una noche movidita

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El sol hace ya rato que comenzó a ocultarse tras la oscura silueta de las montañas. Aceleró el paso, no quiero averiguar que pasaría si llegara a la escuela y me la encontrara cerrada. Intento mantener mi mente en blanco o centrarme en el camino de tierra, he consumido demasiado tiempo intentando responder preguntas que no soy capaz de contestar y el camino es tan largo que se que los mismos interrogantes atacarán la tranquilidad de mis pensamientos. Me siento tan estupida por no poder olvidar esos orbes esmeralda, tan culpable por haber estado a punto de intentar matar a alguien, tan debil por no haber tenido el valor de hacerlo.
El recorrido transcurre silencioso, tan solo acompañado por el sonido de mis pies en contacto con la tierra y el viento chocando contra mis oidos, provocando que mi pelo vuele hacia atrás y dándome así una agradable sensación de frescura. Los árboles colocados prácticamente a la misma distancia unos de otros, dibujan un patrón en el suelo que queda lejos de mi expectativa y entendimiento.

La puerta del ascensor se abre y me introduzco en el interior de la habitación avanzando a oscuras. Me aproximo a la puerta de mi cuarto con dificultad y acerco los ojos al escaner, un pequeño y breve flash me ciega momentáneamente. Me separo de la maquina y abro la puerta de mi cuarto dejando que la suave luz de la luna iluminase un poco mi camino. Unos pasos a mi espalda llaman mi atención, provocando que mis músculos se tensen levemente por si me encuentro en una situación de peligro, situación que se ha hecho común en mi día a día. Aunque decido ignorarlo y seguir mi camino cuando una voz resuena entre el silencio.

- ¿donde se supone que estabas?¿ por qué siempre desapareces? Y ¿por qué llevas un arco en la mano?- No me molesto en girarme puesto que se a quién pertenecen esas palabras perfectamente- ¡Cat! ¡Contestame!- comienza a irritarse Harri.

Miles de pequeños pinchazos azotan mi cabeza provocando un intenso dolor que a su vez me propina un leve mareo. Cierro los ojos y agotada mantengo la calma. No pierdo mucha visión debido a la oscuridad de la sala. Dejo que continúe hablando sin contestar a ninguna de sus preguntas y comienzo a plantearme si quizás debería contarle a Harri todo lo ocurrido con el misterioso joven sin nombre, pero me echo atrás de inmediato.

- ¡contestame!- eleva más aun la voz y pierdo los nervios.

- que más te da mi vida- hablo con voz ronca casi gritando, y al momento me arrepiento por haberle contestado con ese tono. Me relajo y con un largo suspiro hablo de nuevo- lo siento.. Pasa- susurro antes de girarme para encontrarme con sus sorprendidos ojos, relucientes ante la luz de la luna.

Me introduzco en el cuarto siguiendo el pequeño camino iluminado por la luna. Dudo si mi acompañante seguirá mis pasos y entre en mi habitación, pero lo hace. La punta de mis labios se eleva provocando una breve y pequeña sonrisa, aunque devuelvo la seriedad a mi rostro de inmediato. Oigo la puerta cerrarse y me siento sobre la agradable superficie de la colcha. Le indico que se siente a mi lado y aun a oscuras comenzamos la combersación.

- siento como te he hablado, perdóname- hablo arrepentida.

- no pasa nada, soy yo quien debe disculparse, no debí preguntarte tanto y tienes razón, no tengo por que meterme en tu vida, lo siento- se disculpa nervioso, sin levantar la mirada del suelo y observo que mueve la pierna impacientemente.

- no... es solo que, estoy agotada, quería descansar- hago una pausa- pero eres mi amigo y si estás preocupado.. Pregunta.

- de acuerdo- habla nervioso y comienza a jugar con sus manos, entrelazando y deshaciendo figuras con sus dedos.

- ¿dónde estabas?- su voz temblorosa comienza con el pequeño intento de interrogatorio.

-estaba en el bosque- respondo de forma instantánea, casi automática.

por ser diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora