Mientras subía al piso de Candy me excité de solo pensar en él.
Llamé a su puerta y agradecí que Candy estuviese en casa, temía que se hubiese quedado hasta tarde en el trabajo.
—Dios mío, eres increíblemente sexy Josephine—dijo Candy maravillado al verme.
Le sonreí y me invitó a entrar. Miró complacido a la bolsa que llevaba. Cuando cerró la puerta me arrinconó contra la pared y me besó mordiéndome el labio y haciéndome soltar un gemido de sorpresa.
—¿Está excitada señorita Pierce?—preguntó Candy clavando su dureza contra mi vientre. Solté otro gemido.
—Si es con usted siempre señor Cambell—le sonreí traviesa besándole.
—Me gusta esto—ronroneó Candy mirándome intensamente.
Me cogió por los muslos y me subió para que enroscase mis piernas al rededor de su cintura. Su erección se clavó en mi zona íntima.
Candy empezó a moverse contra mi refregando su cuerpo contra el mio. Mi espalda estaba apoyada contra la puerta y a cada movimiento de caderas que él simulaba mi espalda chocaba. Empecé a gemir en voz baja por la fricción de nuestros cuerpos.
—Candy—dije entre jadeos—he pensado que tal vez hoy podríamos probar juntos otras cosas.
Candy paró con sus movimientos y me miró con los ojos brillantes y las pupilas dilatadas.
—No dejas de sorprenderme Josephine—dijo acariciandome el pelo. Me dio un beso delicado en los labios y me bajó al suelo pero no quitó su agarre de mi cintura.
Mientras me besaba fuimos andando hacia su cuarto. Nos tiramos los dos en la cama. Candy se puso encima de mi y empezó a besarme el cuello. Empezó a bajar sus besos hacia mi escote y luego, mientras descendía sus besos por mi obligo tapado por el vestido muy ajustado.
Me hizo doblar las rodillas dejándole mi intimidad vulnerable solo protegida por mi ropa interior.
Bajó mis bragas hasta sacarlas y tirarlas por el suelo de la la habitación. Entonces empezó besarme ahí y a succionar lentamente. Luego empezó a penetrarme con la lengua mientras empezaba a hacer movimientos con su lengua más rápidos y placenteros.Empecé a gemir rápidamente, mis manos buscaron las suyas y las llevaron hasta mis pechos. Él empezó a amasarme y a agarrar mis pechos con los pezones duros por la excitación. Candy pegó su boca más a mi entrada e introdujo dos dedos en mi interior los cuales los empezó a mover rápido en mi interior.
Empecé a notar el orgasmo acumularse en mi interior.
—Ah Candy, Candy, Candy—empecé a gemir alto sin control. La sensación de orgasmo se fue incrementando.
—Me vengo ah, Candy—gemí más fuerte—me vengo.
Candy aumentó la velocidad de sus movimientos y finalmente estallé gimiendo de puro placer. Candy chupó todo el área que había quedado con mis fluidos mientras me miraba con los ojos penetrantes.
Me daban placer simplemente sus caricias.—¿Qué quieres probar gatita?—preguntó Candy.
—Muchas cosas—respondí acercándome a él. Me temblaban las piernas del reciente orgasmo, él lo notó y sonrió con satisfacción.
—Menos mal que es Viernes, deberías quedarte todo el fin de semana.
—¿Todo? Solo he traído ropa para mañana.
—No necesitarás ropa Josephine. Quédate este finde conmigo—me besó.
—Está bien, pero deberíamos cenar. Si no no voy a tener fuerzas.
Candy se rió y asintió. Fuimos al salón y pidió una pizza grande para los dos.
Mientras esperábamos Candy estuvo organizando la mesa del salón llena de papeles.
Candy tenía el pelo marrón a juego con sus ojos. Tenía pequeñas ondulaciones en el pelo dándole un toque muy atractivo. Su barba solía ser de dos o tres días aunque los lunes siempre se afeitaba.
Su cuerpo era simplemente perfecto.Luego llegó la pizza y Candy y yo cenamos hablando de nuestras pasiones. Candy era muy interesante. Hablar con él parecía muy sencillo. Me soltaba comentarios alagadores y le gustaba mucho insinuar las noches de pasiones que íbamos a pasar. De solo pensarlo me temblaban las piernas.
—Quiero hacerte también a ti cosas Candy—dije en un momento de la conversación—también quiero que llegues a un orgasmo causado por mo boca. Y quiero que probemos todas las posiciones, incluido por detrás. Quiero hacer de todo contigo Candy.
Él me miraba sonriente desde su sitio.
—Pensaba que justo eso no querías, no te sientas obligada por devolverme el favor. Me encanta saborearte.
Sonreí ruborizada.
—No lo hago por eso, con otros hombres nunca me había atraído la idea, pero contigo me siento muy a gusto, quiero hacerlo contigo Candy.
Candy sonrió alagado y me fue a besar.
—Pues entonces lo haremos, pero poco a poco—dijo Candy.
Yo le besé y terminamos la pizza. Yo pensé en cambiarme y ponerme el body.
Mientras él recogía la comida fui al baño y me desnudé. Me puse el body y luego salí a recibirle.Él estaba sentado en el sofá, cuando me vio acercarse se quedó con la boca abierta y las pupilas dilatadas.
El body era todo negro, de una tela muy transparente que dejaba ver mis pezones fruncidos y por detrás dejaba ver mi culo perfecto.
Me senté abriendo las piernas sobre Candy. Él me miro asombrado.
—Me encantas de todas las formas—me dijo.
—Te lo voy a hacer muy salvaje ahora mismo aquí mismo y luego te llevaré a la cama y entonces tú me lo harás salvajemente.
Candy me miró alucinado y noté enseguida como su miembro se puso trem duro enseguida. Se clavó contra mi intimidad.
—Hazme el amor salvajemente Josephine—me suplicó Candy. Me sentí poderosa, no solo por decir que hacíamos el amor sino por el poder que tenía sobre él ahora mismo.
Entonces empecé a desabrocharle los botones de su camisa mientras le besaba todo su abdomen. Luego bajé hasta su pelvis y me bajé de su regazo para poder bajarle los pantalones.
Candy resoplaba de placer. Le quité sus pantalones y bajé también su bóxer. Entonces, en un arrebato de poder me metí su erección en la boca.
Empecé a sacarla y a meterla y me dejé guiar por los gemidos que Candy estaba soltando. Cada vez eran más fuerte y audibles. Luego empecé a chupar y a hacer movimientos con mi lengua en su miembro. Candy se corrió con un gran gemido y sin dejarle paso a recuperarse me puse encima de él.
—Ha estado genial, tenemos que repetirlo—dijo Candy antes ponerse otra vez a gemir.
Empe a moverme rápidamente encima de él, daba saltos sobre su polla, hacía círculos y lo cabalgaba fuerte. Eché mi cabeza hacia atrás mientras yo también soltaba gemidos muy audibles y me dejaba llevar por toda la pasión.Candy se corrió dentro de mi y yo al notarlo también me corrí gritando su nombre.
Candy, con su miembro todavía dentro de mi me llevó hasta su habitación. Me tumbó en la cama y empezó a salir y a entrar frenéticamente.
Sus embestidas me hacían ver borroso. No podía controlar mis gemidos. Candy iba muy rápido. Le empecé a gritar su nombre mientras él gemía y gruñía contra mi cuello.Sin yo quererlo empecé a arañarle la espalda al llevarme por sus embestidas.
—Ah, Candy, Ah, ah ah—gemía
descontroladamente.—Vente conmigo Josephine, ah, venga, ah—me decía Candy al oído.
Estaba reteniendo el orgasmo hasta que los dos dos llegamos a la vez en una oleada de placer que me llegó por todo el cuerpo causando espasmos en mis piernas. No me podía mover.—Ah, Dios mío, ha sido increíble—dije jadeando.
Candy salió de mi interior y se tumbó a mi lado rodeándome con su brazo.
—Este va a ser el mejor fin de semana—dijo Candy.