Capitulo veinticuatro

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Nagisa cambió su ropa a una simple camisa qué por extraño que parezca es de la época en qué Karma y él eran unos adolescentes, en una de sus escapadas por parte de su pareja a su habitación por la noche se quedó con ella comenzando a usarla cómo pijama, lo extraño aquí era qué aún le quedaba grande.

Maldijo el no haber crecido — casi — nada desde los quince.

Cuándo se acostó en su nueva cama matrimonial sintió cómo su cuerpo se hundía, el colchón era demasiado cómodo y suavecito.

Perfecto para descansar después de un duro día de trabajo. Al rato sintió cómo su lado derecho de la cama se hundía mientras unos brazos sujetaban su cadera acercándolo a un pecho qué conocía perfectamente.

Sentir el latir del corazón de su amado le provocaba una inmensa alegría, por al fin tenerlo a su lado, sentir aquella caricia en su espalda a causa de la — gran — mano de su pareja lo hacía estremecer. Recibir esos mimos en ese momento que compartía junto a su pareja le hacían recordar lo mucho que lo extraño y anhelo que tuvo en esos largos 6 meses, en los cuáles vivió junto a sus compañeros y su yo del pasado. Poco después comenzó a sentir suaves besos en sus mejillas y frente.

Abrió sus ojos para mirar el rostro de su Karma, dándole esas muestras de afecto que tan necesitado lo tenían.

— Te extrañe —. Susurró mientras correspondía el abrazo del más alto.

— Tú no sabes cómo me sentí sin ti a mi lado —. Respondió también susurrando mientras recordaba lo gris y aburrido que se volvieron sus días sin estar junto a ese enano que lo tenía flechado.

— Tal vez estuvimos igual, pero, tú nunca demuestras si éstas mal o si te desahogas —. Informó con obviedad el de cabellos celestes, qué conocía a la perfección esa actitud del diablo pelirrojo.

— ¿Cómo fue tu vida en el pasado? — Intentó cambiar de tema, Nagisa no quería incómodar a su pareja así qué no reclamó nada por el busco cambio del tema.

— Karma-kun y Nagisa-kun se enamoraron de mí a la vez —, soltó una carcajada al ver como su amado hacía una cara de asombro —. Al parecer la frase de tu declaración tenía razón: "Nagisa, te amaré no importa cómo seas, mayor, menor, o de otro sexo; yo te amaré y haré feliz" —. Dicho ésto, el rostro de Akabane era un poema, su sonrojo era competencia con su cabello, ante sus palabras de adolescente cuándo le declaró su amor al hombre qué tenía entre sus brazos.

— Mejor vamos a dormir, ya —. Se sentía tan avergonzado ante el conocimiento de su pareja sobre él y sus acciones. Lo conocía tan bien que le encantaba y daba temor a la vez. Por qué, Nagisa sabía cómo actuar para ganar ante él.

Pero sus acciones se vieron interrumpidas al escuchar el celular sonar avisando que tenía una llamada. Karma la aceptó al ver que era de Karasuma.

— Buenas noches. ¿Dígame? — Habló normal Karma, respondiendo con monosílabos y con algún otro "entiendo", cada vez que escuchaba la voz proveniente de la otra línea que le hablaba —. Lo haremos — finalizó la llamada colgando.

— ¿Qué era? — Preguntó el adulto de cabellos largos mientras esta vez se acomodaba bajo las sábanas.

— El gobierno encontró la forma de regresar a todos a su tiempo, mañana debemos llevarlos a la montaña dónde los del pasado crearon esa máquina del tiempo, extrañamente apareció en nuestro tiempo —. Informó mientras repetía la misma acción que su amado.

— Pensé qué duraría más ésto —, soltó un bostezo mientras se acurrucaba más al pelirrojo.

— Yo también —, susurró suavemente antes de adentrarse en el mundo de los sueños.

Las horas pasaron y la oscuridad del cielo cambió a un hermoso celeste, mostrándo el inicio del día. Los adolescentes qué ocuparon las habitaciones de visitas despertaron por el rugir de sus estómagos que anhelaban algo con lo cuál sobrevivir.

Nagisa y Karma fueron los primeros en bajar, algo somnolientos y avergonzados, ya qué notaron cómo sus compañeros intentaban dejarlos a los dos juntos para que la chispa del amor naciera, pues al ver a esa pareja de prometidos que revelaba su futuro les encantó y notaban la felicidad que poseían, eso los hacía desear que sus compañeros y amigos también la vivieran.

Al llegar a la cocina fueron testigos de algo que nunca esperarían.

Nagisa-sensei estaba siendo besado por su pareja sobre el mueble de la cocina, besos llenos de pasión acompañados de palabras acarameladas qué provocaban risas dulces y miradas de amor. Pequeños roces por la espalda y cintura, toques llenos de amor. De ese amor que no es fácil de olvidar, del que se hace notar y que no puede ser reemplazado de un día para otro, porque te hace extrañarlo.

— ¿Akabane, ya está comiendo su desayuno? — Dijo descaradamente el profesor pulpo qué tenía su piel rosa ante la escena acaramelada de esos amantes.

— ¡No diga eso, Koro-sensei! — Gritó apenado Nagisa al ser descubierto por los adultos viéndolo en una escena personal junto a su pareja.

Los demás alumnos solo miraban curiosos la escena graciosa y tierna que estaba en la cocina. Akabane Karma, cómo buen demonio qué es, quiso jugar con esos adolescentes.

— Si quieren ver cómo se hacen los bebés sigan mirando, pueden grabar si quieren —. Informó con un guiño, para continuar besando a su pareja.

Pero, todo se detuvo por el pequeño golpe que le otorgo su prometido reclamándole qué no dijera eso frente a sus compañeros, hablando sobre qué debía mejorar esa actitud de diablo qué poseía.

Los gritos hacían que todos miraran esa escena con asombro, no esperaban que pelearán frente a ellos.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué tanto gritó? — Preguntó Akari que se encontraba vestida junto a su amiga rubia.

Todos apuntaron a un Nagisa gritándole a Karma, mientras él intentaba pedirle perdón con besos en el cuello

— Aunque Nagisa-kun pronto se casará con Karma-kun y algo de esa actitud diabólica se le haya pegado sigue siendo él. Un enano qué se avergüenza ante las acciones del demonio que tiene por novio —.

Soltó una carcajada la Nakamura adulta mientras señalaba las mejillas sonrojadas del adulto peli celeste.

Nagisa siempre será Nagisa, aunque sufra pequeños cambios por las nuevas cosas qué viva. Él siempre será él.

Con eso en mente el pequeño Shiota miró a su mejor amigo pelirrojo que reía por la escena que formaban los adultos enamorados. Él ya deseaba crecer para amarse de esa forma junto al chico qué le tenía confundido desde primer año.

Al parecer el amor que dura y se guarda es muy fuerte, sobretodo, cuándo este es correspondido.

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>:D actualice.

Les vengo a avizar algo, el epilogo demorare en publicarle ¿Porque se preguntaran? Secreto, lo tengo listo, editado. Gracias a la editora, que en verdad se esta volviendo una hermosa beta ;D.

Y si, tal vez sea algo injusto, pero aun así publicare mi otra historia y espero que esperen el epilogo con ansias UvU.

Nos leemos en una semana ;DDDD.

Se despide Pay.

Profesor nuevo //Karmagisa//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora