El fuego interior

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No apagues ese fuego. Ese que nadie conoce, ese que forma una extensión de tu totalidad. Ese que está dispuesto a arder para consumir cualquier infortunio.

De apagarse, solo la fuerza inhumana de la voluntad podrá volver a encenderlo. Pero no lleguemos a eso, no lleguemos a la extinción de esta llama.

No caigamos en ese pozo de humeda satisfacción. Lleno de hongos de tristeza y moho de cobardía. Lleno de esperanzas rotas y sueños vencidos. Con un arroyo muy particular surcando la mitad de la caverna, el arroyo del dolor, que seguirá creciendo hasta convertirse en río y llenar el pozo hasta que te ahogues en una agonía  tan profunda cómo el mismo mar. Vasto en su grandeza. Salvaje, sublime y peligroso.

No apagues ese fuego. O nunca sabrás de lo que eres capaz, no conoceras los límites de tu inciendiaria pasión. De tu fogoso talento y de tu ardiente convicción.

Quememos juntos este bosque de miedo, disfrazado con los fantasmas de tu niñez, con los recuerdos de tus decepciones. Hay criaturas malignas en ese bosque esperando para mutilarte. Criaturas horribles y oscuras que representan los miedos que te instauraron en tu infancia.

Cuando las voces grandes te gritaban que tenías un límite y que no deberías extender tu fuego porque tu llama apenas encendía un fósforo.

No tenían idea del inmenso incendio forestal del que eres capaz.

No apagues ese fuego. No lo apagues nunca.

No Tengo MiedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora