Prólogo

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Después de un largo día intentando resolver un caso que no tenía ni pies ni cabeza Jane y Maura llegan a Beacon Hill para descansar. Eran cerca de las diez de la noche.

El frío de la noche las había obligado a dejar el Dirty Robber pero con la promesa de continuar su pequeña reunión en casa de Maura, incluso a pesar de tener trabajo al día siguiente.

Ambas necesitaban desahogarse.

La morena siguió a Maura al interior de la casa y cerró la puerta cuando ambas estuvieron dentro, Maura, sin pensarlo, fue hacia la cocina y sirvió dos copas de vino blanco, una terminó en las manos de Jane y la otra fue directo a sus labios. Jane la observó relamerse los labios para limpiar las gotas de vino en ellos después de darle un sorbo a su copa, esperando a que Jane se decidiera a hablar, pero no lo hizo, ella simplemente posó su mirada en la copa que le habían entregado, elevó una ceja y miró a Maura interrogante, no era la cerveza que había esperado y la forense lo sabía - Es mi vino favorito, no puedes negarte. - Explicó la rubia, Jane suspiró y con pesadez dio un largo sorbo. El sabor amargo del vino le hizo querer regresarlo a la copa cuanto antes, pero la mirada inquisitiva de Maura le hizo saber que estaba en espera de una buena reacción y ¿Quién era ella para negársela?

La detective se forzó a tragar el vino e hizo una mueca al sentir el ardor que dejaba la bebida con su paso, pero sonrió y elevó su mano hasta que quedara a la vista de Maura. Sus dedos índice y pulgar se unieron formando un circulo entre ellos mientras susurraba - Delicioso - Causando una sonrisa triunfal en la forense y por ende, en ella.

Una hora más tarde, y con varias copas encima, el silencio las invadió casi por completo, ahora estaban en el sofá sentadas tan juntas que Jane podía sentir la piel de Maura rozar la suya y en la casa únicamente se escuchaba el lejano retumbar de la televisión, la voz del narrador del documental que Maura había puesto comenzaba a cansarles pero ninguna era capaz de hablar. No sabían exactamente de qué, Jane estaba ahí para ayudar a su amiga, pues desde su ruptura con Jack, no era la misma, pero no podía ayudarlas a ambas. Odiaba ver a Maura deprimida, pero su propia desilusión amorosa le deprimía. O al menos eso era lo que debía parecer.

No lo mal interpreten, eso no quería decir que Jane no se sintiera mal por su ruptura con Casey, claro que le dolía, pero nunca le había visto futuro a esa relación, por eso cuando él decidió irse a Afganistán, a Jane no le sorprendió, sin embargo, Maura debía creer que de verdad estaba herida, así funcionaba su relación, o al menos así había funcionado los últimos años.

- ¿Entonces no existe posibilidad de que se solucionen las cosas con Jack? - Preguntó la detective para matar el silencio, sin embargo se sintió estúpida en ese momento, pues obviamente no existía esa posibilidad, cosa que agradeció mentalmente. Maura respondió con el tono más triste que pudo hacer y rogó para que fuera suficiente. Ella tampoco estaba triste por su ruptura con Jack, pero le agradaba que Jane pensara que sí. Sabía que la detective era capaz de lo que sea por arreglar su estado de ánimo y eso le gustaba.

- No... Aunque sinceramente no estoy segura de querer que las cosas se solucionen - Reveló la rubia bajando la mirada, la respuesta que salió de sus labios no era la que había pensado dar pero el alcohol comenzaba a hacer efecto en ambas y cada vez se hacía más duro para Maura dejar sus sentimientos ocultos. Jane supuso que esa respuesta tendría algo que ver con ellas y su "relación".

Cada vez que una pasaba por una desilusión amorosa terminaban de la misma manera:

Heridas.

No por la relación que terminaban, más bien por la relación que nunca podían empezar. Ninguna quería seguir pasando por eso, pero el amor que se tenían se los impedía. Querían amarse frente a todos sin importar nada, pero no estaban listas para hacerlo.

Lo dulce de sus labios ||Rizzoli & Isles||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora