PARTE UNO

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PoV Lay

El hombre detrás de mi jadeaba como un puerco siendo degollado, disfrutando de mi estrecha entrada y el movimiento experto de mis caderas.

Mi voz emitía todo lo que no sentía, pero es necesario, lo haría terminar rápido y yo podría irme antes para poder comer. Era mi cuarto cliente del día, parecía que todos se hubieran puesto de acuerdo para querer verme hoy.

Al cliente hay que cuidarlo.

Mis rodillas temblaban ante el peso y mis manos sufrían por las embestidas. Sus manos apretaban mis caderas para hundirse más en mi, mientras sentía como ese diminuto pene daba a pocas luces en el centro del placer. Apreté mi ano para hacerlo terminar, me urgía quitármelo de encima, estaba sudado y quería cambiar de posición.

Su asquerosa y fina barba rosaba en mi cuello, dándome cosquillas y picor.

Soy gay, por supuesto y también pertenezco a una red de prostitución para altos cargos en la política, no servimos a nuevos ricos ni millonarios, sólo gente con el poder suficiente para mantener el anonimato del Internado al que pertenezco.

Uno más en el mundo, nada nuevo. Somos chicos guapos y educados acostándose con hombres pervertidos llenos de poder. Nadie se sorprendería a no ser por que todos los que estamos aquí fuimos arrancados de nuestras familias para ser amaestrados en ésta antigua y tan explotada profesión.

Al final te acostumbras.

—No pude dejar de pensar en ti toda la semana. ¡¡Ah!! ¡¡Ahhh!! —y con esto, el asqueroso funcionario terminó dentro de mi.

Gemí fuerte junto con él, al cabo que de todos modos mi cuerpo disfrutaba esto.

—Sí quieres que esté contigo deberías comprarme y liberarme —me levanté de inmediato y caminé al enorme baño de la habitación.

—El gran jefe no quiere, ya lo intenté.

—Intentas muy poco, mi compañero Jeff fue entregado a uno de tus colegas de partido, la suma fue exorbitante, pero ahora le pertenece. ¿No te encantaría que cada día te recibiera desnudo y dispuesto, cada noche que llegues de trabajar? —le dije mientras me limpiaba el lubricante del trasero.

Regresé a su lado y me senté en la orilla de la cama mientras trataba de recobrar el aliento.

El hombre me volteó a ver a la vez que se ponía una bata, se acercó a mi y me plantó un beso enterrandome la lengua. Se separó y me miró a los ojos como si de verdad pensara con decisión mis palabras.

—No puedo, prefiero a mi familia. Así estamos bien.

No le dije más, me vestí con cautela, tenía 15 mins antes de que llegara mi chófer, el imbécil de Sehun. Era muy riguroso con los horarios, además de que es mi guardaespaldas y un eterno enamorado de mi.

Terminé de vestirme, me hubiera bañado, pero estaba más hambriento, quería salir de ahí.

—Bien, me largo.

—Estuviste increíble el día de hoy, como siempre. Mañana te pediré, pero hasta la noche. Tengo muchas cosas que hacer antes de volver a la ciudad.

—Perfecto, me pondré el antifaz que me regalaste.

—No puedo esperar hasta mañana.

Me acerqué y le di un buen beso en los labios.

Lo dejé acostado en esa cama que compartía con su esposa para dormir cuando iban de vacaciones a esta isla.

Reí para mis adentros en cuanto salí por la puerta principal.

PASSION FORBIDDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora