Mutualismo

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Desperté, quién sabe cuánto tiempo había pasado. Me levanté algo débil y mi mente daba vueltas, supongo que por el hambre. El frío ya no hacía parte de mi cuerpo, y me sentía a gusto en la habitación. Casi como si nada hubiera pasado.

De golpe, recordé todo lo sucedido recientemente. El naufragio, la despedida del primer oficial, el extraño encuentro con Calvin. Calvin... ¿Quién era? ¿Por qué me salvó?

- ¿Ya has descansado lo suficiente? - Se apareció, casi como si lo hubiese invocado.

- Eso creo - Mi voz aún sonaba arrastrada, pero al menos ya podía vocalizar. 

- Te he traído algo de comida, y una jarra con agua. Podemos conversar mientras comes, si así lo deseas. - Dejó en la mesita de noche un plato lleno de vegetales cocidos y la jarra que había mencionado. Jamás había deseado con tantas ansias un plato de comida. 

Ignoré el sabor de los vegetales, que por cierto no se me hacían conocidos. Comí como si no lo hubiese hecho en una semana, y me tomé rápidamente el agua. 

- ¿Cuánto tiempo llevo dormido?

- No querrás saberlo chico. Ha sido lo suficiente, y eso es lo que importa.

- ¿No ha sido más de un día, o sí? 

- ¿Seguro que deseas saberlo?

- Sí.

- Una semana completa, desde que te recogí. Más de una vez abriste los ojos, pero no recuperabas consciencia. Creí que morirías en más de una ocasión. De hecho hubo una noche que llegaste a convulsionar. De resto la pasaste bien, no entiendo cómo sobreviviste, con lo poco que pude ayudarte. A veces tomabas agua.

No sé qué mas dijo. Mi cerebro se quedó en el "Una semana". ¿Es posible para un ser humano dormir tanto? 

Quizás simplemente no recuerdo estar despierto antes, como dice él. 

- ¿Una semana? ¿En serio? 

- No estaría mintiéndote, ¿De qué me serviría hacerlo? 

- Wow, una semana...

- Regresa conmigo, ¡muchacho!. - Chasqueó los dedos frente a mis ojos. 

- Es que... ¡Es una semana! 

- ¡Suficiente! - Mi mente se alteró por un segundo y luego asimiló.

- Lo siento mucho.  Creo que he sido un peso para usted durante esta semana. Le debo mi vida, y quién sabe cuánto más.

- No me agradezca, vida es vida, y si está en peligro debo ayudar.

- Es un pensamiento muy noble. En todo caso mi vida le pertenece de una u otra forma, por asi decirlo. Por cierto, ¿Dónde estamos? 

- ¿No cree que es demasiado imprudente de su parte el estar curioseando tanto sin siquiera anunciar quién es o de dónde viene? 

- Tiene razón señor. - Me erguí en posición de saludo - Capitán Ricardo Acosta. Me llaman Rick. - Me mareé y tuve que volver al camastro.

- ¿Y dónde está su embarcación, Capitán? 

Mi mente se diluyó en aguados recuerdos por un segundo. Al parecer Calvin lo notó.

- Ya, ya. Ya sé lo que pasó Rick, y lo siento mucho. No tiene que contarme más. Considérese mi invitado hasta que desee partir. 

- No hay problema. Le agradezco su cortesía.

- ¿Aún quiere saber dónde estamos? 

- Por supuesto, necesito saber coordenadas. Además de que realmente no entiendo dónde estamos, pues no hay ventanas, ni mucho menos algún indicio que me pueda mostrar en qué tipo de... transporte nos movemos.

El BallenistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora