El joven Shōyō, cantando hacia el viento sus anhelos y esperanzas, deseaba que sus palabras viajaran y que alcanzaran a su novio; a su corazón, a su boca y aliento; hacia el mundo, a su amor y desamor, a esos imposibles y posibles. Era una composición especial para Tobio, en la cual predominaban las metáforas, hipérbaton y sinestesia, armando una aura mística y fantástica.
Su hermana le ayudaba con el coro y a doblar su voz intensificando las partes necesarias. Ella había oído muchas veces la canción, por lo que, sin querer entrometerse en la vida de su hermano, había aprendido la letra, la forma de cantarla y su significado, ella podía entenderlo porque sabía qué clase de amor era, cómo se exploraba y cómo se expresaba en una canción.
Shōyō, mientras tanto, alineaba su castaña mirada al horizonte, donde el cielo se perdía en el bosque más allá del pueblo que rodea al palacio, donde había visto llegar a su novio a lomos de un caballo negro cientos de veces, donde se hallaba su libertad de amar en paz. Llevaban en una relación por dos largos años, separados por días de distancia y conectados con pequeñas cartas en código enviadas gracias a sus aves mensajeras, sin embargo, muchas veces solo poder ver su caligrafía y tocar una hoja y tinta que él alguna vez tocó, no bastaba, no era suficiente. Esas ocasiones en las que se volvía un suplicio hasta respirar, escribía una llave de 'Do' en la hoja que el águila llevaría hasta el balcón de Tobio, que significaba la próxima visita de Shōyō al lugar secreto en el reino Kageyama. O viceversa.
De esta manera, podían verse, aunque deberían mentir a sus familias, no importaba mientras sentían la piel del otro contra la suya, olían su fragancia y saboreaban su esencia. Ya se preocuparían de las consecuencias luego, ese amor consumido a borbotones valía completamente cada castigo, reprimenda y decepción por las que podían llegar a pasar.
Antes, era mucho más fácil para los jóvenes verse, porque sus padres invitaban al príncipe de Kageyama a darle clases de música a sus hijos, así Shōyō aprendió a leer música y tocar algunas cosas en el piano. De eso, hacía ya un año.
- Deberíamos arreglar ese último párrafo, hermano. - sugiere Natsu al oír algo extraño en el cierre de la canción.
- Tienes razón, no suena como quiero. - asiente Shōyō, deseando completar a la perfección su obsequio para Tobio. Pronto estarían de aniversario y la vez anterior, Tobio le había dado las partituras de la primera improvisación que hicieron juntos y le había encantado.
Sutilmente, una rítmica melodía distrajo al príncipe, quien poseía un oído muy sensible, aún más que el de su hermana. Pero solo después de que el sonido se intensificó, Shōyō reconoció que era el de una guitarra que provenía desde fuera de las murallas del palacio. En ese instante, Natsu reconoció el inconfundible "Sonido del Amor" y saltó lejos de su sitio, arrastró fuera del castillo a su hermano, y terminaron por alcanzar los jardines en el ala sureste del palacio. Llegaron a una gruesa enredadera que se encaramaba por el alto muro hasta el otro lado, donde la guitarra podía oírse claramente del otro lado.
- Shhh... - acalló a su hermano que se disponía a hacer una pregunta.
Natsu se propuso sincerarse completamente con su hermano desde que sus padres le dieron la noticia que se casaría en exactamente un año -su hermano al parecer sabía desde antes, sin embargo, no tenía permitido mencionarlo-, desde entonces, su hermano se escapaba más seguido y nunca podía encontrarlo cuando sonaba la guitarra. Hoy al fin podría presentárselo. Para esto, ambos escalaron las enredaderas y asomaron sus cabezas a la verde planicie que se extendía salpicada de unos cuantos árboles hasta que el bosque realmente espesara. Allí en frente a unos cuantos pasos, había un chico con una guitarra en el regazo, recostado arriba de un árbol, inhalando para al segundo después, comenzar a cantar al compás de la melodía que salía de su guitarra. Añadiendo con su voz una letra romántica en latín (una lengua poco accesible para gran parte de la población de cualquier reino).
Por unos instantes, Shōyō confundió a ese chico con Tobio, eran increíblemente parecidos, una mirada azul marino, cabellos lisos y sedosos, expresión serena y complexión delgada, tal y como dos gotas de agua. Sin embargo, sus voces y sus labios eran diferentes. No había persona en la tierra que conociese mejor los labios de su hombre que el príncipe de Hinata, quien sabía que no se parecían en nada a los de ese joven que acababa de notar sus presencias. Los príncipes pasaron por encima de la muralla y bajaron por la misma enredadera, caminaron hasta encontrarse delante del árbol del chico quien sosegado cantaba y bailaba sobre la guitarra que secundaba su voz, dedicado absolutamente a la princesa Natsu que, en su letargo, le observaba sonriendo enamorada hasta la punta de sus cabellos. Una vez que el joven acabó con su presentación, bajó de un salto y quedó de pie frente a los príncipes, hizo entonces una reverencia al mayor de estos en forma de respeto.
- Es un honor conocerle, príncipe Shōyō-sama, mi nombre es Yamikumo Eric. - ahora que le veía de cerca, este chico era un poco más bajo que Tobio, parecía ser más joven que él, además.
- Levanta tu cabeza, amigo mío y llámame Shōyō, por favor. - se adelantó el rubio, extendiendo una mano en su dirección, siendo respondido al instante con nerviosa felicidad - Me basta solo ver la mirada de mi hermana para dar cuenta de la dicha entre ustedes dos. - pausó para apreciar la ansiosa mano de Natsu que buscaba enredarse en los dedos de Eric - Y tienen mi aprobación. - finaliza.
Conversaron por largo tiempo, explicaron su historia con lujo de detalle y sorprendentemente (o no) Natsu adivinó gran parte de la historia de su hermano, a excepción de cosas como que la razón de su unión fue la música, o que Tobio venía bastante seguido únicamente a visitar a su hermano, podía notar cómo se miraban y buscaban tímidos roces cuando sus padres planificaban citas entre los jóvenes comprometidos. Aquella cercanía entre su prometido y su hermano era sospechosa, pero muy romántica.
Shōyō pudo entender la razón de por qué le gustaba Eric a su hermanita, no por el físico del muchacho -ya que realmente eran casi iguales con Tobio-, sino por su buen carácter, sonreía todo el tiempo y veía un lado positivo a cualquier cosa, además de tener un gran sentido del humor. Muy opuesto a su novio, quien era más bien callado y serio, pero sumamente transparente y sincero, nunca adornaba sus palabras. Pero entonces su mente comenzó a relacionar y comparar todo y cuando sentía que explotaría por la intriga... preguntó:
- ¿Tienes algún parentesco con el príncipe Tobio? - hubo un largo silencio que el joven supo sostener con mirada firme. Natsu estaba incómoda, nunca, desde que conoció al príncipe Tobio, quiso preguntar algo así, a pesar de haber casi caído desmayada al ver tal parecido.
- Somos hermanos. - responde tajante y sereno, dejando caer la mirada a la nada. Era un tema que prefería ignorar - Aunque el príncipe Tobio no lo sabe.
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Amor de Reyes ♡Kagehina♡
FanfictionLa Alianza Karasuno era la que permitía a todos los países del continente mantener una paz estable, además de un buen y creciente comercio. Para agradecer la amistad, el reino líder de la Alianza auspiciaba una fiesta invitando a todos los reyes inv...