2-LUNES:

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 -Evariste Galois. -La voz del señor Dickson resuena en todo el salón y hace que las conversaciones mundanas, sostenidas por algunos estudiantes desinteresados, lleguen a su fin. - ¿Quién me podría decir algo sobre este hombre?

Los estudiantes comienzan a revolver las hojas de sus libros y algunos murmullos llenan de nuevo el ambiente del aula. El profesor comienza a caminar alrededor de nuestros escritorios y nos mira como si se tratase de su próxima víctima.

-Señorita Whitehouse. -Al hacer mención de mi apellido, dirijo mi vista hasta nuestro viejo y muy sabio profesor de álgebra. - ¿Usted nos podría decir algo sobre Evariste Galois?

Asiento ligeramente y me levanto de mi escritorio para, según la teoría del profesor, tener toda la atención de los estudiantes. Aclaro mi garganta y retuerzo el borde de mi falda para disipar los nervios. -Evariste Galois, fue un matemático francés muy notable. Tras descubrir las matemáticas a los quince años, se dedicó a ellas por completo. Murió en mil ochocientos treinta y dos, en un duelo de pistolas, con tan solo la edad de veintiuno.

-Muy bien dicho, señorita Amelia. ¿Alguien más tiene algo que aportar sobre este brillante matemático?

Saber que el señor Dickson aprueba mi conocimiento sobre el tema, solo hace que mi autoestima se eleve unos cuantos puntos más, y no es que no lo haya hecho antes, en realidad lo ha hecho cientos de veces, pero cada vez que lo hace es mucho mejor que la anterior. El hecho de que un hombre tan inteligente y preparado como él apruebe mis conocimientos, es un logro asombroso, no me canso de escuchar esas palabras.

-Muy bien, como nadie quiere dar otra respuesta a lo que su compañera acaba de informarnos, supongo que podemos comenzar con nuestra clase. Saquen sus libros en la página doscientos quince, hoy aprenderemos sobre la teoría de conjuntos.

...

Mia se lanza sobre la banqueta a mi lado y, literalmente, choca su frente contra la mesa de la cafetería.

-Ouch, eso debió doler. -Digo imaginando el posible hematoma que cobrará vida en su frente.

-Duele más obtener un cuatro en el examen de física. -Responde la rubia aún contra la madera de la mesa.

- ¿Cuatro? Pero si estuvimos estudiando todo el sábado.

-Ya lo sé, pero parece que toda la información abandonó mi cabeza mientras dormía.

- ¿Y ahora qué harás? -Pregunto recordando el ultimátum del rector.

-Tendré que hacer un recuperativo en la próximaclase. 

-Pues, será mejor que comiences a practicar esos ejercicios. ¿Cómo se te pueden hacer difíciles unas tontas ecuaciones? Hasta un niño podría resolverlas.

-Eso lo dices tú porque eres súper dotada, pero yo odio cualquier cosa que tenga que ver cálculos y formulas. A mi déjame la literatura. -Mia levanta su cara de la mesa y dirige su vista hacia la fila de estudiantes que esperan por servir sus platos de comida. -Ahora, si me disculpas, tengo que conseguir algo de comer antes de que muera de inanición.

-Tu siempre mueres de algo. -Digo recordando nuestra conversación acerca de morir de hipotermia, justo ayer en la tarde. -Estoy comenzando a creer que eres hipocondriaca.

-Mi psicólogo dice que es paranoia, pero creo que lo que dices suena mejor.

Mi amiga desaparece entre las mesas de estudiantes, así que vuelvo a mi libro de Jane Austin que estaba leyendo justo antes de que ella apareciera.

La ciencia del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora