CUENTO DOS:🔆El LAGO DE DRACO🔆

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Atrapado en un lugar negro, vacío y sin colores vivos Josue se encontraba en un profundo sueño del cual no despertaría jamás, su coma empezó de una manera inesperada para los doctores que pronto llegaron a la conclusión de saber que todo lo que harían por despertarlo, cada esfuerzo... seria en vano

Mientras tanto en el subconsciente de Josue, un laberinto interminable con preguntas que jamás fueron ni serán respondidas.

El lugar se encontraba sumergido en completa oscuridad, su piel era cubierta por la humedad del océano quien se hizo presente en su mundo interno. Segado por las sombras e incapaz de ver algo o tan siquiera moverse, solo y sin fuerzas era arrastrado hacia lo que se suponía, era las profundidades del olvido. Al final de todo esto algo lo esperaba en lo más hondo, lo que marcaba un principio... o un final, algo que representaba a la muerte en las memorias pasadas de su vida, un objeto muy representativo en todo fallecimiento, exactamente: una caja de velorio. Al caer dentro de ella apareció una puerta, esta se serró tan fuerte que ocasionó un enorme estruendo sellando a su vez la única salida del ataúd, su libertad incondicional. Aun con todo eso Josue no parecía sorprendido; o tan siquiera aterrado; pues eso ya lo había experimentado de peor forma en la cuestión de la incomprensión. Una brisa cálida emergió tocando su espalda incitándolo al badén. Fue rápido darse cuenta que estaba cayendo, que estaba de camino hacia su trágica muerte. El sonido seco del golpe contra el pedimento desapareció tan pronto como se originó, para sorpresa de Josue, el seguía vivo; cosa que le deprimió aún más, él no quería estarlo; se sentía vació y no encontraba un motivo más para vivir una vida sin emoción o aspiraciones, se encontraba roto de adentro hacia afuera, tampoco estaba dispuesto a existir sin un propósito. Siguió echado por un largo tiempo, hubieran pasado los años y aun con tanto periodo desperdiciado no se dispuso a pararse de nuevo, él sabía que era peor, nada cambiaba solo era arruinarse ante la complicación de las cosas, él quería algo a que aferrase con todas sus fuerzas asegurándose de no caer de nuevo, no estaba dispuesto a soportarlo otra vez.

Unas luces emergieron de la nada, solo aparecieron y ya. Uno se habría preguntado en ese instante ¿De dónde venían? tal vez ignorando la cuestión de que no había explicación, no en el mundo mental de Josue. Sin temor estas se perseguían en lo más profundo de las sombras ... como si de luciérnagas juguetonas se trataran, él las siguió sin dudarlo pegado a su lado curioso, tratando de ver donde no hay nada que ver. Las horas transcurrían como segundos y no las alcanzaba; a este paso solo se resignaría y las dejaría en paz. De repente ambas cambiaron de dirección y se le acercaron. Felices jugaban y revoloteaban a su alrededor, su luz desprendía calma y serenidad, por si fuera poco se depositaron en sus manos y le sirvieron de vela en el lugar que estaba encerrado.

Caminó fijándose a sus alrededores con ayuda de su nueva compañía. Era un lugar chico, por su apariencia muy vieja y descuidada. En su sendero halló una mesa de madera la cual estaba carcomida por el pasar de los años; no le presto ni la más mínima atención pues toda su curiosidad se la llevó  una biblioteca llena libros viejos y empolvados. Quiso darles una ojeada para ver los escritos, sin embargo, grande fue su decepción al no entender ninguna palabra, nuevamente el tiempo arruinaba su descubrimiento; más aun así no le importaba cuanto la vida lo decepcionaba pues repitiendo; él ya estaba acostumbrado a las tragedias.

Buscó un lugar donde sentarse para pensar sobre los acontecimientos ocurridos, afortunadamente encontró donde contactar con su yo interno, eran unos muebles sin duda muy antiguos, tanto así que la tela utilizada había sido totalmente desecha por las polillas, sin embargo, ignorando las apariencias Josue se recostó en ella pensando... ¿cuánto tiempo pasó desde la última vez que estaba tan tranquilo? las memorias jamás llegaron porque nunca lo estuvo. Siendo sincero, era mejor ese lugar que la mierda de mundo. De repente y sin motivo alguno las lágrimas descendían de sus ojos, después de ser privado ha no llorar... ahí lo podía hacer sin que nadie lo juzgara, quizás esa tragedia no fue tan mala; después de todo se sentía libre, libre en un calabozo.

EL MUNDO DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora