𝐓𝐑𝐈𝐂𝐊𝐒𝐓𝐄𝐑 ▮₊̇ ° GURESHIN

｢ DOS ｣

TRICKSTER.
｢CAPÍTULO DOS｣

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La gran mansión Hīragi. Un lugar que muchos anhelaban visitar, otros soñaban con solo poner un pie dentro de la gran edificación que pese al desastre se mantuvo intacta hasta ese día. Pero la gran mayoría se mantenían como fieles seguidores de quienes residían en el inmenso lugar.

Un residente en particular podía asegurar y afirmar por experiencia propia que la estadía en la casa Hīragi no era tan maravillosa como se le pintaba.

Hīragi Shinya, el hijo adoptivo de la gran familia, era ése particular.

El recogido de la basura que se infiltró en sus vidas, como le solía llamar Seishirō. Pero en realidad, Shinya pasó una difícil infancia de la cual no hablaba nunca. Prefería pensar que no pasó nada antes de haber cumplido diez años, que fue cuando concluyó la pesadilla de vivir a costa de la vida de otros niños de su edad.

También era considerado como un afortunado por muchos. Un chico con talento que tuvo la suerte de ser seleccionado como candidato para ocupar un lugar importante en la sociedad, así como obtener la mano de Hīragi Mahiru y aportar sus genes para dar descendencia a la familia Hīragi. Sin embargo, él sabía que todo lo que hizo a la corta edad de cinco años, no era algo que debiera calificarse como una vivencia «afortunada» en lo más mínimo, pues era, en realidad, un peso con el que tendría que vivir.

Se preguntaba en ocasiones si todo eso realmente había valido la pena. ¿Qué obtuvo después de todo? Una prometida que le dijo apenas verlo que jamás lo podría amar, puesto que su corazón ya le pertenecía a alguien más y a una familia que nunca lo aceptó, y que usaba cada oportunidad posible para humillarlo y recordarle que no era más que un individuo seleccionado para una unión que a fin de cuentas no se realizó.

Entre más pensaba, más deseaba no hacerlo.

Pero al cumplir los quince años todo cambió. Al momento en que ingresó a la escuela secundaria de Shibuya y conoció a Ichinose Guren, la persona de la cual estaba enamorada su prometida. No podía mentir, al comienzo sintió celos de Guren, pero nunca supo a qué se debían con exactitud. Una parte de él creía que era porque era el dueño del corazón de la persona con la que estaba condenado a pasar el resto de su vida, pero otra creía que no eran simples celos, que debajo había algo más.

Envidia.

Si, Hīragi Shinya sintió envidia de Ichinose Guren. Aquél chico que nació siendo parte de una rama inferior de la familia, y pese a eso, una genio y primogénita de la familia principal como Mahiru se enamoró perdidamente de él.

Shinya deseó por un tiempo encontrar a una persona que lo quisiera de esa manera, alguien que hiciera caso omiso a detalles como la familia de la que provenía. Pero aunque pudiese hallar a alguien así, era un hecho que la familia Hīragi no le permitiría tener ninguna clase de relación que no beneficiara al clan. Y de todos modos, no es como si su vida amorosa fuera su mayor preocupación luego del fin del mundo, tenía responsabilidades mucho más importantes a las que atender.

También le fastidió en demasía ver cómo Guren soportaba toda clase de humillaciones en la escuela y actuaba como si nada. Por unos momentos pensó que era alguien realmente patético. Parecía ser plenamente consciente de su inferioridad, y en lugar de frustarse ante aquello e intentar conseguir respeto, se limitaba a aceptarlo calmadamente y mantenerse a raya de toda clase de confrontación.