PARTE SEIS

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PoV Suho

El hombre que entró era demasiado impactante. Asombrosamente atractivo. Las fotografías del catálogo no le hacían honor a su belleza. Me atreví a acorralarlo para que no escapara. Sus labios estaban tan cerca que el impulso por poseerlos nubló mi juicio. Me dejé llevar y lo besé despacio. La dulzura y suavidad de esa boca me llevaron a lugares desconocidos dentro del pequeño placer que compartíamos.

Sus manos agarraron mi cintura y se hundieron dentro de mi cinturón, su cuerpo estaba pegado al mío intensificando el sentir de nuestros cuerpos. Su lengua hábil se abrió paso por mis labios, no le impedi pasar. Quité mis manos sobre la pared para tocarle el rostro. El aroma que emanaba su piel me hipnotizó, perdí el control. Aceleré el beso, estaba ansioso, me había gustado tanto desde el momento que lo vi entrar, esa cara, ese cuerpo, las piernas, esos labios. No tenía paciencia, quería todo de él.

Sin darme cuenta ya estaba tocando su trasero, masajeandolo. Pegando nuestras entrepiernas mientras que la mía iba tomando forma y la hacía rozar en su cuerpo. Dejé sus labios y seguí hasta su mandíbula delineandola con la lengua. Su cuello fue la última parada que me permití.

—Déjame ir —su voz salió en un gemido.

Regresé a la realidad.

Abrí los ojos y vi su cuello y el rastro de mi saliva en él. Me separé de inmediato, estaba atónito. ¿Qué había pasado? No pude levantar la vista del suelo, vi como sus zapatos cafés salían por la puerta con rapidez. Escuché sus pisadas bajar corriendo las escaleras y perderse en la puerta.

Me esperé un minuto recobrando el sentido y tratando poner fría mi cabeza. Me palpitaba el miembro. Me mordí el labio inferior y el sabor de su piel estaba ahí. Tragué aire, llené mis pulmones lo más que pude y exhalé fuerte. Tenía un extraño cosquilleo en las manos y la cabeza no dejaba de lanzarme señales de lo bien que besaba ese chico. Me tuve que sentar en la cama, miré a mi alrededor y puse mucho empeño en intentar descifrar lo que acababa de pasar, me sentía estúpido y sin pensarlo demasiado, también sentía miedo.

Yo no era gay, era un casanova que iba de cama en cama rompiendo los corazones de muchas chicas que hasta la fecha siguen llamándome para tener más de mi. No me plantee jamás el desear a otro hombre, pero éste había sido una extraña mezcla de deseo y atracción poderosa, había algo en él que me hicieron perder la cabeza. Respiré profundo muchas veces antes de que me volviera un saco de carne lleno de pánico. No sabía que más pensar, tal vez el momento de soledad o desesperación hicieron a mi cuerpo reaccionar así...

Bajé al bar de la piscina y tomé una botella de coñac y todo lo necesario para tener una buena dosis de alcohol.

Regresé a mi habitación y me encerré.

Me tumbé en el piso y comencé a beber. Preparé uno tras otro cada vaso del licor que quemaba mi garganta y ayudaba a olvidar la escena de hace una hora.

¿Qué me había pasado?

¿Qué estaba pasando?

No tardé mucho en emborracharme, porque eso quería. Me quedé tumbado boca arriba viendo el techo de ese enorme cuarto mientras todo a mi alrededor giraba.

"Yo no soy gay". Me repetía. "No lo soy".

Me daba mucho miedo pensarlo y sentirlo, era como si ese hombre hubiera abierto en mi cabeza una puerta dejando salir ese demonio oculto.

"Fue sólo un beso, no exageres".

Era cierto, él me provocó para besarlo.

"De cualquier forma, ese chico no respondió ninguna de tus dudas, te apendejaste".

Como siempre, yo mismo me recriminaba. Debía hacer algo para volver a verlo y obtener las respuestas deseadas, eso me tranquilizaria, además me ayudaría a darme cuenta que lo del beso solo fue una simple y llana distracción de su parte para dejarlo ir.

"Sí, eso era. Seguro".

Me levanté y bebí otro poco más. Miré el reloj de mi teléfono y marcaba las 3 am, entonces se me vino a la mente la excusa perfecta para volver a verlo: si él en verdad era lo que yo sabía que era, no hizo su trabajo y yo pagué por su servicio. El lugar para el que trabajaba, tenía que responder.

"Eres un idiota. ¿Lo sabías?"

Vaya que lo sabía, soy un idiota perdido y solo.

Estaba avergonzado.

¿Tendré el coraje para verlo nuevamente?

Volví a tragar aire pensando en él.


Me quedé dormido escuchando música a un volumen alto mientras cantaba y pensaba, pensaba y pensaba...

Él sol entró con fuerza por la ventana despertandome, me dirigí al baño o terminaría orinando la alfombra de mi mamá.

Me miré en el espejo enorme del guardarropa y unas hermosas ojeras se asomaban en mis ojos. Amaba emborracharme casi como amo bailar o tener una buena conversación con algún filántropo loco.

Un día más comenzaba mientras las ganas de terminar este dolor y dormir por la eternidad en los brazos de mi madre se hacían más persistentes, no me permitiría darme por vencido tan rápido aunque las ganas no me faltan. No tengo a nadie a mi lado, nadie que me ame o se preocupe por mi. Estoy perdido dentro de este mundo caminando por mi propia cuenta.

Y no hay nada peor que poseer todo el dinero posible para vivir sin preocuparse por el mañana y no tener nadie a tu lado para hacerlo. Esperaré cumplir la mayoría de edad para largarme de este país y dejar atrás la miserable e insatisfactoria vida que tengo.

Abrí el ventanal y el aire caliente me relajaron. La brisa que traía el mar era increíble, la sal inundó mis fosas nasales. Regresé dentro de la habitación y tomé el teléfono, marqué nuevamente el número de ese Instituto y esperé hasta que me contestaran.

—Sr. Kim. ¿Lo mismo para este día? Puede llegar a su casa en 1 hora. ¿Está de acuerdo?

Pondría fin a esto. Acorralaria a mi padre hasta reducirlo a nada para poder estar tranquilo, mientras, utilizaría cualquier cosa a mi alcance para destruirlo sin importarme qué o a quién me lleve conmigo al infierno. No pararía, nada me haría desistir de mi cometido. No estoy dispuesto a que nada me perturbe y eso lo incluía a él.

—Me parece perfecto, aquí lo espero.

PASSION FORBIDDENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora