-¿Uranga...? ¿Están seguros? –pregunté-.
-Sí, eso dijo mamá –me contestó Connor mírandonos a mí y a Ahinara-
-Pero esto parece una villa –dijo Ahinara señalando una de las imágenes que aparecía en la computadora-.
-No es una villa, es un pueblo –corrigió Connor-.
Había bastante información sobre el pueblo. Era algo pequeño. Bueno, era extremadamente pequeño. Lo único que sabíamos era que vivían 900 personas aproximadamente y que estaba en el medio de la nada.
Pensamos en tomarnos un micro que iba desde Buenos Aires hasta Rosario y de ahí otro que pasa por diferentes pueblos de la zona, uno de ellos es Uranga. La cagada era que nos dejaba en el medio de la ruta y desde ahí ibamos a tener que caminar bastante.
-Estaría bueno ir ¿no? –dijo Ahinara-.
Por suerte tenía la ventaja de que Ahinara estaba pasando por una etapa de rebeldía con mamá.
-¿A ustedes les falla? –dijo Connor señalándose la cabeza-.
-Ay, dale Connor, nunca en tu vida hiciste algo arriesgado ¿no te parece que es el momento ideal para hacerlo? –le contestó Ahinara-.
-Ahini tiene razón. Además ¿no te encantaría contarles a tus hijos que una vez te escapaste para ir a ver a la prima de tu mama? –agregué-.
Connor lo pensó por un momento y luego dijo:
-¿Pero, Lisa, cómo vamos a hacer para que no se den cuenta?
-Vayamos y volvamos en el mismo día -dije-.
-Em, bueno, está bien, pero no me hago cargo de las consecuencias.
Ahinara y yo nos miramos con alegría mientras íbamos en pequeños saltitos a abrazar a Connor.
-Buenísimo. Miren que vamos a tener que caminar mucho he –dije mirándolos a los dos-.
-No importa, a parte me viene perfecto para la dieta –me contestó Ahinara-.
-Ya estoy acostumbrado –dijo Connor-.
Connor hacia rugby hace muchos años. El entrena todos los días así que de alguna manera tiene resistencia. Y Ahinara siempre mira videos en Youtube de ejercicios y los imita. Pero yo… yo nunca hago nada. Lo único que hice de deportes en mi vida fue patín durante dos años y vóley. Pero hice cuando era chica, ahora no tengo aguante.
-¡Vengan, vengan! Ya averigüé en Internet, así que organicemos bien. El viernes 10 de junio salimos para Rosario a las 7:00. Nos vamos a tomar un micro para llegar a Rosario y de ahí nos tomamos otro micro que nos deja en la entrada de Uranga, es decir, en el medio de la ruta –dijo Connor-.
-Exacto y una vez que estemos ahí, tenemos que caminar hasta encontrar el pueblo ¿no? –pregunté-.
-Sí –dijo Connor, mientras Ahinara asentía con la cabeza- Y el micro que regresa de Rosario sale a las 19:00. Vamos a llegar a casa como a las 2 o 3 de la madrugada.
-Está bien, entonces yo les digo que tengo un pijama party, Connor, "se va a jugar a la pelota con los amigos y después se van a comer juntos", ¿y vos, Lisa?
-Em, yo les voy a decir que salgo a bailar.
-¡Buenísimo! -dijo Ahini entre risas-.
-Es demasiado arriesgado igual, pero ya fue... Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo no?
-Sí, además mamá no nos puede decir nada, ella nos mintió toda la vida -traté de alentar a Connor y a mí misma-.

ESTÁS LEYENDO
Inimaginable
Fiksi RemajaDos historias discontinuas en el tiempo llenas de secretos de familia, inocencia, amor y orgullo, que se unen inimaginablemente.