「 CUATRO 」

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TRICKSTER

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TRICKSTER.
「CAPÍTULO CUATRO」

¿Podrías hacerme compañía, Guren?

Su sangre se heló al momento en que el cosquilleo que le provocaba esa voz lo azotó. Abrió sus ojos, apenas notando que los había estado manteniendo cerrados y se sorprendió ante lo que sucedía frente a él. A su alrededor no había nada. Literalmente, se encontraba en un espacio en blanco.

Lo único capaz de captar su atención en un lugar como aquél, fue ella. Mahiru, a unos metros de distancia de él, se mantenía de pie, con sus manos entrelazadas detrás de su cuerpo mientras le sonreía con calidez.

Una calidez tan reconfortante que le hacía sentir culpable.

Acércate —casi ordenó la fémina, profiriendo una suave risa—. Hay una vista muy linda desde aquí.

« No puede ser más linda que la vista que yo tengo en este momento »

Su corazón dió un vuelco al descubrirse a sí mismo pensando en tales cursilerías. Tras negar levemente para sí mismo, se aproximó hacia la Hīragi.

Se detuvo al estar junto a ella y se sorprendió al notar que realmente había una bella vista desde ese lugar. Frente a ellos, apareció casi por arte de magia un paisaje que luego del apocalipsis jamás creyó ver nuevamente: la montaña en que conoció a la chica junto a él.

Una cálida sensación se alojó en su pecho cuando sintió la suave mano de su acompañante buscar la suya con timidez. Sin molestarse en reprimir su inminente sonrisa, entrelazó sus dedos con los ajenos.

Yo te amaba, Guren.

Al oír el repentino temblor en la voz de la chica, Guren se volteó dudoso hacia ella, encontrándose con la imagen más dolorosa de todas: ella, su amada, con lágrimas en los ojos y una línea de sangre bajando por la comisura de sus labios, marcando un camino con el indudable sello de la muerte en su piel. Y aún así, su mirada parecía vacía, carente de sentimientos o emociones, incluyendo el dolor físico.

Soltó su mano bruscamente por inercia, tras ver como ella sonreía sin importarle la sangre que derramaba o las lágrimas que corrían por sus mejillas.

¿P-por qué, Guren..?

Él se quedó estático, no podía moverse, estaba paralizado. Mahiru llevó sus manos a su abdomen e hizo presión allí, para luego caer sobre sus rodillas dobladas al suelo. Guren notó al instante una mancha de sangre creciente en el lugar presionado. Cómo si algo con mucho filo hubiera atravesado esa zona.

𝐓𝐑𝐈𝐂𝐊𝐒𝐓𝐄𝐑   ▮₊̇ °   GURESHIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora