• CAPÍTULO 4 - Primera parte •

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VALERIA

Soltó un quejido.

- ¡Auuch! ¡¿Valeria quieres arrancarme la cabeza o qué?! - dijo Sofía mientras la estaba peinando.

- Lo siento, es que se hizo un tremendo lío aquí - digo intentando desporrar las puntas.

Son las diez de la noche, Sofía y yo estamos en mi cuarto del departamento arreglandonos para la fiesta de fin de año.

- ¿Y qué tal te fue hoy en la cafetería? - pregunta.

- Muy bien, la señora Petersen me entregó mi uniforme, y prácticamente, hoy no había tanto movimiento de gente allí.

Sofía me da una mirada pícara a través del espejo.

- Y no.... no he visto al papacito de William - digo.

- Qué raro, él nunca suele faltar - me dice.

- Sí que eres una acosadora profesional, ¿das clases los sábados? - la veo reír ante eso.

- Y, ¿qué tal está tu madre? - pregunta.

- Alejandro la acompañó hoy a su consulta con el médico, yo tenía trabajo y no pude acompañarlos, así que él fue con ella, me había dicho que el doctor le designó su tratamiento correspondiente, y que por ahora el cáncer no ha avanzado nada, lo que es bueno, además ella se siente espectacular.

- ¡Qué buena noticia!

- Sí, no sabes lo bien que me hace saber eso - digo mientras traigo la plancha para el cabello.

Tomo la plancha y empiezo a avisarle el cabello, para luego maquillarla.

Después de quince minutos Sofi ya estaba lista, ahora era mi turno.

Me senté en el sillón y Sofía empezó a hacerme algunas ondas con la plancha. Luego siguió con el maquillaje, que no era tan cargado ni tan sencillo.

Me dirigí hacia el armario para sacar el vestido y ponérmelo, junto las medias, los botines y la chaqueta.

Me quedé mirándome en el espejo, ¿esta era yo? Me veía muy... diferente, tal vez por el maquillaje o porque casi nunca me arreglo de esta manera.

La verdad, hay veces en donde no me siento bella, me levanto y me siento horrible, debo admitirlo, no soy perfecta, tengo una que otras estrías, tengo las ojeras más grandes del mundo, no tengo grandes tetas, ni un hermoso trasero como el de William, soy una tabla andante y hay gente que teme que algún día termine pues soy muy delgada que hasta parezco un palillo, por dichas razones mi autoestima suele estar hasta el suelo. Pero este aspecto de alguna forma me hacía sentir más bella.

En el espejo veo que mi prima aparece detrás de mí agarrándome de los hombros y poniendo su mentón en mi hombro izquierdo.

- Te ves hermosa - dice.

- Tu más.

Me regala una sonrisa.

- De seguro ligaras hoy - dice.

Alzo una ceja.

El príncipe de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora