazul, él sabía de quien se trataba, ya había
tenido noticias de ella, pero vaya conquista que había hecho esta vez,
una chica linda de Mercedes Benz y todo... bueno, pensó, seguramente
esta pelirroja está loca, es la única manera en que podía ser, según su
concepción de vida, ninguna chica en su sano juicio saldría con otra
chica. Doctor por favor, dijo Lena ante la inactividad del médico-
ya... ya vamos a ver que le pasa. Luego de tomar la temperatura, vaya,
esta chica sí que tiene fiebre, dijo mientras observaba el cuarenta y
dos en el termómetro, escuchó su corazón, le tomó el pulso y concluyó,
tiene un resfrío severo y cuídese o usted también lo tendrá si no
enciende esa chimenea esta noche, dijo el médico con una estúpida
sonrisa en el rostro que no le agradó para nada a Lena, ¿Qué debo hace
para que se mejore? Preguntó Lena olvidando lo de la estúpida sonrisa,
pues haga que beba cosas calientes, que no vuelva a enfriarse
demasiado, calor, estas pastillas y calor son todo lo que necesita...
Lena –interrumpió Yulia, quien no había sido consciente de todo lo que
acababa de pasar- estoy bien, no te preocupes, sólo tengo un poco de
fiebre. No hables, dijo Lena mientras acariciaba sus cabellos,
descansa, yo te cuidaré. El médico había observado toda la escena, vaya
que tienen suerte las lesbianas, pensó otra vez, la pelirroja es sin
duda hermosa. Lena se sentía incómoda con el médico y ya que había
cumplido su cometido era hora de deshacerse de él. Sus honorarios
doctor? –preguntó la pelirroja- ah, si claro, dijo él nombrando la
cantidad, Lena pagó con el dinero que llevaba, aunque Yulia había
insistido en que registrara los bolsillos de sus pantalones y lo pagara
de allí.



En cuanto Lena abandonó al médico en la puerta de la cabaña regresó
al lado de Yulia. Bueno,-le dijo- ahora me toca a mí hacer algo por ti,
te tomarás estas pastillas – dándoselas en la boca mientras le acercaba
el vaso con agua- Gracias, no se cómo agradecerte lo que hacer por mí.
Nada, estamos a mano, disculpa por lo de ayer, mis padres no son malos,
sólo que se han acostumbrado a ser de esa manera. Lena sintió un vacío
en el estómago, ya eran las dos de la tarde y aún no comía, ¿Quieres
comer algo? Le preguntó a la chica de cabello corto. No tengo mucha
hambre y tengo un poco de frío, iré a cocinar alguna sopa –respondió
Lena- no es que sea buena cocinera pero una sopa podré hacer, dijo
mientras le sonreía a Yulia, ésta sonrió también y le contestó: pues
sólo que hagas sopa de pan o jamón pues es todo lo que traje, yo
tampoco soy buena cocinando así que sólo traje algo para un bocado,
cuando vengo sola acostumbro comer en algún pequeño restaurante del
pueblo. Entonces ya vuelvo, dijo mientras tomaba las llaves del auto
que había colocado momentáneamente en la mesa de noche. No, no te
vayas, suplicó Yulia – enseguida vuelvo, contestó, iré por algo para
cocinar y un poco de leña, este lugar está muy frío... bajó las gradas
nuevamente, condujo su auto por el mismo camino que le había visto
salir corriendo hacía un rato aunque ahora un poco más calmada. Compró
algunos víveres en el mercadito del pueblo, pasó a una de las tiendas
del camino y llevó un poco de leña, no mucha, pues con el pago del
médico y la comida ya no le quedaba más dinero en los bolsillos, cocinó
una sopa de pollo, quizá no era la mejor pero hacía lo que podía,
encendió la chimenea y llevó un plato con sopa a Yulia, quien lo bebió
mintiendo un poquito acerca de lo delicioso que estaba; Lena sabía que
mentía y sonreía al pensar que esa chica que estaba con fiebre quería
quedar bien con ella.



Al filo de las seis de la tarde empezó a nevar, grandes copos de
nieve llenaron pronto el marco de la ventana de la habitación, Yulia
había vuelto a dormir, aún tenía fiebre pero estaba cediendo, Lena por
su lado observaba a la pequeña, se miraba tan indefensa, parecía un
pequeño cachorrito enfermo, Lena sentía un dolor extraño dentro de ella
al ver a Yulia así, estando así, vigilando su sueño, pensó en llamar y
casa y lo hizo, con el teléfono celular en su oído empezó a caminar por
la habitación hasta acercarse a la ventana...



Aló, papá –dijo Lena- estoy en casa de Yulia –contestando a la
pregunta que hizo su padre- ella está muy enferma y me quedaré
haciéndole compañía esta noche... el padre de Lena parecía contrariado
al otro lado del teléfono, pero conocía a su hija y él no podía negarle
nada, luego de varias recomendaciones y decirle que si necesitaba algo
llamara colgó luego de desearle buenas noches.



Yulia despertó mientras Lena aún estaba en el teléfono, Dios, era
tan hermosa y estaba allí, cuidándola, siendo su enfermera, Yulia
sonrió mientras imaginaba a Lena con una pequeña falda blanca y un
sombrerito del mismo color en la cabeza, aún tenía fiebre, estaba
empezando a alucinar.

¡Ya despertaste! –dijo Lena con genuina emoción- esta nevada está
terrible, me quedaré aquí contigo esta noche... si no te molesta –dijo
haciendo un gesto infantil con sus labios- Para nada; respondió Yulia-
pero no creo que disfrutes tu estadía, mi casa no es tan cómoda como la
tuya, No seas tonta, dijo Lena, estoy aquí por ti, además me encanta tu
casa –dijo mientras se sentaba en la cama- A ver enfermita, cómo te
sientes –Preguntó mientas ponía una mano en la frente de la pequeña-
mucho mejor ahora que tengo enfermera –contestó guiñando un ojo – Lena
se sonrojó, había electricidad en el ambiente sin duda, la piel se le
estaba erizando.



Cuéntame de ti, dijo Yulia, en realidad estaba interesada en saber
todo sobre Lena- qué quieres que te cuente dijo la pelirroja... no sé,
todo... uy, no te parece que todo es demasiado –contestó Lena en tono
coqueto, estaban jugando las dos, estaban coqueteando abiertamente,
Yulia lo sabía, Lena lo sabía y estaban dispuestas a seguir jugando.


Pues bien... dijo Lena, tengo 19 años y tú? Yo tengo 18, pero pronto
cumpliré 19, el 20 de febrero... Yo estudio en la Academia Estatal de
Música –dijo ahora Yulia- yo llevo el segundo año de Psicología en la
Estatal Lomonosov de Moscú... Tienes novio? Interrogó Yulia, sabiendo
que le devolverían la pregunta ... No, y tú, no tengo novia... por
ahora – buena movida Yulia , pensó para sí, ya estaba, ya se lo había
dicho, quería ver que cara pondría la pelirroja... que raro, no se
sorprendió- Ya sabía que te gustan las chicas – le dijo mientras le
regalaba una sonrisa, vaya los estudios de psicología le estaban
sirviendo para algo, enseguida notó las intenciones de Yulia cuando le
lanzó la pregunta, - Si? , cómo lo sabes... los amigos de mis padres me
dijeron que de cuando en cuando te ven venir con alguna que otra chica,
vaya, eres toda una conquistadora... –lo dijo para que sonara a broma,
pero esa era la verdad, quién podría resistirse a los encantos de
aquella chica de ojos azules, ella sin duda ya había sucumbido, ya era
de Yulia- Aventurillas, repuso ésta, nada serio...



Nunca había conocido a una chica que le gustaran las chicas, puedo
preguntarte algunas cosas?... dijo Lena con un poco de pena, era
cierto, hasta ahora, a sus diecinueve años aún no había conocido a
ninguna lesbiana y sí le asaltaban miles de dudas... Yulia sonrió
seductoramente, con una condición –dijo la trigueña- pregunta a
pregunta, verdad y verdad... cómo es eso? Preguntó Lena- tú preguntas
yo contesto la verdad, yo pregunto y tú contestas...Ok, como tú
quieras, esta será una noche divertida...



Cuándo te diste cuenta que te gustaban las chicas? –primera
pregunta de Lena- siempre lo supe, jamás vi a los chicos más que como
amigos, en realidad me he sentido más identificada con ellos, tú sabes,
ser fuerte, no dejarte de nadie, incluso he peleado por hacer valer mi
opinión.



Mi pregunta, dijo Yulia sonriendo, por qué no tienes novio? Creo
que no me he enamorado, aunque hay alguien que me gusta mucho... dijo
mientras bajaba la mirada al completar su respuesta... Yulia notó la
pequeña perturbación de Lena.



Cuántas chicas has tenido y por qué no estás ahora con alguna? Esa
es trampa, dijo Yulia, esas son dos preguntas. Tú contesta, repuso Lena
mientras hacía cosquillas en el costado de ésta. Seis o siete, quizá
tres de ellas vinieron aquí... a esta misma cama, dijo mirando a los
ojos a Lena, quien se perturbó un poco, Yulia hablaba de sexo en esa
cama donde ella estaba sentada en ese momento... un agradable calor se
apoderó del vientre de Lena, quien imaginó por unos segundos como sería
estar con Yulia... en la cama.



Y no estoy con ninguna chica porque recién terminé con la que
salía, Katia, era muy celosa y además a ella le gustan los hombres...
pero se divierte con chicas, dijo soltando una pequeña risa.



Mi pregunta... empezó Yulia, pero Lena le interrumpió, podemos
continuar el interrogatorio en la mesa, tengo hambre, tú no?.. si, un
poco, -contestó Yulia- vamos, continuó Lena, prepararé unos sandwiches,
esos me salen mejor que la sopa de pollo, dijo y bajó la cabeza... la
sopa estaba riquísima –dijo Yulia- no mientas, sé que no estaba muy
bien, recuerdas que yo también me la tuve que comer?... dijo mientras
sonreía... vuelve a sonreír... dijo Yulia en un susurro, qué? Preguntó
Lena, No, nada, repuso la chica... pero Lena sí la había escuchado.



Los sandwiches estaban bien, muy ricos –dijo Yulia- mientras daba
otra mordida al bocadillo, aunque la sopa... –la sopa qué? – interrogó
Lena- a la sopa le faltaba sal, el pollo estaba duro... Ok, ya se,
dijo, yo también la comí... sonrió. Bueno Yulia, tu pregunta... ah! Si,
cuántos años tenías cuando hiciste el amor por primera vez? –sí, esa
pregunta era comprometedora, Yulia sonrió al ver a la pelirroja ponerse
del color de su cabello, levantando la vista y viendo a Yulia
directamente a los ojos dijo: Nunca he hecho el amor,-la pelirroja
parecía avergonzada, era mayor que Yulia y no había amado... Yulia
intentó comprender la actitud de Lena... ya llegará tu momento Lena,
-le dijo mientras tomaba sus manos- y será algo lindo, así como tú...



Lena estaba a punto de pronunciar palabra cuando debido a la nevada
la energía eléctrica se interrumpió, Yulia... dijo un poco asustada,
tranquila, dijo ésta- no te muevas, me levantaré a buscar una linterna,
por aquí creo que hay una... Lena escuchó cómo Yulia buscaba en los
cajones hasta que un rayo de luz iluminó aquella pequeña cocina
comedor, buscaré unas velas, espera - dijo mientras daba la lámpara a
la pelirroja- a ti te servirá más Yulia –dijo Lena tratando de
alcanzarle la linterna – Yulia ya había desaparecido del pequeño cuarto
y escuchó desde otro lugar, yo conozco mi casa, ahora estoy contigo...
la platica continuó a la luz de las velas, ambas chicas contaron su
vida, Yulia le contó a Lena el incidente que hizo que sus padres
supieran sus inclinaciones, Lena contó a Yulia lo del novio de casi una
semana; aunque no le contó por qué duró tan poco aquel noviazgo.


Sabes Lena? Me quiero dar un baño, calentaré agua en la estufa, -deja,
yo lo hago- dijo la pelirroja levantándose en el instante... Por qué
eres así conmigo? Preguntó Yulia... no lo sé, respondió sincera Lena,
pero cuando estoy contigo quiero poder hacer cosas por ti – dijo
mientras se daba la vuelta y buscaba alguna olla para el agua...
Gracias, gracias por cuidarme dijo Yulia acercándose a Lena por la
espalda dándole un beso en la mejilla... Lena se estremeció, el calor
que había sentido en su vientre hacía un rato volvía a llegar, ahora se
apoderaba de todo su cuerpo... lástima, Yulia ya se había separado de
ella y la miraba desde la silla.



Mientras Yulia se bañaba Lena puso más leña en la chimenea, la casa
estaba tibia, pero no por mucho tiempo, ella sabía que la leña no sería
suficiente para toda la noche... vio a Yulia salir del baño -Vamos a
dormir, sugirió la chica, realmente estoy cansada... Claro, respondió
Lena, me prestas algo para dormir, no creo poder hacerlo con estos
pantalones... Vamos, en mi maleta debo tener algo, aunque dudo que
encuentre algo que te haga lucir tan bien como esos... dijo sonriendo,
su fiebre había desaparecido, claro que había notado las perfectas
curvas de Lena, la manera en que esos vaqueros ajustaban y hacían
evidente las formas de la pelirroja no era algo que hubiera pasado
desapercibido.



Supongo que no será problema si compartimos la cama, dijo Lena,
Yulia se sorprendió, ¿Lena quería estar con ella en la misma cama?, La
leña se consumirá pronto, si estamos juntas podremos darnos calor, dijo
la pelirroja en respuesta a la interrogante silenciosa de Yulia. Claro,
no hay problema. Lena se puso la camiseta y los pantalones del pijama
que Yulia sacó de su maleta, la camiseta le quedó un poco ajustada,
Yulia usaba una talla menos, sus senos se dibujaron a través de ella,
Yulia la vio, esa visión que calentó la sangre de sus venas la
acompañaría toda la noche. Se acostaron y se arroparon, al filo de la
media noche Lena notó que Yulia estaba temblando, puso su mano en la
frente y notó que de nuevo la fiebre se estaba apoderando de ella; se
levantó y buscó las pastillas que había prescrito el médico, toma estas
pastillas, susurró al oído de la chica, ésta obedeció aún dormida. Lena
se metió entre las sábanas de nuevo, giró su cuerpo y abrazó a la chica
de los ojos azules para darle su calor, la pequeña descansaba en el
arco que formaba el cuerpo de Lena quien pasaba un brazo sobre ella y
tomaba su mano.  

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora