Después de hablar con Tay en el bosque, ella se instaló en la casa mientras que sus lobos se quedaron en el bosque. Me contó que cuando un Morador de la Tierra se pone en contacto con una manada de licántropos estos le juran respeto. Se trata de una especie de jerarquía donde el Morador de la Tierra los protege a cambio de su lealtad.
Yo sigo sin sentir que ellos me deban algo, pero la verdad es que a medida que Tay me enseña aquello que soy, esa relación se va fortificando de una forma inevitable. Tay también me ha hablado de Lelahel y por lo que dice parece más sacada del mismísimo Infierno que tratarse del arcángel más poderoso. También, me ha contado que Yerathel tenía antes la posición de Lelahel, pero que tras morir esta tomó el mando. Nada de lo que me cuenta me importa, exceptuando los momentos en los que me explica cómo conseguir salvar a mi madre, cómo sacarla del cautiverio al que está sometida.
Todos los días, Tay me lleva a uno de los muchos claros del bosque y me deja a solas para que medite y así descubra el poder de la piedra, además de conseguir saber cuál es mi poder madre. Tay a veces me deja mirar en su interior. Me deja ver su mente. En ella siempre veo los recuerdos de su padre con cierto dolor. El que más le dolió fue el día que él le entregó su piedra porque la abandonaba. ¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo podía abandonar a su hija? Como dice Tay, hay muchas preguntas a las que de difícil forma se les puede conseguir respuesta.
Como todos los días, Tay me deja tranquila en mi meditación. Me siento sobre la hierba del claro y cruzo las piernas. Pongo las manos con las palmas hacia arriba, apoyándolas en las rodillas. Cierro los ojos y me sumo en mis pensamientos, pero no antes de que la luz del medallón ilumine mis párpados cerrados. Oigo como me susurra el viento y los árboles respiran. Es como si el equilibrio del bosque se apoyara en mis hombros, aunque no me pesa, casi es como si me envolviera para protegerme.
Como cada vez que estoy así, repaso cada una de las imágenes de mi vida en busca de aquello que he olvidado, aquello que mi madre no quería que supiera y que, sin embargo, me contó. A veces pienso que me lo dijo y me hizo olvidarlo solo para protegerme, pero esa no es razón suficiente para hacer lo que hizo.
Siento emanar un poder por cada poro de mi cuerpo, como si pudiera hacer algo que de otro modo no podría hacer. Voy a unir mis manos cuando oigo algo detrás de mí. Abro los ojos de golpe y veo caer el medallón de nuevo sobre mi cuello. Me giro y veo a Ícaro.
- Espero no haberte molestado. – Me dice mientras se va acercando a mí.
- No pasa nada, Ícaro. Estaba cansada de estar sola. – Le digo mientras le sonrío.
Desde que Tay se ofreció a ayudarme con todo esto, solo deja que Ícaro se me acerque con la excusa de que Peter me distraería. Ícaro es ese chico de pelo oscuro, piel blanca como la nieve y ojos grises. Cuando lo miraba no podía evitar buscar en sus ojos los de Peter.
- Solo venía para ver si estabas bien.
- Lo estoy.
- En ese caso, me voy.
- Espera, Ícaro. No te vayas. Estoy cansada de estar sola. – Le digo con dulzura. – ¿Te importaría acompañarme?
- ¿Acompañarte? – Me dice con incredulidad.
- Sí.
- Tay nunca me dijo que hiciera eso.
- Vamos, Ícaro. No te hagas de rogar. – Y le sonrío. Al final se sienta frente a mí, sin estar aún seguro de su decisión.
- El medallón... – Comienza a decir Ícaro. – Cambia de color. – Al mirar el medallón me fijo en que es de un azul brillante.
- Es su forma de decirme lo que eres.
![](https://img.wattpad.com/cover/177149061-288-k853623.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Sauce
FantasyEn algún recóndito lugar del mundo, Alessia vuelve a casa tras varios años de ausencia debido a la muerte repentina de su madre, al parecer, por un ataque de lobos. Su llegada se ve envuelta entre sucesos inexplicables como el hecho de que el bosque...