DOLOR

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"Tsk! Ni siquiera Ryo se puso tan difícil, la misma tarde en la que lo lleve a casa estábamos teniendo sexo en su cama. Este niño si es un reto"

Alguien como Aomine Daiki, quien siempre obtuvo lo que quizo, no podría cambiar ni en un millón de años. Sus padres tenían suficiente dinero como para vivir en una mansión, ambos eran abogados, reconocidos a nivel nacional, además de brillantes.

Cuando su único hijo cumplió los 18, lo comprometieron con la hija de uno de sus socios, un buen negocio según ellos. Al igual que sus padres recorrió el mismo camino, al acabar su carrera se organizó una hermosa ceremonia donde él y la chica elegida por sus padres se unirían de por vida.

Jamás se quejó, él sabía que no serviría de nada, no tuvo más elección que dejar al amor de su vida y cumplir con la decisión se sus padres. Cuando al fin se encontró con la chica pelirosa a solas, le dejo en claro que jamás podría amarla y tampoco lo intentaría, ella sólo pudo estar de acuerdo y cuando había pasado un año desde su unión, sus padres les exigieron herederos y como personas maduras cumplieron con lo acordado, pero Daiki jamás se acostó con su esposa, contrato los servicios de una clínica de fertilidad donde se realizó el proceso de fecundación in vitro.

De aquel proceso habían nacido mellizos, tenían la piel clara de su madre y el cabello azul eléctrico de su padre, ambos tenían los vibrantes ojos de este y las facciones delicadas de la pelirosa.

Tal vez no amaba a su esposa pero moriría por uno de sus pequeños, los amaba más que a nada en la vida. Su carácter era producto de lo represivos que sus padres habían sido con él y sin darse cuenta había llegado a ese punto, donde tomaba lo que quería y cuando obtenia lo que queria bien podia reemplazarlo. Encantaba a sus amantes con detalles lujosos y tiernas palabras de amor eterno, la mayoría de sus víctimas eran pequeños y tiernos donceles, estos eran los más ingenuos, es por eso que los prefería sobre las mujeres.

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- dime más! - chillaba su rubio amigo.

- Es un caballero pero... -

- pero que! Dime! -

- Esta casado y tiene dos hijos - soltó el peliceleste.

La cara de emoción que tenía su amogo de pronto abandonó su rostro.

- oh no... -

- si, es muy complicado. Él dijo que piensa pedirle el divorcio y también que sólo lo hacía por sus hijos, estoy seguro que sólo es cuestión de tiempo para sólo me tenga a mi -

La ingenuidad debería ser un delito, tal vez así hubiera evitado muchas desgracias.

La hora del receso había terminado y el pequeño peliceleste se encontraba muy emocionado, ya faltaba poco para ver a su ahora novio.

- adelantate, debo ir al sanitario - Le dijo a su amigo.

Cuando habia terminado y utilizaba el lavamanos, alguien más había entrado.

- Hola kuroko -

Un pelirrojo bastante conocido para kuroko se había apoyado en la puerta bloqueando la salida.

- Kagami kun? Que haces aquí? -
Dijo algo serio.

- sólo quería saludarte, siempre andas evitandome y eso me hiere -

- Porfavor déjame salir, llegaremos tarde a clase -

- Sólo escuchame por un segundo - insistió - hoy te vi llegar con un extraño a la escuela y también vi que te forzó de alguna forma -

Este comentario asustó al más bajo, creía que nadie más vio aquella escena, después de todo los vidrios polarizados del auto de Aomine evitaban la vista al exterior.

Kuroko lo tomo de la camisa y le miro de forma suplicante. Nadie debía enterarse de su relación con Aomine o habría serias consecuencias.

- Kagami kun por favor no digas nada, eso metería en problemas a Aomine san, se que te causo problemas pero porfavor te lo suplico - dijo desesperado.

Era cierto que su relación con Aomine era peligrosa pero aún así él quería estar a lado del mayor, quería vivir la hermosa historia de amor que sus abuelos vivieron.

- Kuroko yo... - "te amo" - yo...esta bien, no diré nada pero dime, que clase de relación tienes con ese tipo -

Kuroko deshizo el agarre y se alejó unos pasos, estaba algo avergonzado pero aliviado al mismo tiempo.

- Él es...el es mi pareja y creo que lo amo-

La sonrisa de kuroko era sincera y Kagami sólo podía ser condescendiente
Era verdad que odiaba a ese tipo pero su amor por Kuroko era más fuerte y mientras fuera feliz, pues él también sería feliz.

- Kuroko quiero que sepas que te apoyo pero el no me parece confiable y creo que sólo está jugando contigo -

Ups!

Era cierto que Kuroko apreciaba mucho a Kagami, eran buenos amigos pero no permitiría que le dijera eso.

- No permitiré que hables mal de Aomine san sin conocerlo, tu no sabes nada! -

Dicho esto, salió corriendo a toda velocidad mientras pequeñas lágrimas se acumulaban en sus ordes azules.
Instintivamente el pelirrojo corrió hasta alcanzarlo en el patio trasero de la escuela.

- Kuroko lo siento, no debo decir algo tan cruel. Podrías perdonarme? -

El más bajo se volvió hacia el pelirrojo y se abrazo a su pecho. Un poco sorprendido, pero a gusto, lo recibió gustoso rodeandolo con sus brazos.

- Lo siento, no quise herirte -

- Lo se... -

Los pulgares de Kagami limpiaban delicadamente las lágrimas de kuroko pero mientras mas contemplaba su rostro lloroso, las ganas de besarlo se acumulaban más. Tal vez está sería su última oportunidad de tenerlo tan cerca, y así fue como terminó juntando sus labios con los de kuroko, el tierno beso no duró más de dos segundos pero cuando abrió los ojos se encontró con una escena incómoda.

Kuroko no se movía, estaba paralizado. No sabía como actuar, pero Kagami era otra historia, él jamás se arrepentiria de tomar la siguiente decisión.

- Kuroko no lamento haberte besado y jamás lo haré - dijo serio - y retiro lo que dije antes, ese idiota no te merece y si no quieres que vaya con la policía debes terminar con él y salir conmigo. No pienso dejarte ir -

Dicho aquello dejo al pequeño sólo con aquellas palabras.



Si les gustó déjenme una estrellita y si no un comentario, no importa si es un insulto jajaja ok no.

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