「 UNO 」

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TRICKSTER.
「CAPÍTULO UNO」

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Pilas y más pilas de papeles frente a él obstruían su campo de visión, el cual se limitaba al área sur de su oficina. Guren Ichinose, Teniente Coronel del Escuadrón Demonio de la Luna, se limitaba a echarles un vistazo rápido. Firmaba cuando era necesario y tiraba a la papelera las hojas que le resultaban inútiles. Sus ojos se cerraban fuertemente cada cierto tiempo, cansados ante el constante esfuerzo ejercido en su vista.

A sus diecinueve años de edad, apenas había sido ascendido en el Ejército gracias a la recomendación de Hīragi Kureto, quien irónicamente era de las personas que él más despreciaba sobre la faz de la Tierra. Pero le gustase o no, ese sujeto seguía siendo su superior y tendría que lidiar con su desagrado en silencio al menos durante un par de años más.

Guren no pretendía seguir viviendo bajo la sombra de la familia Hīragi por mucho más tiempo. Suficiente había tenido de su complejo de superioridad durante su vida como estudiante de secundaria. Pero debía ser paciente, mantener sus emociones negativas a la raya y pensar con la cabeza fría hasta que se presentase su oportunidad para destronar a aquellos tiranos de una vez por todas.

— Toc toc~ —una voz acompañada por un par de golpes en su puerta lo distrajeron de su labor.

Guren masculló una maldición por lo bajo ante el familiar sonido de aquella tediosa voz.

— Largo, Shinya. Estoy ocupado.

— No, Guren —resopló el albino desde el pasillo aún—. Se supone que digas “¿Quién es?”

Definitivamente tenía que ser una estúpida broma.

— Repito. Largo.

Shinya entró al instante, portando una radiante sonrisa que seguramente podría iluminar el lugar más lúgubre. Y Guren instantáneamente decidió que quería borrar esa sonrisa con un golpe.

El ruido de las botas del albino chocando contra el suelo mientras caminaba dentro de su oficina hizo eco y le arrancó al azabache un pesado suspiro.

— Debemos trabajar en tus modales al recibir visitas de tus superiores —comentó mientras caminaba hasta el escritorio del pelinegro, sobre el cual dejó una hoja que Guren no recordaba haber visto que traía en cuanto entró. Su mirada azul se perdió del Ichinose y viajó por el resto del lugar, admirando las cuatro paredes a su alrededor, como si se tratara de un niño entrando por primera vez a una dulcería—. Desde que te ascendieron es la primera vez que veo tu oficina.

— ¿Y qué?

— Es fea.

Guren sintió su ceja temblar, mientras hacía un esfuerzo sobrehumano por no echar al albino a patadas fuera de su oficina.

— Entonces vete.

— No me malinterpretes —se volteó nuevamente hacia él, poniendo una mano en su cadera—. Es solo que es anticuada. Y el color de la alfombra no es más que una tragedia si te fijas en el color de las paredes.

Ichinose blanqueó los ojos.

— No te preocupes —Shinya se tomó la libertad de sentarse sobre el escritorio—. Por más horrible que sea tu diseño de interiores seguiré visitándote.

— Prefiero que no lo hagas. Bájate de mi escritorio.

— ¿Eh? —el albino ladeó ligeramente su cabeza—. Mientes, sé que te encanta verme.

𝐓𝐑𝐈𝐂𝐊𝐒𝐓𝐄𝐑   ▮₊̇ °   GURESHIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora