XIX: La despedida

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•Luego de la muerte de Terry...

— Señorita Stubberud... —Habló Él hombre moreno desde su escritorio.

— ¿Para qué me ha mandado a llamar, señor? —La chica miraba hacia el frente todo el tiempo, además de estar tratar de no reír por la cara seria que tenía Pentecost.

— Tengo que reportarme algo... Respecto al Enforcer Phoenix —Guardó silencio y prosiguió sin mirarla— Presentó unos problemas en su reparación. El único depósito de cápsula que se pudo reparar correctamente fue el del lado derecho. Voy a darle a elegir antes de la misión... ¿Prefiere utilizar el Hyperion Nova o no utilizar la cápsula?

— Y-Yo... —No siguió. No sabía qué elegir, sabía que era una importante decisión. Pero ella no deseaba usar otro Jaeger, el Enforcer se había vuelto importante para ella y así recordar a Terry. Para Nick, usar el Enforcer, Le hacía sentir que él aún estaba ahí.

— Si fuera usted, elegiría usar el Hyperion Nova. No es muy agradable para los demás tener que ver la muerte de sus compañeros —Comentó el mariscal y se levantó para pasearse por la sala esperando respuesta.

— Señor... Yo elegiré usar el Enforcer. Asumo toda la responsabilidad, pero no le diga a nadie sobre mi decisión, mariscal —Respondió la muchacha Stubberud para después mirar al hombre.

— Muy bien... Si cambias de opinión, házmelo saber. —Finalizó el tema y abrió la puerta— Puedes retirarte, Stubberud.

— Muchas gracias, señor —La joven salió de allí a paso firme pero con la mirada perdida en el suelo.

‹…›

Nick se dirigía a buscar a Sirius, pues Herc ya había ido por el bulldog Max. Iba a paso tranquilo, no tenía mucha prisa, aún la cena no estaba lista y tenía suficiente para caminar

La puerta de la habitación donde se encontraba el minino estaba abierta, ésto no le extraño, pues solían entrar y salir los del personal. Lo que sí la perturbó fue chocar con Sophia, que al verla no dudó en salir corriendo muy rápido para perderse entre los pasillos.

— ¿Qué fue eso? —Frunció el ceño y suspiró. Entró y dirigió su vista a la cama donde solía ponerse Sirius, pero ahí no estaba. Su maullido se oía un poco bajo y bastante ansioso, era como si estuviese desesperado y asustado.

Sus patitas se encontraba estiradas y asomadas por debajo de la cama, aquello sí la puso alerta y rápidamente lo sacó de ahí, el minino tenía algo de sangre en la boca y no podía mover las patas traseras, su pequeño rostro denotaba miedo y dolor.

La joven castaña no dudó en cargarlo firme –pero con cuidado de no lastimarlo más– y salir corriendo hacia la enfermería, después se encargaría de la rubia.

Corrió lo más rápido que pudo, de vez en cuando el pequeño gato tosía y su saliva se mezclaba con sangre, preocupando aún más a la chica. No tardó mucho en llegar y pedir ayuda urgente para Sirius, para su buena suerte lo llevaron a una habitación y le hicieron un par de exámenes mientras le daban unos medicamentos e inyecciones para estabilizarlo.

Avisó al personal de la enfermería que iría para resolver algo y volvería después, así que dejó a Sirius en mano de los enfermeros y se fue a buscar a la rubia.

Ella estaba conversando con Herc y Bailey, se veía muy animada. Al llegar la castaña, Sophia le dedicó una inocente sonrisa a la menor, como si no hubiese ocurrido nada de nada— ¿Qué sucede, Nick? Si frunces el ceño te quedará una marca.

Pacific Rim: Alternative (Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora