Capítulo 1 "El funeral".

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Hola mi nombre es Susana García, el día de ayer mis padres fallecieron y ha llegado el momento de que yo hable. Llegó mi turno de pasar a ese pequeño escenario de madera y dirigirme a todos los amigos y familiares de mis padres que llenan esta pequeña sala. Subo un par de escalones, y aunque mi vestido no ayuda mucho, lo consigo. Estoy frente a todos y la mirada curiosa y lastimosa de cada uno de ellos está sobre mí. —Hoy 14 de Abril, estamos reunidos aquí debido a que dos personas acaban de fallecer, dos personas importantes para todos los presentes, pues eran hijos, hermanos, amigos... y PADRES. Carlos y Diana García fueron sin duda una pareja maravillosa. Un hombre que aunque trabajaba mucho y casi nunca iba a casa, amaba a su familia, que aunque no asistiera a los cumpleaños de su hija siempre se hacía presente. El ser un científico excepcional era un trabajo de tiempo completo, siempre trataba de encontrar nuevas formas de hacer nuestra vida más sencilla, y además, una vez que regresaba a su hogar compensaba todo el tiempo fuera, pasando tiempo de calidad con su familia. Y no, ver la televisión juntos no es pasar tiempo de calidad... Yo hablo de salir al parque y hacer un día de picnic, de ir en globo sobre hermosos campos de flores, sentarnos y platicar sobre cualquier tema y estar segura de que él está escuchando y que te dará el mejor consejo posible. Eso para mí lo convierte en el mejor padre del mundo. Y ella la mujer más maravillosa que conozco, la mamá perfecta, con equilibrio entre madre y amiga, que sabe escuchar pero igual puede llamarte la atención, una cocinera increíble... créanme, todo lo que cocinaba sabía a gloria. Le encantaba hacer postres y la verdad es que yo disfrutaba mucho comiéndolos, siempre me animó a hacer nuevos amigos y me enseñó a no juzgar un libro por su portada, siempre hay que dar el beneficio de la duda y por eso estoy aquí hoy— Todos se quedaron mirándome, pero igual continúe... —Pese a que esta mañana murieron mis padres, nada cambió para ustedes. Abuelo Jorge y abuela Lorena... sus discursos han sido los más ensayados y vacíos que he escuchado en mi vida, ni por que su hija acaba de fallecer tienen la decencia de ser sinceros. No puedo creer que mi madre fuera hija suya, ella era la amabilidad y la sinceridad en persona, me dan vergüenza— Se me quedan viendo con una mirada que mataría a cualquiera y una de las filas de adelante veo que alguien está queriendo reírse, lo miro fijamente y me dirijo a él... —Tío Jorge, tú eres el peor de todos. Solo has venido al funeral con la intención de ver si mi padre te ha dejado algo, por que como casi todos sabrán estas en la ruina y no haces más que pedir dinero y claro como tu hermano lo tenía hay que ver que le podemos sacar al difunto y al fin y al cabo ya está muerto ¿no? ¡¿Qué tanto lo puede ocupar?! La verdad es que no he visto el testamento de mis padres pero ¡ojala no te hayan dejado nada en absoluto! No mereces un solo centavo de él, eres el hermano mayor se supone que tu debías ayudarlo y no al revés, aunque ambos perdieron a sus padres muy jóvenes él creció, maduró y se superaba día a día ¿y tú? Bien gracias, no hacías más que ser un fracasado. Te dejó tu mujer por que no podías mantenerla y no hacías más que buscar negocios sin pies ni cabeza, no has hecho más que llorarle a mi padre por dinero toda tu vida, él siempre ha tenido que andar solucionándote la vida y ahora que está muerto quieres ver que tanto provecho puedes sacarle a la situación— Para este momento todos me miran atentamente, preguntándose quien será el siguiente y en eso se levanta Lucia, la mejor amiga de mi madre y se va acercando a mí, entonces las miradas de todos cambian a su dirección.

– Susy, basta— dice Lucía.

– ¡No, mis padres están muertos y a ellos no les ha importado en lo más mínimo, no sé qué hacen aquí!- contesto agitada.

– Me interesa a mí y a ti ¿crees que a Diana le hubiese gustado verte así? —

– Pues, no lo sé y no puedo preguntarle... —

– Tu madre siempre estaba sonriendo e inspiraba felicidad, estoy segura que ella no querría que estuvieras triste, te diría que todo va a estar bien que puedes hacerlo, que eres fuerte y lograras superarlo y yo también lo creo. —

– ¿Cómo estas tan segura?– le pregunto con voz afligida.

– Porque eres hija de Diana, mi querida Susy eres igual de fuerte que ella. Eres un sol, estas pasando por una tormenta no te permite ver tu luz, pero si me dejas, yo puedo ser el viento que aleje las nubes y puedas volver a sonreír—Sin pensarlo dos veces me lance a sus brazos y la abrace lo más fuerte que pude, ella ponía un brazo en mi espalda y con el otro me acariciaba el cabello, pero en eso un hombre de traje que no había visto se me acerca.

– Señorita Susana García...— dice.

Lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora