Día 1

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Imagino tus preciosos ojos, como dos llamas inextinguibles. Tan profundos y extensos como el mismo mar. Como un hermoso atardecer en todo su esplendor.  Imagino tus labios, tan deseables como el fruto prohibido. Imagino tus manos, capaces de darme calor en los días fríos. Tus abrazos, que me tocaban el alma, tus besos; tan inigualables como las maravillas del mundo. Tus palabras, que siempre fueron tan reconfortantes... Excepto ese día. 

El fatídico día en el que tus palabras me hicieron pedazos. 

"Creo que deberíamos terminar." 

Nunca en toda mi vida me había sentido tan pequeña, tan insignificante, tan perdida. Aquellas palabras, que esperaba nunca fueran pronunciadas por tus labios, sólo hicieron que mi inseguridad se multiplicara y, después de mucho tiempo, diera rienda suelta a mi dolor. 

Recordaba la voz que tantas veces había jurado amar, pronunciando aquellas palabras que sólo me estrujaban el alma. En mi cabeza sólo retumbaba tu preciosa risa, la que me regalaste sólo a mi, junto a canciones que doblegaban mis fuerzas y me hundían en la tristeza.

Recordaba cada salida, cada lugar especial al que me llevabas siempre de la mano, orgulloso de estar conmigo. Yo me sentí la chica más afortunada. Recordaba los momentos en los que sólo miraba perdidamente enamorada tus ojos cafés, el color más bonito que había visto en mi vida. Ninguno decía nada, hasta que el silencio era roto por un "¿qué?" tuyo, cuando no sabías exactamente qué miraba en ti, yo tampoco, pero me encantaba hacerlo. Era mi forma de parar el tiempo, saber que esos momentos durarían para siempre. Eran mi tesoro. 

Cada canción que te dediqué fue porque te veía en cada una de las letras, en cada oración, en cada nota. Te imaginaba sonriéndome y dándome las gracias, abrazándome y dándome un beso en la frente. Únicos. Como tú. 

Te extraño, espero que nunca experimentes este tipo de dolor indeseable, un dolor entrañable que no te deja seguir adelante, un dolor que te estanca.

Me duelen los ojos cada que intento abrirlos, así que sólo los cierro y me hago un ovillo en mi cama, dando play a tu lista de reproducción. Y el dolor me embriaga de nuevo. Me emborracha y me impide pensarte. Sólo así me siento un poco mejor. 



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