Capítulo 7

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Un bufido acompañó el golpe de la alacena al ser cerrada por Maura. Era la tercera vez que la abría, como si fuera posible que por arte de magia ahora estuviera repleta de alimentos, pero no. Suspiró derrotada y sacó lo único disponible: Un paquete de tostadas y algo de mermelada, después caminó a la heladera y sacó de ella dos huevos.

¡Lo sabía! Sabía que la cocina de Jane probablemente estaba vacía, pero decidió confiar en la responsabilidad que tenía la detective con su embarazo, así que se aferró a ella en un abrazo, sus piernas entrelazadas y el olor a lavanda de la morena invadiendo sus fosas nasales, y con tranquilidad volvió a dormir. A las siete de la mañana había despertado para preparar un buen desayuno y se había encontrado con eso, con absolutamente nada en la alacena. Si quería llegar a tiempo e impecable a la comisaría su primer día iba a tener que hacer magia, aunque eso fuera lógicamente imposible.

Apenas puso dos tostadas en la tostadora y uno de los huevos a freír, y el timbre sonó, sobresaltándola; soltó una risa nerviosa y caminó hasta la puerta.

Un rostro casi pálido con la cabeza gacha entró por ella al abrir. Una mesa de desayuno en sus manos, sobre ella un plato con dos panques perfectamente circulares adornados con algunos frutos, un vaso de jugo a un lado y para rematar, una rosa adornando, haciendo más perfecto el platillo - Hola, Jane - Habló la mujer sin mirar a Maura - Ayer ya no pudimos terminar nuestra conversación, pero la cena sigue en pie... - terminó de hablar buscando a Jane con la mirada, pero tropezó con los grandes ojos avellana de la forense interrogándola - ¡Oh! No sabía que Jane tenía visita, habría traído más - Hablaba tan rápido que Maura casi había agradecido haberle entendido. Una extraña sensación la invadió al instante. 

- No hay problema, ella sigue dormida

No confiaba nada en esa mujer. Nada.

- Bueno, supuse que no había estado comiendo mucho, ayer casi se desmaya - Caminó hacia la encimera y dejó la mesita ahí, luego se giró hacia la habitación, como si ya supiera que ahí debía estar. ¿Por qué sabía que esa era la habitación de Jane? - ¿Sabes que le pasa?

La forense estuvo a punto de responderle, pero sabía que Jane lo diría en cuanto estuviera lista, así que se detuvo - Solo ha estado trabajando de más, pero yo me estoy ocupando de que coma. Ahora, si me disculpas... - Su mirada viajó a la salida, pidiéndole que se marche. La pelirroja estaba a punto de hacerlo, pero el sonido del aceite hirviendo y el olor a quemado las inundó. Maura abrió los ojos con sorpresa y corrió a apagar la estufa. Lo que faltaba. Sus ojos se cerraron con furia y se llevó la mano al puente de la nariz para evitar gritar por la frustración que preparar un simple desayuno estaba causándole.

- Uy, mala idea - Susurró la mujer a su lado, la mirada fría y casi asesina de Maura la hizo retroceder hacia la puerta - Yo... Paso a saludar luego.

Al otro lado del departamento, Jane se había levantado por el sonido de alguien tocando la puerta, pero al escuchar la voz chillona de Gracie prefirió comenzar con su rutina mañanera y entrar al baño. Cuando había terminado con todo - y después de escuchar a la mujer salir del departamento - fue hacia la cocina, se encontró a su novia frente a la estufa: ambos dedos, índice y pulgar masajeaban el puente de su nariz y un resoplido de frustración salió de su boca. Y frente a ella vio la comida que Gracie había dejado. Pensó que Maura lo había preparado para ella, así que llevo una bocanada de los panques a su boca y los saboreó.

Caminó hacia Maura, que había caminado hasta el lavamanos y la acorraló entre su cuerpo - Está delicioso, amor - Con su mano en la cintura de la rubia, la hizo girar hasta quedar de frente, sus largos dedos recorriendo el corto camino hasta el trasero de su novia y después se adentraron a su pantalón, enviando un dulce cosquilleo hasta su entrepierna.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2022 ⏰

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Lo dulce de sus labios ||Rizzoli & Isles||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora