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A ti te estaba buscando, rubia

Piper estuvo a punto de salir corriendo pero la voz gruesa que siempre le ponía los nervios de punta, esa vez no era la excepción, la hizo quedar inmóvil a mitad de camino.

¿Cómo era que la pelinegra la estaba buscando a ella? y en todo caso..¿para qué?..

Solo podía significar una cosa, que la había reconocido como la más reciente empleada suspendida y estaba en serios problemas, no podía existir otro motivo. Cerró los ojos y respiró profundo tratando de tranquilizarse antes de recibir el golpe que ella creía estaba por venir, pero nunca llegó nada.

La mezcla de nervios y de confusión, sumado a los mil escenarios creados en su mente de como la cosa podía ir, la hicieron ignorar completamente que la mano de la pelinegra sosteniendo su propio brazo la estaba quemando. No había sentido algo así en su vida, era algo parecido a un choque de electricidad, que se esparcia por su cuerpo encendiendo cada célula, cada nervio, algo que nunca antes había experimentado con nadie y que la asustaba bastante, quizás por el hecho de que la persona que lo provocaba era ni más ni menos que la pelinegra. Cuando cayó en la cuenta de toda esa sensación extraña que Alex le provocaba, se tuvo que soltar bruscamente del agarre, sin tener el coraje de mirarla a los ojos, permaneció dándole la espalda.

Por otro lado, en la mente de Alex surgían mil preguntas a la vez, pero la más importante era.. ¿Qué se suponía que debía hacer?...

La idea principal había sido encontrarla para concerla y poder seguir con la vida de comprometida que llevaba hasta el momento, que ademas pretendía mantener, y lo había logrado ya que tenía a la rubia a escasos centímetros, sosteniendola del brazo para que no se alejara más de lo que ya estaba y a la vez sintiendo que le ardía todo el cuerpo con ese pequeño contacto.

Era tan extraño, definitivamente nunca se había sentido atraída de esa manera tan particular hacia alguien. Siempre pasaba por lo físico, el sexo de una noche y si te he visto antes..no me acuerdo, pero parecía que con la rubia todo sería distinto. Alex solamente con haber estado cerca de ella por unos minutos, sin haberle oído la voz o siquiera saber su nombre ya quería conocerla de todas las maneras posibles.

De pronto se preguntaba lo que sería despertar a su lado en las mañanas y se quería golpear en el rostro por que era absurdo, no conocía nada sobre ella y ya se imaginaba durmiendo en la misma cama, como si fuera algo que ya hubieran hecho en otra oportunidad, como si fueran viejas conocidas.

A pesar de toda esa sensación abrumadora que ella sentía, en el fondo algo le decía que no era correspondida, que la mujer no quería saber nada con ella, y eso le hacía sentir un vacío en el estómago.

Eran contadas con los dedos de una mano las veces que alguien al que ella encaraba se negara a recibir atenciones de su parte, le había pasado si, pero muy poco, y que la rubia en cuestión, que con prácticamente nada, provocaba cosas en ella no pudiera llegar a estar interesada, le daba una sensación de vacío.

El estado de trance en el que se encontraba Alex se terminó ni bien el brazo de Piper se soltó de su agarre y la rubia se alejó unos pasos más de ella. Todavía no la había escuchado emitir sonido, y lo necesitaba a como diera lugar.

-Espera, por favor- dijo adelantandose rápidamente hasta quedar a su lado. Piper se tenso al sentirla cerca pero siguió caminando, aunque no por mucho porque nuevamente Alex no se aguantó y la tomó del brazo nuevamente para frenarla y quedar frente a frente.

Allí estaba esa electricidad una vez más

-Solo quería hablar contigo, pedirte disculpas por..- era la primera vez que la pelinegra usaba un tono dulce con alguien mas que no fuera Sasha o la misma Nicky, y qué decir del pedido de disculpas, no pasó desapercibido para Piper que no pudo evitar mirarla con los ojos abiertos de par en par.

La dama de hierro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora