5. El pacto de la bestia .5

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Ya llevaba 5 días siendo cautiva de Kidnapper, días en los que su alimentación era detestable y el varón la obligaba a comer por más que ella se negaba, en los días en que se veía obligada a comer un bocado de comida, sentía el sabor de carne de c...

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Ya llevaba 5 días siendo cautiva de Kidnapper, días en los que su alimentación era detestable y el varón la obligaba a comer por más que ella se negaba, en los días en que se veía obligada a comer un bocado de comida, sentía el sabor de carne de cerdo, cosa que extrañamente llamo su atención, puesto que todos los días era esa misma carne.

Era un día más en el sótano, sus ojos eran marcados por ojeras y su cabello era cubierto por el polvo, no sabía cuánto tiempo paso ahí ya que el lugar siempre era oscuro, ¿una hora?, ¿un día?, ¿una semana? — Lías...— Murmuro estando acostada en el frio suelo, observando sus delgadas manos, se levantó lentamente quedando sentada en el piso y observo su entorno como era de costumbre, la cabeza le dolía de tanto tenerla postrada en el duro suelo.

A su costado había un saco, era poco abultado y notaba ser cómodo, Belén intento alcanzarlo, pero la cadena de su pie se lo impedía, la extremidad que estaba encadenada se encontraba rojiza y con heridas y apenas sanaban, sus intentos de quitársela fueron en vano y dejo de forcejear con el metal ya que solo se hacía más daño. Como pudo, estiro su cuerpo con el fin de alcanzar el saco, una, dos y tres veces fueron suficientes para obtener lo que quería.

Cuando recostó su cabeza sobre la suave tela se percató de cierto sonido familiar, con algo de pesadez se sentó nuevamente en el suelo y noto que el pequeño saco se encontraba entre abierto, metió su mano en la bolsa de tela y encontró un pequeño pedazo de papel arrugado hecho bolita cosa que la intrigo y con suma delicadeza de no romperlo comenzó a abrirlo, al exponerlo, Belén tuvo la impresión de quien escribió esa nota estaba desesperado, las letras eran algo quebradizas pero para suerte eran entendibles.

La nota narraba palabras escritas de terror y miedo, por el nombre supuso que era un niño, supo que estaba en la misma situación que la de ella, cautivo del mismo secuestrador de Belén, en las escrituras reflejaba lo cuanto extrañaba a su familia y sobre todo a su madre.

Mientras más avanzaba con su lectura más se angustiaba, Mario decía que el sabor de la carne que le daban era extraña, algo que llamo su atención es que Mario no estaba solo, otro infante estaba con él y notaba ciertas cosas que la sorprendieron. A palabras de Belén, Mario era inteligente y ese respeto entre mentalidades de dio porque aparte de ser de la misma edad, el niño había comenzado a investigar y experimentar.

Mario decía que todas las comidas que les eran dadas eran alimentos de altas calorías, él notaba que su compañero de encierro engordaba progresivamente mientras que Mario solo bebía el agua que les daban, su compañero se mantenía muy fuerte y sano que, para conclusión del niño, el agua contenía nutrientes y aquella hipótesis fue acertada cuando Mario solo bebía el agua y no comía, aun así, podía sobrevivir sin algún tipo de desnutrición.

Ahora Belén entendía por qué el agua que le daban era lo único que por intuición lo bebía. Los orbes de la niña se estrecharon y temblaron cuando leyó ciertos párrafos que la dejaron helada, ahora temía por su vida pues Mario relataba que cuando su compañero de encierro engordó lo suficiente, sus secuestradores se lo llevaron, uno de sus raptores rio delante suyo diciendo: "No te preocupes, volverás a ver a tu amigo, pero en tu siguiente comida".

La Intrusa (L. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora