Capítulo 1~

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*Narrador Omnisciente*

Sam echó un vistazo a aquel viejo album. Había cambiado mucho en torno a estos últimos años. Su cara era más fina y sus ojos azulados, más oscuros. Se podía observar como había crecido y eso le malhumoraba. Daría lo que fuese por volver a los 12 años, cuando aún era feliz e incluso cuando aún su madre no amanecía con hematomas. Cuando no le despertaban sus gritos y aunque hizo todo lo posible para remediarlo, lo único que consiguió fue que su odio recayera sobre ella. Ahora, a sus 17 años de edad, vivía con su madre, la cual la culpaba por su ruptura con su ahora ex-marido y no perdía ninguna oportunidad de devolvérsela.


*Narra Sam*

Después de horas mirando ese álbum descubrí que sí que era cierto que había cambiado y no solo físicamente, sino que tal vez psicológicamente también, pero creedme, no para bien. Decidí arreglarme, ya que iría al instituto a la hora del descanso (y ya llegaba tarde), todo por no verle la cara a mis queridos profesores de Matemáticas y Sociales. Sinceramente, solo asistiría a 3 clases por lo que cogí lo primero que vi en el armario, trencé mi larga melena lila y me dispuse a salir.


*Narrador Omnisciente*

En ese mismo momento Hayley se encontraba tumbada boca arriba en su cama con Do or die de 30 Seconds to Mars, escuchando atentamente cada frase que, a su parecer, Jared le cantaba a los oídos. 

"In the middle of the night, when the angels scream, when the angels screams,

I don't wanna live a lie, that I believe, it's time to do or die"

Sonrió al escuchar la primera estrofa que su grupo favorito le había concedido, cada vez que la escuchaba sus ojos verdes brillaban. Se levantó de la camas perezosamente con los cascos todavía puestos. 

"I will never forget the moment, the moment"

Se acercó al espejo que tenía a un lado de la ventana, aún sonriendo. Hacía poco que se tiñó el pelo de rojo y sinceramente le gustaba mucho la combinación que hacía con su palida piel. Era nueva en Los Ángeles ya que tuvo problemas en su antigua ciudad, Nueva York. Ahora probaría suerte en otro instituto, al que no estaba muy entusiasmada por llegar. Se colgó su antigua y estropeada maleta en un hombro y se dispuso a salir. Llegaría tarde, como siempre.


*Narra Sam*

Una vez en el instituto rellené miles de documentos para explicar por qué había llegado a esa hora y cuando acabó el descanso conseguí entrar (aquello más que un instituto parecía una prisión). Miré mi horario, que todavía no me había aprendido a pesar de que estuvieramos en Abril, vi que tenía Tecnología y decidí entrar. Llevaba todo un mes saltándome esa clase simplemente porque me daba pereza y no creía que el profesor se fuera a alegrar mucho de verme, es más, era un maestro que me tenía mucha tirria (para variar) y el simple hecho de que yo estuviera en su clase ya le ponía de los nervios. Decidí moverme sigilosamente y recé por conseguir un pupitre lo más alejado de su mesa, aunque, como no, llegaba tarde y la suerte tampoco estuvo nunca de mi parte. Conseguí sentarme en una de las filas de en medio de la larga clase y en ese momento el profesor entró. Se llamaba Jesús, de unos cuarenta años. Tenía una peculiar forma de hablar y andar, tan tranquila y pausadamente que hacía que quisiera tirarme por la ventana más cercana. Muchos alumnos decían que era un pedófilo, quizás para molestar, o quizás porque cuando se le presentaba la ocasión, miraba sin ningún reparo el trasero de algunas de sus alumnas.

Cuando Jesús entró y percibió mi presencia simplemente me fulminó con la mirada y comenzó su clase, pero, justo cuando comenzó a pasar lista, la puerta se abrió con un sonoro golpe.


En multimedia el pelo de Sam.

City of Angels (Magcon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora