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Aquel encuentro con ese tal Kim ¿Taeyang? ¿Taehyung? me había dejado desconcertada. No entendía porque ese chico de sonrisa cuadrada y normalmente de presencia alegre (lo que sabía porque Rosé me había hablado mucho de él últimamente y porque ella era una de sus grandes admiradoras como otras tantas chicas más) era literalmente un demonio, ahí, en mi casa.

No recordaba molestar a alguien más que al ya mencionado anteriormente, sujeto o chico de la florería, daba igual como lo llamaba, no pasaba de los veinte años de edad. En un principio tuve demasiado miedo de que fuera él, pero aquel sujeto era demasiado diferente al chico que tenía en frente de mis narices y oh, era un extranjero.

Bambam era su apodo, por lo que escuché de un Jungkook al que de inmediato le conté toda la situación al llegar a mi hogar.

¿Cómo le conocía? Ni la menor idea. Le preguntaría alguna vez.

Regresando al tema, el chico parecía incluso peor que el mismísimo demonio, pero fue considerado y amable de explicarme la situación, pues apuesto todos mis ahorros, a que me notó tan desconcertada, que simplemente se dejó ir todo intento de parecer molesto.

-¿En serio no lo sabes?-fue lo que preguntó al límite de su paciencia, tendría que respirar profundo y contar hasta tres unas mil veces.

Tal vez una de mis grandes ventajas, era que cada que tenía algún arranque de emociones, tenía a mis almas gemelas para aconsejarme que era lo que debii hacer con la situación que me frustraba. Así no me comportaría como un bebé berrinchudo o no me vería tierna ante los ojos de un desconocido, como le pasaba al chico conmigo al lucir ese lindo puchero en su boca.

-¿Saber qué?-lo miré retadoramente también. No me dejaría intimidar por la "mirada" cuando estaba acostumbrada a recibirlas de mi madre siempre que desafiaba las reglas que me imponía y que, debía cumplir al pie de la letra si no quería un buen castigo.

El chico castaño suspiro con frustración y me lo dijo todo de comienzo a fin. Pero seguía desconcertada. Yo no le entregué en ningún momento una carta de declaración de amor y mucho menos fui la culpable de que el romance del chico con Ye-rim, la chica del taller de danza y con mayor conocimiento que todo su instituto, se redujera a simplemente nada.

-Mira-me dirigí a él con el ceño fruncido- yo no tengo culpa alguna de que el romance de otro chico se arruine por mi supuesta "culpa". Y dos, yo en mi vida escribiría una carta para alguien que no conozco, además, es mejor ir al grano y mandar un mensaje de texto me ahorraría tanto embrollo antiguo.

-...

-¿Qué? ¿Estás sorprendido u algo así?- contesté con los brazos cruzados y sonriendo ahora con burla.

Nos encontrábamos ya adentro de mi humilde casa (después de que mi madre le rogara al chico lindo quedarse a tomar un poco de té) y ahora susurrabamos para evitar que mi madre se emocionara demás y comenzara a emparejarnos.

Ugh.

Esa mujer podía ser demasiado intensa para mí gusto, agradecía ser tan tranquila y despreocupada como mi padre, aunque pensándolo un poco, quién si era parecida a ella era Rosé.

-Es sólo que... ¿A qué te refieres con el romance de otro chico? ¿No fuiste tú la qué envío la carta?

Ahora sí estaba enojada. ¿ Acaso no había escuchado? ¿Tenía que repetir mi perfecto discurso otra vez?

-Auch- le di un pellizco- ¿qué fue eso?

-¿Eres tonto o algo parecido?

Lo acerqué hasta mi jalando su camisa de un fuerte tirón que hizo al chico quedar a unos centímetros muy cerca de mi cara. Sus ojos eran más lindos de cerca, grandes muy brillantes, con una piel pulcra y sin imperfecciones, con labios perfectamente rojos por algún bálsamo labial y unas lindas pestañas que me hicieron gritar internamente.

Demonios, era jodidamente atractivo.

¿Qué le decía hace un momento? ¡Vamos, reacciona Kim Jisoo!

Sacudió su mano delante de mi cara después de soltarse de mi agarre y al fin reaccioné.

-¿Qué dices?

- Estaba diciendo lo mucho que lo sentía y... ¿Me estás escuchando? ¡Hey, estoy aquí niña!

-Eh, ¿decías algo, Taeyang?

-¡Es Kim Taehyung! ¡No es demasiado difícil decirlo!

Y tal vez, dolor tal vez, fue justamente ahí cuando caí por él. Sus mejillas rojas y su ceño fruncido me parecieron lo más lindo que podía ver en la vida. ¿Sería aún mejor cuando sonreía? ¿Cómo era posible que ignorara su belleza por tanto tiempo?

¡Estaba ciega!

...

Lo he resubido otra vez, no me gustó mucho el primero hehe:c

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