A pesar de que Maura quiso alejarse de Jane el mayor tiempo posible para aclarar sus sentimientos, no pasaron más de tres semanas para que regresara a Boston.
Y fue Barry Frost el que se sorprendió al ver el contacto de Maura como remitente de su último mensaje.
[17/7 10:54p.m.] Dr. Isles: ¿Podemos hablar? Estoy en la entrada de tu casa.
La forense había comprendido que no importaba lo que viniera más adelante, Jane le había pedido que se quedara por una razón: El amor que se tenían. Y si, a pesar del bebé que venía en camino, Jane aún la quería en su vida, Maura estaría en ella, así que esperó llena de esperanza frente aquella puerta de madera que había visto solamente dos veces desde que conocía a Frost, pero los minutos pasaron y no hubo ni una respuesta.
Completamente derrotada giró sobre sus tacones decidida a marcharse, pero no lo hizo. Algo en su interior le susurraba que no lo hiciera, y por primera vez le hizo caso a esa voz interna. Inspeccionó el lugar buscando alguna clase de asiento, pero no lo encontró, así que, con la fineza que la caracterizaba, caminó hacia los escalones de la entrada y bajó, pasó levemente su mano sobre el último de ellos y después repitió el acto un poco más decidida. Cuando consideró que el lugar estaba limpio, tomó asiento.
No hubo respuesta, al menos no al instante, pero Maura no esperaba una, era muy probable que Frost la odiara por haber dejado a Jane de nuevo, pero ésta vez quería arreglar las cosas en serio, así que seguiría esperando. Justo por eso se había marchado, pero primero debía saber cómo estaba Jane. No quería llegar y causar más estragos en su vida sin pensar en su bienestar.
Por otro lado, Frost no sabía qué hacer. Había estado a punto de abrir la puerta unas tres veces pero algo lo detenía. Al igual que Jane, Maura era su amiga, pero la detective había sufrido con cada una de las acciones de la forense y él debía apoyarla, porque sabía lo mal que un corazón roto podría dejarte.
Vaciló con su celular un par de minutos y después decidió lo que él creía correcto. Caminó a la puerta y la abrió con cuidado de no hacer tanto ruido hasta que su mirada chocó con el cuerpo de Maura, completamente ajena a su presencia.
Necesitaba hablar con alguien y Frost era el indicado para eso, por eso soltó un suspiro de alivio cuando sintió la mano de su amigo tocar levemente su hombro para tomar asiento junto a ella.
— ¿Qué haces aquí? Te has equivocado de casa. — Preguntó el moreno después de unos segundos en silencio. No pretendía sonar mal, pero sus palabras fueron mucho más frías de lo que pretendía, lastimando profundamente a Maura.
— ¿Por qué lo dices?
— Bueno… A quien deberías estar buscando ahora, es a Jane — Le hizo saber el chico sin más. La forense negó levemente al instante y con ese gesto lo único que logró fue confundir a Frost — Pensé que querrías regresar con ella…
— Te aseguro que no es eso — Contestó algo melancólica en cuanto notó que su amigo había mal interpretado sus gestos, sus manos, que habían estado entrelazadas hasta ese momento, fueron a parar hasta su frente en un acto de frustración — Jane es la persona que más amo en este mundo…
— ¿Y tuviste que irte un mes para darte cuenta? — Maura no supo qué más decir, sabía que había hecho mal, que había dudado tanto para reconocer sus verdaderos sentimientos y también sabía que Jane no merecía nada de eso.
Entonces la pregunta que llevaba semanas rondando su mente apareció de nuevo para ser pronunciada con inseguridad — ¿Tu crees que ella me…?
— Jane te ama — Se adelantó el chico — ¿Está triste? Definitivamente, pero… — Su mano fue a parar a la rodilla de Maura y la sujetó con firmeza para demostrarle su apoyo — Ella te ama, explicale las cosas y ya.
Ojalá fuera así de fácil.
Maura soltó un suspiro resignado, solo el hecho de saber que había hecho sufrir a la morena le partía el alma, pero veía esas semanas como un pilar para su relación, si Jane la aceptaba de nuevo se preocuparía únicamente en amarla y darle lo mejor, a ella y al bebé que venía en camino por el simple hecho de ser una pequeña parte de la mujer que amaba.
— ¿Cómo ha estado?
— No le ha hecho muy bien tu partida — Los ojos de Barry se encontraron con los de Maura, el brillo natural de estos se apagaba cada vez más y así, poco a poco, el verde avellana se llenó de lágrimas y una mezcla de entre tristeza y rabia hacia ella misma se hizo presente, seguido de culpa. Odiaba ser la causante de eso — Casi no come y a juzgar por la cantidad de cafeína que bebe, apuesto a que tampoco duerme.
Con esas simples palabras, la mente de Maura empezó a fabricar cientos de problemas con los que podía nacer el bebé.
Jane estaba en problemas.
Maura se despidió de Frost después de agradecerle sus consejos y comenzó el camino al departamento de Jane.
•••
Pasear a Jo Friday nunca había sido algo que Jane hiciera más de dos veces a la semana, sin embargo, desde que Maura se había marchado caminaba con su mascota cada noche.
La forense había dicho una vez, que ejercitarse era bueno para el embarazo, así que comenzó a hacerlo seguido. Era su forma de tener a Maura cerca.
Sujetó la cadena de su Yorkshire terrier, se aseguró de tener todo cerrado y salió de su departamento.
El lugar estaba igual de vacío que siempre, la única compañía que tenía era la de su mascota, sin embargo, la perrita estaba algo alterada, pasaba entre sus piernas y ladraba hacia las escaleras como si mirara algo que solo era visible para ella, así que, dos pisos abajo, Jane se detuvo para intentar calmarla y estiró sus brazos hacia ella. Cuando estaba por levantarla una voz inundó el lugar. Era aguda, tierna y demasiado conocida para ella. Mierda.
— ¡Hola, Jane! — Quiso cambiar de rumbo en ese instante y lo hizo, giró sobre sus talones a una velocidad deslumbrante y comenzó a desandar sus pasos hasta el departamento intentando huir, pero fue en vano. La mujer de la que tanto huía estuvo a su lado incluso antes de que pudiera dar un tercer paso.
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Lo dulce de sus labios ||Rizzoli & Isles||
Fiksi PenggemarMaura perdió a Jack. Jane perdió a Casey. Ese no era el problema. El verdadero problema radicaba en ellas y su imposibilidad de reconocer el amor que se tenían.