• CAPÍTULO 3 •

557 37 36
                                    

  VALERIA

- ¿Ya has trabajado en otras cafeterías o puestos de comidas antes? - preguntó la dueña de aquel lugar.

Asentí.

- Sí, ya he tenido experiencia laboral en esta área.

Vi a la señora anotar algo en una agenda, dejo de escribir y me dijo: - Okay, de a poco iremos acomodando tu horario, por ahora vendrás de lunes a viernes de ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, tendrás un horario de  descanso entre esas horas, que será desde las doce hasta la una y media del  mediodía y mañana hablaremos  del sueldo ¿está bien? -

Eso era más que perfecto.

- Está muy bien, muchísimas gracias Señora Petersen, estaré aquí mañana para las ocho.

- Oh lo siento, me he olvidado de algo, como mañana es víspera de año nuevo sólo trabajaremos hasta las doce del mediodía, retomaremos nuestro horario normal el miércoles.

- Entendido, muchas gracias.

La Señora Petersen me estrecha la mano y yo salgo de la cafetería con una enorme sonrisa en el rostro.

Ya he cumplido mi primer objetivo, conseguir un trabajo. Lo he conseguido en una pequeña cafetería que está ubicada a cinco cuadras del departamento, Sofía me había dicho que allí tendría muchas posibilidades de que me aceptarán y así fue. Fue mucho más rápido y fácil de lo que me imaginaba.

Sofía me estaba esperando afuera, me acerqué a ella y le di la noticia.

- ¡Sofi! ¡Conseguí el puesto!

Grita de emoción y se acerca a mi para darme un abrazo.

- ¡Felicidades! ¡Sabía que lo lograrías!

- Fue gracias a ti.

Me da un beso en la mejilla.

- Y... ¿Qué hacemos ahora? - pregunto.

- Esperar a que salga William o...

- Espera, ¿qué? ¿William trabaja aquí?

Sofía sólo asiente mientras se muerde el labio inferior.

- Esa era la razón principal por la que me trajiste aquí ¡¿no?! - le digo y no puedo evitar reír junto a ella.

- Sí que eres una excelente acosadora, ¿donde lo aprendiste, eh? - digo y cuando Sofi estaba a punto de contestar lo vio.

Hablando del Rey de Roma el burro se asoma...

William estaba dentro de la cafetería, llevaba puesto el uniforme del lugar que en mi opinión no le quedaba nada mal, miré a Sofía y sí, como siempre estaba con la baba hasta el suelo. No lo voy a negar, ese chico es muy atractivo, ¿quién se resistirá a un rubio de ojos azules?

Oye, grabaré eso y se lo mandaré a Gus.

Nosotras seguíamos afuera admirando a través del vidrio a aquel Dios Griego, <<no, no era Ares Hidalgo>>. Percibimos que venia caminando, Sofi se volvió locas porque parecía que vendría hacia nosotras, pero no, se quedó a ordenar una de las mesas y... ¿se acuerdan que Sofía tenía la baba hasta el suelo?, pues ahora la calle estaba inundada de su baba, debido a una posición de William que liberó la producción de dopamina y serotonina en nuestro cerebro.

El príncipe de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora