El amor duele igual que una puñalada al corazón...
Tomó aire y mentalizándose que todo estaría bien giro el picaporte para adentrarse en la oficina de su jefe. Las manos le temblaban y temía que en cualquier momento las lágrimas rondarán por su rostro y no tuviera fuerzas para detenerlas. Tenso la mandíbula y reuniendo la valentía que se guardaba hace tiempo para decirle sus sentimientos, masculló:
-Aquí está el café que me pidió y el papeleo que Megan pidió que le trajese.
Megan al ser la novia del jefe tenía uno que otro privilegio cómo llegar tarde u mejor aún, no llegar y dejarle todo el trabajo a Monnyc cosa que le molestó mucho a la mencionada pero ¿Qué podía hacer? ¿Ir con su jefe y reclamarle? ¿Con qué derecho y autoridad? La despediría en el momento y se negaba a buscar otro empleo. La paga que le ofrecía la empresa era bastante alta y la idea de no volver a ver cara a cara al hombre que amaba la asesinaba así que planeaba quedarse, aún si tenía que verlo en los brazos de otra.
-Gracias Monnyc. Quería pedirte un favor, sé que no es tu obligación pero necesito que vayas a la pastelería que se encuentra a dos cuadras de aquí y compres un pastel de limón para Megan, es su favorito.- al oír eso se quedo frente al escritorio, con las manos empuñadas, la mandíbula apretada y controlando su respiración.
Una cosa era trabajar para Maximiliano y otra muy diferente era ser su cómplice en su plan de seduccion. Se quedó por unos segundos parada frente a él imaginándose con un gran rencor como la rubia acariciaba su sedoso cabello, besaba sus delgados y finos labios con fervor mientras observaba sus ojos al hacer el amor. No pudo que ello. Tragó saliva y girándose con brusquedad salió de la oficina cerrando de un portazo sin importarle la mirada de los demás.
Se sentó en su lugar como si nada y sintiendo como poco a poco sus ojos se ponían más húmedos, escucho esa dulce voz...
-De verías dejar de molestarte, él está con alguien más.- la castaña la miro con una sonrisa sincera tendiéndole un café. Suspiro con cansancio y negándose a desperdiciarlo lo acepto.- Aunque tal vez tengas oportunidad.
Musitó con rapidez antes de irse a paso rápido y zancadas amplias. Monnyc siguió sus pasos hasta que la voluptuosa mujer desapareció, se llevó un gran susto al ver a su jefe delante de ella con los brazos cruzados y totalmente serio.
-¿Estás bien?- preguntó sin inmutarse. La mujer se preguntó qué era lo correcto y no muy convencida negó.- ¿Quieres que vayamos a almorzar juntos?
Los ojos de la mujer se iluminaron y como si un ángel la hubiese tocado una sonrisa apareció de la nada en su rostro con un color rojo en sus mejillas.
-Amm... Por supuesto, lo que usted diga.
Ambos reían a carcajadas, cualquiera que los viera creería que eran una feliz pareja de enamorados. Al terminar de contar la historia no pudieron más y reclinándose Monnyc sobre su jefe se obtuvo un cuadro perfecto que todos hubiesen deseado tener. Efectivamente, con la salida del almuerzo Monnyc presintió que las oportunidades con su jefe incrementaban y por un momento olvido a la verdadera dueña del corazón del hombre.
Tuvo que decir unas mentiras piadosas para que Maximiliano no se enterase de la verdadera razón de su enojo; como que un familiar había enfermado u su mascota había muerto, lo más gracioso es que su gato tenía seis vidas más como para morir a la primera. Todo era perfecto, por fin él tendría la oportunidad de conocerla y enamorarse de ella pensó. Nada podía salir más, bueno, casi nada.
Su sonrisa se borro y su pecho se agitó al verla parada ahí, en ese punto en especial donde su cabello brillaba, sus ojos se iluminaban y todo en ella era más seductor y deseable. Saludando se acercó a ellos, Monnyc tuvo que respirar profundo al ver como marcaban territorio en los labios de su amor.
-Creí que estarían trabajando.- dijo con una sonrisa y cruzándose de brazos la rubia.
-Si solo que decidimos salir un rato, tantos números marean.- todos rieron al chiste sin gracia. Una mala vibra atacó a la recepcionista al ver como Megan la miraba de mala manera.- Monnyc ¿nos vemos en el trabajo? Iré a dar una vuelta con Megan.
-Adelántate tu, quiero hablar un segundo con Monnyc.- el hombre asintió y soltando la mano de la rubia se marchó al Porch. Megan se giró y volvió a ver a la pelinegra borrando su sonrisa al instante.- Se lo que sientes por Maximiliano así que si quieres conservar tu trabajo apártate.
Giró sobre sus tacones y con un movimiento de cadera impresionante dejo a Monnyc con la boca abierta.
<<Jamás juzgues a un libro por su portada>>
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¿Me amas...?
RomanceEsa cabellera rubia como el sol que quiso acariciar, esos ojos celestes que lo hipnotizaron, y esos labios color rojo que provocaron deseo y un sentimiento que él no supo descifrar... Al ver toda esa perfección supo que el dinero ya no era su único...