Capítulo 4

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Un mes y tres semanas después, Jane sintió que el mundo se le venía encima.
Aquella mañana no le deparaba nada bueno, aunque aún no lo sabía.

A las siete de la mañana fue despertada por el gruñir de su estómago, el dolor que le causaba el hambre era tan intenso que se llevó la mano a él para intentar disminuirlo pero falló en el intento. Buscó con la mirada a su novia y la vio salir del baño con una bata de satín blanco cubriendo su cuerpo, el cabello lo llevaba amarrado en una coleta desordenada que le hizo sentir a Jane que el mundo se detenía cuando la rubia le guiñó el ojo y después se posó en la puerta, imitando una sexy pose: — Buen día, detective Rizzoli — Una sonrisa se formó en los labios de ambas y Jane se intentó levantar de la cama para caminar hacia su novia, pero cuando lo hizo, todo a su alrededor comenzó a dar vueltas y ahora, el estómago no le pedía comer, quería sacar todo lo que tuviera dentro. La detective se llevó una mano a la boca y corrió al baño, alertando a Maura, que siguió sus pasos para sujetar el cabello de su novia mientras ella daba arcadas en el inodoro, la rubia se preocupó al instante, pues Jane no era el tipo de persona que solía enfermarse. — Pero si no has comido nada desde ayer... ¿Necesitas un médico?

Jane negó al instante, se pasó el torso de la mano por las comisuras de la boca y caminó hacia el lavabo para quitarse el mal sabor de sus labios.

Dos meses. ¿Cómo pudo dejarlo pasar? Casi dos meses desde la última vez que estuvo con Casey. Bien pudo sospecharlo tiempo atrás, sin embargo, la felicidad que la rubia causaba en ella le hacía querer pensar en eso como un sueño, sabía que no cambiaría solamente su vida, también cambiaría la de Maura. Caminó hacia ella y dejó un casto beso en su frente a modo de disculpa, pero que causó una sonrisa en su novia, logrando que olvide todo lo que había pasado minutos atrás.
Maura estiró su cuerpo para quedar a la altura de Jane y dejó un tierno beso en sus labios para después dedicarle una sonrisa — Prepararé el desayuno, te espero abajo.

Así que después de terminar el tazón de frutas del desayuno, Jane se limpió los labios para eliminar el residuo de jugo que las frutas pudieron dejar en ellos, se levantó de la silla y depositó un beso en los labios de Maura. Un último beso — Nos vemos más tarde, debo pasar por algunas cosas a mi departamento — Se despidió la detective. Maura estuvo a punto de ofrecer llevarla, pero la morena la detuvo, argumentando que se les haría tarde a ambas.

Sin embargo, Jane no iba a su departamento. Dos semanas atrás, cuando las nauseas y los mareos habían comenzado, decidió hacerse una prueba de embarazo. Ese día iban a confirmarle lo que tanto se temía.

Quería mantener toda la distancia posible con Maura, porque en el fondo sentía que le había fallado.

°°°

El golpeteo de los dedos de Jane contra el escritorio de madera le llamó la atención a Frost desde su lugar, se arremangó la camisa y soltó un leve carraspeo de garganta: — ¿Todo bien?

A pesar de que era normal para todos que Jane se perdiera en sus pensamientos por largos periodos de tiempo, Frost supo que algo andaba mal cuando el reloj marcó las siete de la noche y Jane no salió corriendo a la morgue para ver a Maura.

La morena suspiró y la tristeza se hizo presente al instante, sus ojos adquirieron un brillo que demostraba la presencia de lágrimas en ellos. Tragó en seco para intentar hablar, sin embargo no pudo. En su mente todo lo que había logrado con Maura se había venido abajo, sabía que las cosas iban a cambiar en el momento en que le dijera todo y tenía razón. La detective, insegura, tomó sus llaves y se marchó a su departamento sin importar que Frost la llamara con notoria preocupación en su voz, después tendría tiempo para disculparse. Lo único que quería era pensar en la forma de decirlo sin lastimar a su novia.

Más tarde, Maura se sorprendió al mirar el reloj de la morgue marcar las ocho de la noche. Hacía una hora que Jane había terminado su turno pero no bajó por ella, claro, había estado tan absorta en la autopsia que realizaba que no se había dado cuenta. Se quitó los guantes con cuidado y mientras limpiaba la morgue llamó a su novia.

— Hola, cariño — Exclamó ansiosa. Había pasado el día planeando cómo pasaría la noche con Jane y estaba desesperada por poner su plan en marcha, sin embargo, no contaba con escuchar la voz apagada de su novia al otro lado de la línea.

Hola — Un suspiró de derrota salió de los labios de Jane y continuó — Estoy en mi departamento — sabía que debía decirle a Maura cuanto antes, pues mientras más tiempo pasara sin saberlo, peor sería el golpe para ella.

— Okay... llego en veinte minutos

Sin pensar en más cosas, Maura salió del departamento de policías, subió a su auto y manejó hasta el departamento de Jane, esperaba que todo estuviera bien, aunque el tono en la voz de la detective le hacía saber que era todo lo contrario.

Su mente viajó hasta las últimas semanas y lo bien que lo habían pasado, si de algo debía estar orgullosa, era de haberse dado la oportunidad con ella. Entonces el miedo de apoderó de ella.

Antes de poder notarlo estaba parada frente a la puerta de madera marcada con el número 12, dio un largo suspiro para darse valor y utilizó las llaves que la detective le había dado semanas atrás. Al entrar notó a su querida morena frente a la barra de la cocina. Su largo cabello caía sobre su espalda y sus hábiles dedos tecleaban algún informe en el ordenador. Cuando Jane escuchó el crujir de su piso supo que no había marcha atrás.

Maura caminó a ella insegura, el sonido de sus zapatos al golpear el suelo de madera era lo único que impedía que el silencio gobernara sobre ellas — Jane...

Esa voz. Esa voz hizo que las lágrimas cubrieran los ojos de Jane de nuevo, las palabras de Maura habían salido en un susurro inseguro, pero Jane pudo asegurar que la rubia sabía que algo marchaba mal. Seleccionó el documento que le habían hecho llegar horas antes de la clínica y se hizo a un lado para dejar que Maura tomara su lugar — Leelo.

Los ojos de Maura recorrieron la pantalla de la laptop, con cada palabra que leía su ceño iba frunciéndose. Miles de preguntas recorrieron su mente sin entender al 100% lo que estaba leyendo, entonces llegó a esa única palabra que logró romper su corazón al instante:

"Positivo".

Sus ojos se cubrieron de lágrimas, el nudo en su garganta le impidió hablar al principio, pero dio una gran bocanada de aire para poder preguntar — ¿Qué es esto? — La morena no estaba diferente a su novia, sintió su corazón encogerse al escuchar el tono de voz tan frío que la chica utilizó para referirse a ella.

— Estoy embarazada — La menor soltó una sonrisa nerviosa.

— Si quieres atarme a ti, no creo que eso funcione — Se burló, sus labios esbozaron una sonrisa fingida y se giró hasta quedar frente a ella — Soy tu novia, no hace falta. Además… Las cosas no funcionan así.

Convencida de que se trataba de una broma, Maura quiso dejar un pequeño beso en sus labios, pero Jane la detuvo, se mordió el labio inferior y rogó para que las siguientes palabras no lastimaran demasiado a Maura.

— No es broma. Estoy embarazada.

Algo en el pecho de la rubia se estrujó, el dolor en él era tanto que incluso la garanta había empezado a doler, sus ojos ardían pero parpadeó un par de veces para evitar que las lágrimas salieran de ellos, fallando al instante, pues el movimiento de sus párpados sólo logró acelerar el proceso.

— ¿Es de Casey?

Jane asintió con obviedad y utilizó sus manos para cubrir su rostro. Maura estaba tan sorprendida con su confesión que no sabía cómo actuar. Ahora había un bebé que uniría a Jane y a Casey, la que estaría de sobra era ella, o al menos eso pasaba por su mente.

Llena de dolor dejó las llaves sobre la encimera de la cocina y caminó hacia la entrada. Jane la siguió y sujetó su brazo para evitar que se marchara — Nunca quise que pasen así las cosas, de verdad lo siento.

El rostro de Maura estaba lleno de tristeza y dolor, tragó en seco y se marchó.

Maura nunca rompió su promesa, ella no se marchó a mitad de la noche mientras Jane dormía, se marchó mientras Jane estaba despierta y sin poder hacer nada para detenerla.

Lo dulce de sus labios ||Rizzoli & Isles||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora