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Hoy es jueves, Pedro y yo nos sentamos alejados de los demás en el patio, él trae un pan con milanesa y yo mi botella de agua. Conversabamos de cualquier tema, series en la tele, alguna noticia, anécdotas familiares, de todo y de alguna manera, de nada.

Luego de haber reído un rato buscó algo en su bolso.

-Che, Tin, te voy a dar algo y obligadamente lo vas a recibir, no existe el "no" por respuesta.-me dijo y asentí con una sonrisa en mi rostro.

Di otro sorbo a mi botella antes de que él sacara otro pan y lo pusiera frente a mí.

-Ya no te podes negar.-dijo sonriendo. miré el pan en su mano, se veía suave y aún había un poco de grasa en la milanesa. Lo puso en mis manos con una mirada de total esperanza.

-Ay, Pedro, sos re lindo pero ¿Cómo me voy a comer eso? Las milanesas tienen aproximadamente 350 calorias, sin contar el pan, y aún debo bajar de peso.-respondí devolviéndoselo.

-Dale, boludo, le pedí a mi mamá que la hiciera para ti.-dijo triste, Dios mio no puedo con su carita.

-Dios, Pedro.-lo tomé y di un mordisco.

La sensación fue entre gratificante y de culpa, extrañaba tanto el sabor del pan... del pollo y la mayonesa.

-¿Viste? Sabía que te gustaría, se notaba que babeabas por comida, boludo.

-Si, pero tengo que hacer esto, ahora debo incrementar los abdominales para que no afecte a mi peso.-le comenté devolviéndole el pan.

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La clase de Historia era la más aburrida de todas, el profesor dictaba la clase con una lentitud inhumana, incluso había unos chicos dormidos en sus mesas.

Yo por mi parte luchaba contra un dolor en el abdomen y uno en la cabeza. Bebí agua para ver si podia llenar mi estómago pero aunque lo lograra no iba a disminuir el dolor de cabeza y los mareos que estaban llegando con este.

A medida que escuchaba el minutero del reloj, mi vista se nublaba y las imágenes presentes parecian moverse, cerré los ojos buscando estabilidad pero no lo logré, entonces mi cabeza cayó estampada en mi mesa.

No era el primer desmayo, había tenido algunos en mi casa y muchos más en el colegio cuando comencé a bajar de peso. Me encontraba en la enfermería, como todas las veces anteriores solo que esta vez...

-Ay, Tin, pensé que nunca despertarías.- me envolvió con sus brazos, muy despacio y midiendo su fuerza.

-Pedro...

-Ya, tranquilo, ya llamaron a tus padres y vendrán por vos en un rato, no podía quedarme con la preocupación de saber si estabas bien o no.

Dios... ¡Le importo a Pedro!

-Dios mio, Pedrito, me vas a hacer llorar.-le dije riendo. él tomó mi mano, pasando su pulgar por mis huesudos dedos.

-Ya, pero posta, no podes seguir así, boludo, ya me contó la enfermera que no es tu primera vez ¿De verdad pensas que esto está bien? ¿Es este tu peso ideal? ¡Pareces un esqueleto!

Desvié la mirada, ¿Acaso él tenía razón?

Strip | PedrimenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora