Alguna vez habeis sentido esa horrible sensación de no saber que hacer y que os consuma el aburrimiento? Yo si.
Especialmente durante las vacaciones de Navidad. Aunque esto no es nada nuevo. Experimento esta sensación siempre que llega esta maravillosa época del año. Aunque no me parece tan maravillosa en estos momentos. Por el simple hecho de que tengo que esperar dos semanas para volver al instituto. Si si has leído bien... para volver y hacer classes. En otras circunstancias estaría feliz al igual que mis otros compañeros y amigas de por fin tener unos días libres. Pero ahora mismo solo hay algo que ronda por mi cabeza: la classe de matemáticas. Bueno, más que la classe en si, mejor dicho el professor. Y és que quién no desearía hacer classe de matemáticas con un professor así? Todos esos absurdos pensamientos inundaban mi cabeza mientras dirigía mi vista al exterior a través de la ventana de mi habitación.
Hacía un buen dia para salir afuera, sin embargo me encontraba dentro de mi habitación sin hacer nada en especial y pensando en esas estupideces. En ese momento pensé que menos mal que nadie podía leer mis pensamientos, de ser así me tomarían por una completa acosadora y una loca. Mis padres estaban fuera y no volverían hasta tarde. Así que podía hacer lo que quisiera, sin embargo sólo estaba metida en mi habitación perdiendo el tiempo de manera absurda, sin hacer nada productivo. Intenté ocupar mi mente con otros pensamientos y sacarme a Jimin de la cabeza. Empezaba a pensar que estaba loca por estar pensando tanto en él. És normal obsesionar-se así por un professor? Empiezo a pensar que no, pero bueno yo tampoco es que sea normal. Eso no es ninguna novedad. Justo en ese instante en el que estaba debatiendo sobre que hacer sonó el timbre de casa, poniendo respuesta a mi debate sobre que hacer. Fui a abrir sin nada de entusiasmo y me encontré a Jijonenca esperando en la puerta de casa.
-Que haces en pijama? Habiamos quedado. Ya te puedes vestir.
Quiero mi helado👉Se me había olvidado por completo que habia quedado con Jijonenca para realizar nuestra tradición de quedar para comer leche merengada. Así que me apuré y me vestí rápido para no sufrir la fúria de mi amiga viendo mi cabeza enterrada bajo tierra.
Hacía mucho calor y hacía tiempo que no quedábamos para comer un helado así que agradecí la aparición estelar de Jijonenca.
-Ayer me di cuenta que tengo el pie deforme. Me dijó Jijonenca como siempre que se quejaba de su deformidad natural.
-Y yo tengo la cara deforme.
-Lo sé, lo he notado. La veo cada dia.
-Gracias. Dijé sarcásticamente mientras me reía por su comentario.
Nuestra absurda conversación me estaba ayudando a olvidarme del asunto de Jimin. Sin embargo lo que había conseguido se fue al garete cuando Jijonenca me explicó una cosa que despertó mi interés.
-Oye a ti que te gustan los asiáticos, has visto el que está de camarero en el bar?
-Qué?! Dónde? Que bar?
-El que está cerca de la Jijonenca.
-Yo quiero ir.
-Me lo imaginaba. Podemos ir después de tomar el helado. Pero primero quiero mi leche merengada, eso es sagrado, asi que venga! Más gargo!
-Tengo sueño! Me quejé mientras seguía a Jijonenca que me guiaba hasta la heladería.
-Yo me voy a dormir más tarde que tu y no me quejo tanto.
-Me fui a la una de la madrugada, sabes que eso es bastante tarde para mi.
-Eso no es nada. Contestó mientras entrabamos a la heladería.
Cogí mi monedero para sacar el dinero.
-Podrias invitarme.
-No, que mi madre sea la dueña no significa que te vaya a invitar. Yo tengo helado gratis por que soy la mejor. Esta tienda esta hecha en honor a mi.
-Lo sé, tiene tu nombre.
-Si, un nombre intelectual.
-Ya ya... Muy intelectual. Mi nombre pega mas para una heladeria.
-Claro, heladería Erica. Queda perfecto.
-Sip. Dijé convencida mientras sacaba el dinero y pagaba agradeciendo la amabilidad de mi amiga.
-Solo que si tuviera tu nombre eso auyentaría a la gente y arruinaria a tu familia.
-Simplemente la miré con cara de enfado pero al instante me rei. Cogimos el helado y nos sentamos en un banco que se encontraba en un parque desde el que podíamos ver la entrada del bar.
-Quieres dejar de mirar si viene. Luego vamos a ir.
-Ya, pero lo quiero ver sin traje de camarero.
-No se va a casar contigo. Acéptalo.
-Lo sé, tengo a Jimin.
Jijonenca empezó a reirse de mi aunque lo que ella no sabía es que lo decía enserio.
-Deja de soñar.
-Ya te gustaría. Venga, he acabado mi helado!
-Yo no. Así que sientate. Sé que quieres ir por que tienes urgencia por ver a ese asiático pero haces una gran deshonra a mi família si no saboreas la leche merengada. Esto es arte.
-Los asiáticos si que són arte.
-Déjate de tonterias. Lo digo en serio, no pienso levantarme. Así que ya puedes volver a sentarte o sinó te siento yo de una patada en el suelo.
-Vale... Dijé cediendo y sentandome de nuevo a su lado.
-Al menos date prisa.
-Shh! La mejor va a su ritmo.
-Pues acelera ese ritmo. Como dices tu, más gargo!
Nos quedamos sentadas mientras Jijonenca acababa su helado y lo saboreaba poniendo caras raras mientras yo me limitaba a observar el bar. Cuando por fin, de repente se hizó la luz. De la nada apareció un asiático que se dirijía hacia la entrada del bar. Desgraciadamente no podía ver su cara debido a que tenía la cabeza baja y llevaba un sombrero que tapaba la mitad de su rostro. Pero mi radar me dijo que era él.
-Mira mira!
-Ya lo he visto. Venga vamos que se que te hace ilusión...
Cojí a Jinonenca del brazo y la arrastré hacia el bar. Antes de entrar me pusé muy nerviosa y nos quedamos paradas enfrente del edificio.
-Venga! No querias verlo? Pues tira.
-No quiero ir sola! Tu vienes conmigo.
Tu lo conoces, así que preséntamelo!
-Si claro, corriendo.
Avanzamos unos pasos de puntillas y caminamos agachadas para que la dueña no nos viera.
-Parecemos idiotas Erica.
-Calla! La gente nos está mirando.
-Normal, parece que estemos haciendo una misión de espionaje o que queramos atracar el bar.
-No, parece que estemos cagando. Aunque lo que si que es verdad es que estamos haciendo una misión de espionaje. Tia! Dijé de repente.
Estabamos en modo acosación cuando al fin pude ver por un cristal su silueta. Por lo poco que pude distinguir a través de aquel cristal llevaba unos pantalones negros ajustados y rotos y una camiseta rosa.
-Vale, esto es ridículo. Levanta tia. Vamos a sentarnos y a pedir algo para beber. La dueña nos esta mirando mal.
-Que dices! Y si me da un ataque cuando venga y me desmayo?
-Si te pasa eso aqui te quedas con el y que se ocupe de ti por que yo me largo.
-Gracias buena amiga. Dijé a modo de sarcasmo, aunque si pasará eso la verdad es que en el fondo no me desagradaria para nada la idea.
-De nada guarra.
Nos sentamos en una mesa esperando a que vinieran a pedirnos nota mientras mis nervios augmentaban a cada segundo esperando con gran impaciencia a esa mística aparición...
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Mi professor de matemáticas
Teen FictionErica és una chica de instituto, como cualquier otra. Con una vida normal y corriente. Con un grupo de amigas que le apoya... Que podría cambiar?