Decisiones.

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PEETA. 

Dejar a Katniss fue mi parte menos favorita de todo el tiempo que habíamos pasado juntos desde que se había mudado a mi apartamento. Había pensado en pedir que me dieran el turno de mañana, pero como su madre y Annie estaban disponibles por la noche, me parecía más lógico seguir trabajando en el turno de noche. 

Aún así, lo odiaba. 

Odiaba no poder dormir con ella por las noches, y odiaba saber que estaba durmiendo sola. 

Bajé corriendo los escalones de nuestro apartamento, y sonreí al pensar en lo rápido en que todo se había convertido en "nuestro". 

Habíamos estado prácticamente dos semanas juntos, y ella me había marcado. Incluso la idea de mandarla a casa de su madre me parecía tan horrible que le pedí a la mujer que viniera a csa para no tener que dormir sin Katniss. 

Abrí el cerrojo de seguridad y entré. Effie estaba dormida en el sofá, y después de un par de toquecitos, se despertó. 

  — Ey, estoy aquí. Puedes quedarte si quieres. 

Se frotó los ojos, que estaban enrojecidos e hinchados, y bostezó. 

— No, me voy a casa. Me parece que necesitáis estar los dos solos— dijo ella, poniéndome una mano sobre el hombro. 

Miré su gesto sobre mi hombro con curiosidad. 

Mm.. valedale. 

Salió, y cerré la puerta detrás de ella, sacudiendo la cabeza por su comportamiento extraño. 

Quizás estaba muy cansada, o a lo mejor había decidido que le gustaba. 

No creo que fuera eso. 

Al fin y al cabo, estaba acostándome con su hija. 

Quitándome la camiseta, me metí en la habitación, y me paré en cuanto vi que Katniss estaba despierta, sentada en el filo de la cama. 

  — Eh, ¿qué haces despierta? Es tarde. 

— No podía dormir— dijo distraída. 

Uniéndome a ella en la cama, me metí debajo de las sábanas y la cogí suavemente de la barbilla para que me mirara. 

— ¿Va todo bien entre tu madre y tú? Estaba un poco rara cuando se fue hace un momento. 

— Sí.. no— respondió ella, con calma—. Siempre soy un problema que hay que solucionar. ¿Por qué no puedo simplemente ser su hija?

— Ángel, por favor, dime qué pasa. 

— Me han negado el trasplante. 

— Katniss, no..— se me quebró la voz. 

La envolví en mis brazos, y ella se entregó a mi dócilmente. Intenté deshacerme del pánico que se había apoderado de mí con la noticia. 

— Lo solucionaremos, ¿vale? Esto no ha terminado. Estoy convencido de que encontraremos la manera de solicitar otro.

— Es que yo no quiero solicitarlo. 

El corazón se me encogió al oír esas palabras, y me eché hacia atrás para ver esos ojos grises. 

— ¿Cómo que no quieres solucionarlo?

— Estoy cansada de luchar, Peeta. Ya me lo han negado una vez. ¿Por qué habrían de aprobármelo de golpe? Esta nueva compañía de seguros no es como la que tenía antes. No quieren ir regalando el dinero. ¿Cuánto voy a tener que estar agonizando por una solicitud para ver que me la niegan otra vez? Ya no puedo más. 

Vivir (Evellark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora