Habían pasado dos días desde la muerte de Caitlin. Puedo decir, que fueron los dos segundos peores días de mi vida.
Ahora no tenía nadie. No sabia donde se habia metido Nick , sobre todo en estos momentos, en los que tanto lo necesito. Lo extraño, extraño su mirada, sus labios... todo.
No sé, como la vida puede cambiar en dos días, en solo dos días. De tenerlo todo, a no tenerlo. Soy algo exagerada, pero por lo menos podría contestar a mis malditos mensajes, podría hacerlo. No creo que le cueste un <tranquila, estoy bien> ¡No le cuesta!
No se que pinta, puedo tener. Pero, seguramente estaría horrible. He pasado los últimos días en vela, llorando. Enviandolé mensajes a Nick, los cuáles ignoraba. ¡Y lo peor, es que no puedo ir a su casa! No quiero ver a Tom, y sus amenazas, que no me acerqué a él. Pero yo le quiero, joder, le quiero. Lo necesito. No puedo estár más sin él.
Salí de la cama, dondé había pasado los dos últimos días. Me dirigí con la cabeza cabizbaja, y vi me reflejo en el espejo. Estaba absolutamente horrible, creo que no he estado así en mi vida.
Pero, quiero una nueva vida. La vida que hubiera tenido, de no haber muerto mi madre. Sin mafias, sin muertes de por medio. Nada. Solo Nick, y yo. Una vida normal, sin sangre. Quiero ser Becka Preston, no Jenna Montgomery. Estoy harta de ser siempre la que no soy, yo no quiero ser así. Oh, Nick, me hiciste cambiar tanto. Que me duele tanto no verte...
Me empezé a duchar, no sin seguir pensando en él, y cuando volveria a verlo. Me peine mi larga cabellera, y me puse unos pantalones cortos vaqueros con un top beige.
Iba a ir a su casa, me daba igual Tom, y todas sus amenazas. Yo lo quería, y no me importaba que me matará, si hiciera falta. Necesitaba verlo, por mi cordura, o acabaría perdiendola.
Tocaron al timbre, y yo fui con algo de enfado hacía ella. No me esperaba encontrar a esos ojos azules, que hacia que me derritiera. Le sonreí, pero el no me la devolvió. Dejé de sonreir, y empezamos a miranos. Nos quedamos asi, por unos minutos, hasta que sin previo aviso, el entró. Confusa, cerré la puerta.
- Lo siento- me susurró cerca mio.
No pude replicar, algo se estampó en mi cabeza, haciendo que todo se volviera oscuro.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza, atada de manos y pies a una silla. Estaba en mi cocina. Lo último que recuerdo, ha sido que entraba Nick en mi casa. Oh, claro. Esto me lo ha hecho él.
-¡NICK!- grité lo más alto que pude.
- Oh, veo que despertaste- dijo con amargura en su voz
- ¿Qué mierdas haces? Suéltame- dije a punto de llorar.
La sensación de miedo, no era lo que podía hacer que mis lágrimas se escapasen. No. Era ver como Nick, rebuscó algo, y cogió una pistola, mientras apuntaba hacia mi cabeza. Sonrió, pero esa sonrisa, no le llegó a los ojos.
- Por favor, Nick. Escúchame.
- No. ¿Crees que no se desde el primer momento quién eras? ¿Te crees que no sabía que eras Jenna? Desde el momento en qué nos cruzamos en esa biblioteca, supe quién eras.
- Yo..
- No quiero tus malditas disculpas, ¡joder!- gritó, haciendo que me sobreesaltara- Me mentiste.
- Tu lo sabías. Lo siento, te juro que lo siento. Yo... no tengo excusa, solo puedo decirte que te quiero.
- ¿A mi y a cuántos más Jenna?- dijo, notándose que tenía mucho dolor- Me dices que lo sientes, porque soy más astuto y listo que los demás. Soy el hijo del jefe que amenaza tu mafia. ¿Te crees que no me lo esperaba?- rió con amargura- Lo que quiero decir, esque estás pidiendome disculpas, por el simple hecho de que te voy a matar.