XVII: Unos días más

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— ¿Crees que ésto es fácil para mí? —Alzó la voz ella, tragó saliva y bajó la mirada— Ya estoy cansada de tí, de ella, de todo. ¡Jamás debí entrar en el programa!

No hablas en serio, ¿Verdad? —Él no tuvo la necesidad de alzar su voz, un paso al frente y logró que la muchacha retrocediera para acabar con la espalda contra la pared.

Estaba acorralada, y sentía miedo de lo que podría hacer el castaño que estaba parado frente a ella.

H-Hablo muy en serio, Chuck. —Bajó la mirada al ver que el rostro del hombre se endurecía. Lo estaba cabreando, pero no podía controlar sus acciones.

Voy a enseñarte a respetarme. Ya que no le hiciste caso a mi padre... Tendré que enseñarte a comportarte, soldado —Llegó hasta la chica y la tomó por las muñecas para colocar las pequeñas manos sobre la cabeza de su copiloto.

Nadie más estaba cerca, y se encontraban en la habitación del mayor.

Las manos fuertes –pero suaves– del ojiazul recorrieron los antebrazos de su compañera luego de suavizar el agarre y recorrer desde sus muñecas, Nick comenzaba a temblar bajo el tacto del hombre. Sus respiraciones chocaban continuamente, cada vez se hacían más pesadas.

No era como si Nick no tuviese mínimo control de su cuerpo, porque tenía un poco, pero le gustaban aquellas caricias. Le gustaba esa mirada lasciva que tenía el hombre, ninguno apartó la mirada hasta que el rostro del australiano se acercó al de la americana y ésta volteó la cara.

Él la intimidaba, y eso no le molestaba, le provocaba algo. Ese algo producía que su cuerpo temblase gustoso ante la cercanía del hombre.

Pareció que el mayor se molestó por aquella reacción. Y sí, él entendió que la chica no quería ya nada con él, así que la soltó. Las piernas de Nick perdieron fuerza ante el nerviosismo que su cuerpo tenía y casi cayó al suelo, se apegó al cuerpo de Chuck para aferrarse a él y sostenerse.

No podía estar torturando así, a él le dolía. Y no sólo a él, a lo que estaba dentro de sus pantalones también. Ella lo sabía, había notado hace un rato esa extraña silueta que resaltaba en donde estaba la cremallera del pantalón verdoso que traía su compañero. Tanto ella como él deseaban sentir sus cuerpos cerca, sentir caricias y escuchar la respiración del otro.

L-Lo siento, señor... —Respondió la menor, dándole a entender con la última palabra que también quería formar parte de ese pequeño juego que él inicio— Es sólo que me duele ser solamente una soldado para usted.

Eres más que eso... ¿Cuándo entenderás que la piloto Parnell es del pasado? —Las manos del hombre ahora se encontraban en su cintura, la sujetaban firme pero con cuidado de no lastimarla— Te recuerdo que eres tú la que no me permite acercarme más allá de los abrazos, ni siquiera me permites tomar tu mano.

¿Quieres sólo tomarme la mano? —Aquello lo dijo con malas intenciones. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Chuck y no esperó más para lanzarla a la cama, la chica cayó en el colchón con una mirada llena de preocupación.

¿Qué iba a pasar?

El australiano simplemente abrió una cajonera y sacó unas esposas. ¿De dónde rayos las sacó? No importaba, ella de todos modos estaba muy a gusto con eso.

Nick obedientemente puso las manos sobre la cabeza y permitió que el mayor la esposara a la cama, se tensó al sentir las yemas de los dedos de Chuck recorriendo sus brazos hasta llegar a su cintura.

Pacific Rim: Alternative (Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora