4.

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—Joder—dijimos los dos.
Me había dado la sensación de que había sido muy rápido todo, pero a la vez muy intenso.

—Tenemos que coger práctica—dije mientras le acariciaba el pecho.

—¿Muy rápido todo?—preguntó Candy observándome.

—También muy intenso, pero sé que podemos ver las estrellas mejor.

Candy me besó todo el pecho y luego levantó la mano.

—¿cuando nos volvemos a ver?—pregunté.

—Después del trabajo—dijo muy seguro de sí mismo.

—Tan pronto quieres repetir.
Fui bajando mi mano por mi vientre y el la siguió mientras su mirada se iba a dilatando y su respiración cortando.

Me apreté en mi punto favorito de mi sexo y suspiré. Empecé a hacer círculos y a arquearme gimiendo, froté más fuerte y estuve excitando a Candy hasta que me corrí delante de él.

Cuando abrí los ojos su mirada estaba clavada en mí, me mirada deseoso y su polla estaba dura y erecta.
Tumbé a Candy en la cama y me puse encima a de él a tentarle mientras masageaba mis pechos.

Luego Candy quitó mis manos y posicionó las suyas, me los apretó y los fue amasando.
Yo me introduje en él y fui clavando su polla hasta mi interior haciendo presión con mis músculos vaginales para que fuese más intenso.
Yo estaba en el paraíso mientras salía y entraba de mi, tocaba mis senos y escuchaba sus gemidos.

De repente Candy paró de tocar mis pechos y yo me quejé porque iba a llegar al clímax.

—Espera preciosa. Me tumbó en la cama y me volvió a penetrar, esta vez más fuerte que antes, sentía que estaba totalmente llena, sentía el placer por todas partes. Candy se corrió y luego le seguí yo.

—Claro que te quiero ver después del trabajo, y todos los días.
Se levantó de la cama y se metió en el baño. Yo me quedé tumbada en la cama toda despeinada y relajada, el mejor polvo de toda mi puta vida.

—Josephine, nada de tratos especiales en el trabajo, mi secretaria no puede llegar tarde. Vamos a ducharnos.
Me levanté de la cama sonriendo y con las piernas temblando por la intensidad. Candy sonrió ligeramente me dejo y beso en el hombro mientras sacaba una toalla para mi.
Nos metimos los dos en la ducha y dado que no había ningún pudor mientras nos limpiábamos el sudor y los flujos de nuestras relaciones estuvimos hablando.

—No hemos usado proteccion- me dijo.

—Espero que no tengas enfermedades—le dije.

—Me reviso mucho, no estás limpia, ¿y tú?—negué con la cabeza.

—No te preocupes por un embarazo no deseado, tomo la píldora—me quitó espuma de la barbilla y me besó.

—Eres la única amante que quiero tener.

—Por Dios Candy, solo es nuestros primer día de amantes y ya quieres algo exclusivo.

—Es que nadie lo puede hacer mejor.

Me agarró del culo y lo apretó mientras me chupaba el lóbulo, luego cerro la ducha y salió para secarse. Nos vestimos y cada uno fue al trabajo por su cuenta.

JosephineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora