8 | Durante la Visita...

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- Quiero mostrarte algo más, Shōyō. - habló el joven príncipe, despertando al silencio con su serena voz.

El mencionado asintió y sujetó con fuerza su mano. Fueron entonces guiados por el heredero de este reino que pisaban por un camino diferente del que vinieron. Era más corto y con menos seguridad para entrar al palacio. De ahí subieron por unas angostas y oscuras escaleras en espiral, salieron en el tercer piso del palacio, directamente a un pasillo alfombrado y bien iluminado. Las distancias entre las puertas rebelaban el gran tamaño que debían tener las habitaciones.

- Aquí es. - anuncia antes de soltar la mano de Shōyō y abrir las puertas de roble de par en par.

Las tres visitas abrieron los ojos como platos de la impresión que daba tal cantidad masiva de instrumentos musicales en una sola habitación, a pesar de la oscuridad, se podía apreciar la dimensión de aquella amplia habitación repleta de tantos objetos por las paredes como en sus atriles en el suelo, de extrañas formas y distintos materiales de elaboración. Había más instrumentos de viento que de percusión, pero más de cuerda que de viento. Los brillantes ojos de Shōyō se llenaron de sorpresa y emoción, sus labios abiertos tras un largo suspiro, dejaron escapar sonidos que conformaban la palabra "increíble". Maravillado con todo a su alrededor, el joven caminó absorto por la sala, sin intenciones de perderse ningún detalle.

- A mi padre no le gusta la música. - comenta Tobio de repente, captando la atención del príncipe de Hinata con esas horribles palabras - Él nunca fue alguien en la vida hasta que conoció a mi madre - las palabras salían con desprecio hacia algo en el horizonte que al parecer su vista no alcanzaba -, tras desposarla, heredó todo, sus tierras, su palacio, su riqueza, incluso el apellido Kageyama. Mi padre era un simple pueblerino que gozaba en gastar su dinero en apuestas, bebidas y mujeres. - hizo una pausa para conectar con la mirada del expectante príncipe - Lo odio. Shōyō, por favor, ayúdame a salvar este tesoro de las sucias manos de mi padre.

- La reina... - susurró luego de repasar lo que quería decir - ¿Cuándo ocurrió aquella desgracia? - apenas oyó el relato de Tobio, unió las piezas del rompecabezas y sin dificultad entendió por qué nunca había visto a la reina y de la poseción de un fragmento en su memoria hacerca de una "importante pérdida" de la Alianza Karasuno.

- Hace un par de años, murió por una enfermedad incurable. Enamorada de mi padre hasta su último suspiro. - responde acariciando la superficie del piano de cola a sus espaldas.

- Toca para mí, Tobio. - sonríe acercándose al piano.

El joven de Kageyama accede con una sonrisa, tomando asiento en el banquillo del piano y despejando las brillantes teclas; Shōyō se ubica en el espacio libre, a un lado de Tobio. El joven rubio, algo dudoso, hace una petición al pianista.

- Tengo una canción favorita... - sugiere en un vergonzoso sonrojo.

Entrelazaron sus mentes al cruzar miradas y entonces, con el tarareo de la dichosa canción replicada luego por el piano, iniciaron la melodía en conjunto tras una pausa de silencio de cuatro tempos. El piano resonó en una hermosa y fluida introducción, después se oyó la melodiosa voz de Shōyō cantando en latín. A pesar de que era un idioma inentendible para Tobio, captó la intención y sentimientos que proyectaba cada palabra. La letra mezclaba el optimismo ante las adversidades e invitaba al oyente a "volar" hacia el futuro para conseguir tus objetivos y metas, una caída en picado que no hacías solo, sino en compañía de tus seres queridos. Shōyō, en ese momento, se la estaba dedicando a Tobio. Debía ser esta la razón de que se sintiera tan alto en el cielo cantando esta canción, su favorita, la más querida, la más apreciada porque, su motivación para componerla había sido el nacimiento de su hermana. No era una canción de cuna, más bien una bienvenida al mundo real. Esta era la única cosa que sabía hacer realmente bien: cantar con el alma en la boca. De esta manera quería ayudar a Tobio, de quien observó la oscuridad y el remordimiento en su corazón desde el primer momento en que le conoció.

Ambos estaban combatiendo las voces de opresión en sus cabezas, hombro a hombro, literalmente, se ayudaban compartiendo adrenalina a través de los pequeños roces que sus cuerpos producían. Junto a la música nadaban células viajeras de sus sistemas nerviosos transportando la droga de la felicidad consumida en el apogeo de la canción y su pronta finalización. La piel ardía después de tantos escalofríos de emoción, erizando cada vello de sus cuerpos y sus sentidos agudizados simulando un universo dentro del gran cuarto, cuales soles, iluminaron la oscura habitación creando magia en sus inconscientes, a ojos cerrados veían el éxito del futuro, con sus pupilas dilatadas por la energía y excitación, acabando de forma tan explosiva sin ser capases de extender la abusada melodía: era suficiente. Caerían de cansancio en cualquier momento, sin embargo, fueron capases de concluir la canción con una ternura arrullada por el piano que se silenció poco después que la voz de Shōyō.

Se agradecieron en silencio, se amaron en las penumbras y se abrazaron aún con los ojos cerrados, se revitalizaron mutuamente, sanando las heridas de la mejor manera que existía.

Fueron llamados entonces desde las puertas cerradas, con algo de urgencia.

- Sus altezas necesitan las presencias de los príncipes en el salón del trono real. - llamó desde las puertas abiertas por los sirvientes de la visita.

Una vez bajaron las escaleras suponiendo que se acercaba la hora de la despedida, jugaban entre roces, miradas y susurros, lentamente y a su vez, se destinaban a su sentencia. Unos sirvientes abrieron las grandes y altas puertas, apareciendo frente a sus majestades de ambos reinos, de pie frente a los tronos, les anunciaron la maravillosa noticia reflejada en sus rostros con unas radiantes sonrisas.

- ¡Hijos míos! - exclamó el rey de Kageyama con sospechoso amor - ¡Oigan nuestra decisión! Nuestros reinos se enlazarán en un pacto de matrimonio. - Tobio ni siquiera oyó comprensivamente como para crearse una impresión, en cambio, Shōyō sintió el suelo derretirse debajo de sus pies que tarde o temprano terminaría tragándole entero.

- El príncipe Tobio - anunció la reina de Hinata - desposará a Natsu cuando ella tenga edad para dar a luz y ser una buena esposa. - sonrió, como solo una madre llena de orgullo podría hacerlo.

Amor de Reyes ♡Kagehina♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora