Capitulo 2

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— ¿Cómo que no irás? ¿Escuchas eso? es el corazón de Tomas romperse — decía Sophia por el otro lado de la línea. Sonreí imaginando su cara en este momento.

— No me deja ir, ¿Qué quieres que haga? ¿Que me escape por la ventana? — Dije sarcásticamente. Escuché un silencio por parte suya y sabía que nada bueno saldría de esto.— Ni se te ocurra Sophia, ¿Me escuchaste? Ni loca — le advierto pero ella ríe y luego corta la llamada.

Me quedo confundida ya que no se que se le estará pasando por la cabeza a Sophia en estos instantes pero decido para despejarme la cabeza, ordenar como mi progenitor me pidió para no tener que escuchar otra queja suya.

Mi padre nunca se había comportado de esa forma, creo que la llegada de esta "Tía" lo puso así, no se a que viene y porque ahora.

Ya era tarde y debía levantarme temprano, debía ir a buscar unos libros e ir a recoger ropa que Sophia tenía mía en su casa. Deje en la silla del escritorio la ropa que me pondría al otro día para no tardar tanto y luego me puse el pijama para finalmente irme a dormir.

Me levanto a penas suena la alarma, diez y media de la mañana, los rayos del sol comenzaban a iluminar mi cara, molestándome.

Me dirijo al baño a asearme y antes paso por el cuarto de mi padre, abro lentamente la puerta y me encuentro con la sorpresa de que ya no está, frunzo el ceño, seguro está abajo. Vuelvo mis pasos hacia donde iba en un principio y hago mis necesidades, cepillo mi cabello y luego salgo.

Me coloco los jeans negros tiro alto, unos borcegos marrones y  una camina blanca. Tomo mi teléfono y bajo a desayunar, sopresivamente Felipe, mi padre, tampoco estaba aquí, no estaba él ni ninguna nota que me dé indicios de donde se encontraba. Abro la heladera y saco el café, y pongo a hacer tostadas. Una vez tenía frente a mi, las tostadas y el café caliente, desayuno mientras veo mis redes.

4 mensajes de Sophia

Sophia: Se me ocurrió una idea para que vayas esta noche.

Sophia: ¿Vienes hoy no?

Sophia: DESPIÉRTATE

Sophia: Ya niña, es importante

Yo: Cálmate loca, si iré esta tarde, pero si tu idea tiene que ver con ventanas no quiero saber nada.

2 mensajes de Tomas

Tom: ¿Vienes hoy?

Tom: Di que si

Yo: No lo se.


Miro la hora y me apresuro,subo a lavarme los dientes y bajo rápido a  dejar las cosas en la bacha de la cocina para lavarlas luego, escribo una nota para mi papá diciéndole a donde iba y que volvía luego, tomo mi campera de algodón negra, mi bolso con las cosas que necesito y salgo.

Al cabo de media hora llego a la librería y me acerco al mostrador, estaba distraída revisando mi bolso para encontrar la orden de compra de los libros que encargué por Internet, y no me di cuenta que seguía yo.

— Señorita..—levanté la mirada encontrándome con aquellos ojos avellana. 

— ¿Tú otra vez? ¿Trabajas en toda la cuadra acaso? — pregunto riendo. Dejo el papel en el mostrador y este lo agarra con el ceño fruncido.

— ¿Nos habíamos visto antes? — pregunta mientras apoya un aparato extraño sobre mi orden de compra.Frunzo el ceño.

— Si..en la cafetería.

— Oh..claro te debes confundir con mi hermano Austin — dice como si lo recordara.

— ¿Son gemelos? ¿O mellizos? — pregunté. Me sonrió ampliamente mientras agarraba una bolsa color turquesa de nailon, y la apoyaba sobre el mostrador.

— Nada de eso, es una broma, me gusta hacerlas cuando me reconocen — dice soltando una risita, le devuelvo la sonrisa. — Me gusta porque todos reaccionan como tu, se sorprenden y comienzan a preguntar cosas como "¿Los confunden mucho?".— Aquí tienes.

— Eran tres no uno — digo mirando el contenido de la bolsa.

— Oh si lo siento, me distraje — Mete los otros dos y me extiende la bolsa de nuevo — Contigo.

Tomo la bolsa y lo miro alzando una ceja, muerdo mis labios mientras niego con la cabeza, el ríe y me guiña el ojo. Me dirijo a la puerta y cuando voy a tomar la perilla de esta "Austin" me llama.

— ¿Ni siquiera me darás tu número? — alza los brazos como si estuviera esperando que le cayera del cielo.

— Si lo quieres..Ganátelo — le sonrió y me dispongo a irme.

Narra Felipe, Padre de Bianca

Desperté temprano para ir a recoger a la abuela de Bianca, por parte de su madre, no había ninguna"Tía", Emilia no sabe de la familia de su madre, ni de la mia, solo sabe lo que ambos quisimos contarle no porque quisiéramos quitarle su verdadera identidad y la privemos de sus derechos pero con su madre, antes de enfermar, quedamos en que Emilia sabría la verdad al cumplir sus dieciocho años.

Los cuáles cumplía dentro de dos semanas, para una niña de cuatro años enterarse que sería la princesa de Navarra, que seria heredera al trono, que estaría a cargo de una Nación era mucho peso y ambos queríamos que tuviera una infancia como la de todos los niños.

Pero obviamente a nuestras familias no le agradaba la idea, Pero sin importarnos nos escapamos una noche de Julio, decidimos vivir como nosotros queríamos sin tener que vivir acorde a lo que la corona nos imponía. Se preguntarán como hicimos para desaparecer por tanto tiempo y que no nos encontraran.

Pues...semanalmente con Juana, mi esposa, nos gustaba volar en helicóptero, a veces subíamos a Bianca para que viera el paisaje, cuando no estaba Margarita, mi suegra. Lo habíamos planeado, teníamos que fingir nuestra muerte para ser libres, fue duro tener que hacerlo pero queríamos una mejor vida para nuestra hija. Semanas antes de llevar a cabo el plan habíamos hecho bolsos con ropa y cosas de las que luego necesitaríamos, las dejábamos junto a nuestras valijas cuando debíamos partir por algún viaje importante y al momento de volver las dejábamos con la excusa de que volveríamos como viaje familiar. Así hicimos durante un tiempo, a medida que se acercaba el día que usualmente volábamos, debíamos dejar previamente a Emilia allí, puesto que no la subiríamos en el helicóptero cuando ejecutáramos el susodicho.

Un amigo nuestro se quedaría cuidándola mientras volvíamos a completar el plan, Él era el único que sabía y el que nos apoyaba. Esa misma tarde subimos con Juana al helicóptero, no dejamos a nadie subir, queríamos viajar solos. Hicimos las vueltas que hacíamos siempre y cuando estuvimos lejos del campo donde volábamos, comenzamos a fingir que perdíamos el control y que estábamos en problemas, gritábamos por el comunicador, nos alterábamos. A lo lejos podíamos ver a mini personitas correr hacía nosotros, pero eso no podía pasar, Una vez teníamos puestos los paracaídas, Juana tomo el control y comenzó a dar vueltas, a subir y bajar, nos dirigíamos a una isla cercana, dimos la vuelta a esta para que nos nos vieran saltar. dejamos el helicóptero a su suerte y saltamos, este se estrelló en una montaña e inmediatamente el humo y fuego comenzaron a surgir en el aire, nadamos hasta llegar a la lancha que nos esperaría en la misma isla, le dimos cuerda y salimos rumbo a otra isla no tan lejana donde nuestra querida niña nos aguardaba con nuestro amigo. 

Esa misma noche los cuatro volvimos a tierra firme, nos entregó nuestro pasaportes con otras identidades, y nos ayudó a huir, desgraciadamente Él murió a los meses de una enfermedad terminal. El hecho de que mi suegra sepa ahora de nuestra existencia fue porque mi esposa enfermó y la única manera de que ella se salvará era con la ayuda de su familia por lo que tuvimos que contactarnos con su madre, entre los tres llegamos a un acuerdo, Juana volvería a Navarra, estaría oculta curándose, y cuando Bianca cumpliera su mayoría de edad, ambos volveríamos y harían de cuenta que nos encontraron naufragos en una isla o cautivos por enemigos.Pero sería nuestra hija quien sucediera a su madre y sería Princesa. Los tres deberíamos volver y afrontar las consecuencias.




Princesa PérdidaWhere stories live. Discover now