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Era el primero de septiembre de 1995, y Mary estaba esperando a que fueran las once en punto para poder empezar ya su quinto año en Hogwarts.
Su hermana, Penélope, se iba a graduar en ese mismo año, y con suerte, iba a seguir siendo novia del prefecto de la casa de Mary, Percy Weasley.
Esa era una de las diferencias que tenían las hermanas Clearwater; la casa a la que pertenecían. A pesar de que Mary quería ir a Ravenclaw, ( o Hufflepuff, en caso de no ir a su casa predilecta ), el Sombrero Seleccionador la envió directa a Gryffindor.
Otra de las diferencias que tenían Mary y Penélope, era su forma de ser. Penélope, responsable y extrovertida. Mary, callada, seria y graciosa.
Además, Mary sabía que no iba a ser ni la mitad de sobresaliente que era su hermana.
El reloj de su muñeca sonó; las once en punto.
Con una mueca subió al tren, ya que su hermana no paraba de hablar de lo mucho que había extrañado a Percy.
A Mary eso no le interesaba, ya le había quedado claro en las vacaciones de verano. La chica no conocía a su cuñado, pero podía asegurar que ya sabía más de la vida de este que de la suya propia.
Mary, a pesar de ser graciosa, era bastante tímida, ya que con las personas que no conocía, no se abría fácilmente. Y esa era una de las razones por las que solo tenía un amigo, George Weasley.
Parecía broma, casi incluso una mentira. ¿Era amiga de George, pero no de Fred? Así era. Le había cogido manía al gemelo de su amigo el primer día de clases, cuando este, con su típico humor, se burló sanamente de ella.
A Mary eso no le había gustado, ya que esperaba hacer amigos, y lo único que recibió fue esa burla.
George había intentado de todas y cada una de las formas, para que su hermano y su mejor amiga se llevasen bien, o por lo menos, que no tuviesen ganas de lanzar al otro por los aires cada vez que coincidieran. En su tercer curso se rindió.
Mary encontró a los gemelos, aunque solo buscase a uno de ellos, y sin preguntar, abrió la puerta del compartimento de estos.
Se sentó al lado de George, y miró vagamente a Fred. A pesar de la burla, no le guardaba rencor, no mucho.
─ No sabía si estábais aquí ─Mary miró a George después de hacer una pausa— No te vi en la estación.
