Sauce

⇝ Sin respuestas ⇜

Cada día estoy más segura de que terminaré volviéndome loca. Ahora me entero de que mi madre no ha muerto. He sufrido, llorado y querido olvidar para nada. No sé qué ha pasado exactamente con Noel. No sé cómo interpretar la conversación con ella porque me da la sensación de que me ha mentido. Cada vez estoy más segura de que me falta algo por conocer, algo que tengo que descubrir entre los sueños y los recuerdos.

Abro los ojos con un impulso frenético. Me siento en la cama y descubro que estoy sola. Supongo que Carol terminaría sabiendo que él estaba aquí o simplemente se fue cuando me dormí. Me pongo en pie y corro las cortinas para que entre la luz del sol. Al mirar hacia fuera comprendo que es mediodía por la luz que entra desde la ventana. Me fijo en el bosque. Parece tan imperturbable ahí fuera, tan magnífico...

Voy al armario y me pongo unos pitillos ajustados, una camisa de manga larga y una sudadera fina. Me siento de nuevo en la cama, colocándome mis zapatillas blancas. Cojo la piedra entre mis dedos, sigue con su color rosado y violeta. Salgo al pasillo y ando hasta las escaleras. Miro en dirección al cuarto de Carol, pero desde allí no puedo ver si la puerta está abierta. Poco después, escucho a Isabel detrás de mí.

- Me dijo Carol que te estaría esperando. Creo que piensa que tienes que preguntarle cosas. – Su voz parece normal.

Después de decirme eso, la veo bajar las escaleras y perderse por la casa. Camino hacia la habitación de Carol y cuando estoy a unos metros observo cómo se abre la puerta.

Pide la verdad. – De nuevo esa voz en mi cabeza que me dice qué preguntar.

Me pongo en la puerta y esta vez sí distingo todos los muebles y detalles de la habitación, pero sigo sin poder ver su rostro.

- Entra. – Su voz era un simple susurro en la oscuridad.

Entro y entrecierra la puerta dejando pasar solo un rayo de luz en la habitación oscura.

- El colgante era de tu madre. – Dice señalando la piedra que ahora era de un azul brillante. – Nunca lo había visto así.

- ¿Sabías que no estaba muerta? – Hasta yo me sorprendo del tono de mi voz.

Carol va caminando hasta mí y se pone de tal modo que el rayo de luz ilumina por completo su rostro. Cabellos rizados y castaños tapan pequeñas partes de su cara de piel tan blanca que parece porcelana. Debe ser por la ausencia de la luz desde hace años. Me fijo en las pequeñas pecas tostadas de sus pómulos y en sus ojos de azul brillante. Era realmente bella y, sobre todo, joven.

- Dime, Alessia. ¿Qué se suponía que debía de hacer? – Su voz también era dura.

- No mentirme, por ejemplo.

- Así lo decidió tu madre.

- ¿Mi madre? ¿La misma que vi ayer y me dejó tirada como un perro para que me congelara?

- No quería que la siguieras. Aún eres incapaz de entender nada.

- Claro que no lo entiendo. Solo me mentís y yo lo único que quiero es la verdad. – Me voy irritando cada vez más.

- Tu madre tenía buenos motivos.

- ¡Estoy cansada de oír eso! ¡Me dan igual sus motivos! La cosa es que me afecta y me está haciendo daño. ¿No entendéis que necesito saberlo? – Veo de reojo cómo el color de la piedra va siendo rojo sangre.

- ¡Vete! – Me grita Carol. – Si alguien debe explicaciones más que tú soy yo. No conoces nada del mundo que te rodea. Ni siquiera sabes qué es la Justicia Divina y que te castiguen por querer a alguien. – Siento una fuerte punzada en el estómago y acto seguido sus manos me sacan del cuarto. – No hay nada de lo que busques que pueda darte ahora. – Y cierra la puerta en mis narices.