Nytelse || TinCan

1

—P'Can recuerda no llegar tarde —dijo Lay, su hermana menor.

—Lo sé —murmuró Can mientras ataba sus agujetas, se levantó y tomó su mochila, para después salir de casa.

Estaba por cruzar el gran portón cuando su madre lo detuvo tomándolo del brazo, ella traía en su mano un collar grueso y de color marrón.

—Recuerda ponértelo —Can lo miró y soltó un gruñido bajo, pero asintió.

Se mantuvo de pie mientras su madre le ponía ese collar especial que impediría que algún Alfa lo mordiera. Era lo único que odiaba de ser un Omega, tener que protegerse de los que son (a opinión de Can) los más idiotas y ponerse millones de cosas por su seguridad, aparte de que era demasiado incómodo.

—Necesitaré la llave —dijo Can cuando su mamá terminó de ponerle ese collar del demonio.

—¿Para qué? —cuestiono su mamá.

—Cuando estoy comiendo el collar me molesta —respondió—. ¡Y la comida es lo mejor! —hizo un puchero—. Por favor mamá.

Su madre lo miró por un largo momento hasta que suspiró y asintió.

—No sé que me pasa hoy —murmuró molesta y le dió la llave—. ¡Pero cuidado con que regreses sin el collar! —lo señaló—. Y si pierdes esa llave, te juró que no volverás a comer salmón*.

Can asintió nerviosamente, el salmón es su comida favorita y esa amenaza que le daba miedo.

Se despidió de su madre y hermana y se fue en dirección a la universidad. Estaba caminando por la entrada de su campus cuando su celular sonó, revisó la pantalla y al ver quien era soltó un suspiro cansado, contestó al cuarto tono.

—¿Llegaste ya? —dijo una voz fría detrás de la línea.

Miró a todos lados, verificando que él no estuviera cerca.

—¿Por qué?

—Llegaste si o no

Soltó un suspiro, siguió caminando en dirección a la cafetería, a mitad de camino se encontró con Pete, quién lo saludó y lo acompañó, ya que el edificio del IC estaba de paso.

—Sí, ya llegué —murmuró molesto.

Pete con señas le preguntó quien era, Can le respondió sin hacer ningún ruido:
—El imbécil de Tin.

El otro chico soltó una risita.

—¿Dónde estás?

—Eh —miró a su alrededor—. En mi campus, cerca de la cafetería.

Pete asintió y sacó su celular, tecleando varias cosas.

—Voy para allá.

Colgó la llamada y guardo su celular.

—¿Viene para acá? —Pete preguntó y Can asintió—. Te dejo entonces, Ae me está esperando en el estacionamiento —se despidieron.

Estuvo viendo por ratos a los estudiantes pasar, miró la hora y todavía quedaba una hora para que su primera clase comenzará.

—Ugh —murmuró y empezó a caminar hacia su edificio.

—¿A dónde vas? —pregunto Tin a sus espaldas.

Al voltear, Tin quedo frente a su cara. Su aroma de madera y chocolate amargo llegó hasta sus fosas nasales, le encantaba, pero no lo admitiría en voz alta.

—Llegaste tarde —dijo Can intentando parecer indiferente.

Tin sonrió de lado y después lo atrajo hacia él, tomándolo de la cintura. Escondió su cabeza en el cuello del menor para poder oler mejor ese aroma a vainilla y café dulce. Soltó un gruñido cuando vió el collar.