Un estruendo me despertó de la nada. Todo el "Submarino" se estremeció y por un momento perdí el equilibrio.
Cierto, es una ballena, no un submarino. Y yo estaba dentro de Ella. Sigo sin adaptarme a la idea.
- ¡Muchacho, sostente fuerte! -
Escuché un grito a través de la puerta del cuarto que me albergaba.
- ¿Qué sucede?
- ¡Calamar!
- ¿Qué? -
La conversación se vio interrumpida por otra sacudida. trastabillé y fui arrastrado por la inercia hasta la puerta. Todo volvió a una sorda calma. Calvin abrió la puerta y me haló hacia afuera de la habitación.
- Muchacho, ¡Ven a ayudarme! Necesitamos tranquilizar a Valur y ayudarla.
- ¿Y cómo se supone que haré eso? - Me sentía un poco mejor, pero la debilidad seguía allí.
- Solo sígueme -
Caminamos por un corto pasillo y luego de pasar 2 puertas entramos, a través de una escotilla vertical, a un cuarto de máquinas. Había un par de pantallas en blanco y negro, un radar, y un osciloscopio. Calvin se sentó frente a la consola y se amarró a la silla.
- Muchacho, yo interpretaré de dónde viene el Calamar. Mientras tanto, te guiaré a través de Valur, para que llegues a donde está una de sus aletas laterales.
- ¿Y qué se supone que haga?
- Seguir mis instrucciones. De momento baja al corredor y sigue hasta el fondo del pasillo. Toma una linterna, y un casco, los encontrarás allí, junto a la última puerta. Póntelos y asegúrate de presurizar bien.
- ¿Qué?
- Entrarás en Valur.
- ¡¿QUÉ?!
- Rápido muchacho, ¡No tenemos todo el tiempo del mundo! -
Otro estruendo atravesó el salón, nos aferramos a lo que pudimos. Calvin tenía ventaja, pues ya estaba atado a su silla.
- ¿Me repite por qué tengo que hacerlo?
- Es eso, o ahogarte a mil metros bajo el mar, dentro de una ballena que te salvó la vida cuando estuviste por morir en medio de una tormenta. -
El viejo tenía el punto. Ellos me salvaron, de alguna forma era lo que debía hacer.
- Hecho. Guíeme por favor.
- Bien. En cuanto salgas a las paredes de la ballena, te diré cómo moverte. Confía en mí, escucharás mi voz.-
Obedecí. Salí del cuarto de la consola y bajé las escaleras. Llegué al final del pasillo y hallé la linterna y el casco con un traje que Calvin no había mencionado. Tenían algo de polvo. Me los puse, y presioné el botón para presurizar, o lo que creí que era dicho botón.
- ¡Chico, tienes que presurizar tú mismo!
- ¿Qué? - La voz me tomó por sorpresa, pues no sabía que Calvin tenía comunicación a toda la máquina.
- Usa la válvula para presurizar el aire. Procura hacerlo bien, o la presión al interior de Valur te lastimará. -
Tomé la válvula y la enganché a un tubo de oxígeno que había en la pared. Cerré la cabina, y despresuricé. Abrí la pesada compuerta, y atravesé el umbral donde encajaban la carne y el metal: Estaba en ella. Estaba dentro de la criatura directamente. Nunca en mis más dementes sueños me habría imaginado dentro de una enorme ballena.
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El Ballenista
Science-Fiction- ¿Entonces su trabajo es guiarlas? - No, mi trabajo es dejar que ellas me guíen a a través de aquellas partes del océano que nadie ha visto. Yo solo retribuyo el favor.