01.

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Jinyoung

El libro en mis manos era perfecto para adentrarse a un mundo fantástico y relajado. La pasta dura, oscura y con letras doradas hacía de la primera impresión algo mágica. Las hojas blancas y letras cursivas, caligrafía excelente y relatos impresionantes, deberían transportarme (a como dice la autora) al más mágico de los sueños. Pero todo es “debería”

Porque sí. Debería esconderme tras la portada. Debería centrarme en cada letra. Debería leer e incluso imaginarme el drama de los personajes. Debería recrear o intentar escuchar las conversaciones de la historia. Debería mantener mis ojos en las líneas cursivas. Debería, maldita sea, debería dejar de perderme en los movimientos de Kim Yugyeom.

—¡Este paso es genial, Jinyoung hyung!— no deberías hablarme Maknae. No con esa dulce e inocente voz.

Acaso, ¿no logras ver la clase de deseos turbios que despiertas en mí?

Consigo esconder los ojos tras los lentes, torpemente lo acomodo, y de una vez tocarme el puente de la nariz. —Si.

Tan corto como esa respuesta, así es mi autocontrol. ¿Sabes que pasaría Maknae si te acercaras un poco más?

Te encojes de hombros mientras bufas, lo sé. No era lo que necesitabas saber. Sin embargo, cambiaría acaso el halagarte mucho más. Tendrías el descaro de venir y sentarte sobre mi regazo mientras me retiras el libro y te deshagas de mis lentes para disfrutar de una sesión de besos. Imposible. Creo entender que para esa fantasía tuya, alguien más ocupa tus pensamientos.

¿Quién será?

Acaso es BamBam, tal vez el tailandés tiene mayor ventaja. A pasado a tu lado más tiempo que nosotros como hyungs.

Descarto a Youngjae. ¿Por qué? Pues es simple, él siempre desnuda con la mirada a Jaebum.

¿Qué pasa si me enfoco en Mark?... tonterías, él te presta atención, pero a veces suele ignorarte, no creo que gustes saborear los labios de alguien quien te quiere, pero no te soporta. Exagero tal vez, pero qué más da.

A Jaebum no le interesas. Lo veo en sus ojos, siempre observándote como queriendo esconderte en un costal y abandonarte en una bodega, eres demasiado inquieto Gyeomie. Tan juguetón que sería pecado no sacar provecho de ello.

—Sería un pecado no probarte.

Tus ojos se fijan en mí, confundido. Dejas de moverte y vas por una toalla y una botella de agua. El sudor que recorre tu piel es tan seductor, tus labios amoldándose a la boquilla bebiendo sorbos de a poco. ¿Te has puesto algo hoy? Porque tus labios tienen una apariencia húmeda, brillante y colorida. Un suave tono rosa. Estás apetecible, tan comestible.

—Hyung…— no hables bajo, no batees tus pestañas. Aleja tu cuerpo puro de mis manos. —¿Ocurre algo?— sí, de hecho, tus mejillas están sonrosadas. Es por la práctica, pero mi mente no lo cree así. Presiento que soy yo, el que te hace sonrojar.

—Gyeommie— no soy yo el que habla, es mi alma embriagándose en ti, —Acércate.

Detente. Detente. No vengas, no es tu hyung quien habla, la lujuria me consume, la lujuria te desea. Demonios. La lujuria te quiere para mí.

—¿Estás bien?

Cuando siento el impulso de acomodarte debajo de mí, el libro se cae. Pierdo la página en que estaba y despierto de mi posesión. Parpadeo rápidamente y tú sigues viéndome preocupado. Oh no. Descuida precioso, en esta sala no puede pasar nada más. Si no lo recuerdas, yo tengo una habitación. Una donde nadie podría escuchar tus suaves jadeos, gemidos y la tortura de súplica cuando pidas por más.

—Se me ha caído el libro— no se me ocurre nada, pues tan solo pude ver tus labios moviéndose sin entender una frase siquiera. Tus ojos avellanas me miran atento, estudiándome, intentando traspasar la barrera de mis propios ojos. ¿Quieres respuestas? Entonces llévame a tu cama y gritaras mi nombre.

—Te estás portando tan raro últimamente— tu calor invade mi espacio personal. No me molesta, de hecho, pienso que estás malditamente caliente.

Y quiero aprovecharme y vuelvo a retractarme.

¡Maldita sea! Necesito tu permiso Gyeom. La necesito ya.

—¿Tú crees?

Asientes rápidamente y tus mechones grises, recién teñidos, se mueven suavemente. Eso debería ser un pecado. Todo debería ser pecado. Desde tus prendas holgadas hasta tus tenis negros con rayas blancas. ¿No te das cuenta de lo provocador que eres?

Consigo respirar profundo, intentando calmarme. —Estoy bien— te digo.

Me sonríes y dejas un casto beso sobre mis cabellos negros. Yugyeom, cielo. Si quieres estar caminando bien sin cojear, sin adornar tu rostro con muecas de dolor al sentarte o bailar, entonces mantén alejado esos cariñitos por favor. Debes cuidar esa virginal entrada al paraíso.

Tus piernas largas se mueven por el enorme lugar de la sala de práctica. Yo, curioso, sigo todos esos movimientos. Te acercas a la computadora y tecleas, a ratos frunces el ceño y a los pocos segundos sueltas risillas. ¿Qué es lo que ves ahí? Algo entretenido.

—¿Quieres bailar?— preguntas. ¿Exactamente por qué quieres verme bailar? —Hyung es muy bueno creando coreografías. Podrías incluso crea una nueva, aquí y ahora— debí suponerlo, me admiras por eso, creí que deseabas verme moviendo mi cuerpo para ti.

Gyeom niño, no me enloquezcas.

—Quiero leer— te digo,  mientras busco la página por donde iba, —Baila tú.

Suspiro cansado, rendido de que no logras ver lo que provocas en mí. ¿Acaso eres tan inocente? La gente dice que no, pero y si están equivocados. Y si yo por creerles espero a que me des señales de querer jugar sucio conmigo.

—Necesito señales, bebé— susurro.

Pero de pronto mis huesos se congelan, mi piel arde, mi cerebro se detiene. Oh no, Yugyeom, eso no por favor. No me tortures, no hagas que mi salvajismo te pegue a la pared y te desgarre hasta el punto de hacerte desmayar por el fulgor de mi deseo.

El libro vuelve a caerse. Tú sueltas risillas, te veo acomodar las prendas y sonríes tan inocente, creo que debo decirle a cada persona que se equivoca contigo, tú en verdad no provocas porque quieres, es algo natural de ti, pareces tener un don de seducción tan poderoso.

—Hyung ¿Quieres verme bailar?

Los juegos contigo las termino perdiendo. Entonces me quedo callado, si antes me costaba controlar mis impulsos enfrascándome en una lectura que nunca aprecié. ¿Cómo pretendes que esté tranquilo y sereno cuando te vea directamente con tus movimientos perfectos?

Dime Yugyeom, ¿No ves lo que siento cada vez que te veo? En cualquier circunstancia no importa, todo es una ruleta rusa. A veces juega a mi favor y otras en contra, de eso se trata y eso asusta.

—Sí— digo —Me gustaría ver tu nueva coreografía— hago una pausa y acaricio mi mentón, pensativo —¿Es nueva verdad?

Tu sonríes y me das la espalda —No hyung. Tú ya la conoces.

Nuevamente me paralizo y esta vez temo lo que me pueda pasar. Mi cuerpo puede reaccionar de una manera vergonzosa, y es que FINE empieza a sonar por los parlantes.

En mis ojos solo puedo visualizar esos movimientos donde lentamente, suavemente, seductoramente mueves esas caderas tuyas en el piso. Tan sensual, tan… tan..

Trago en seco cuándo vas al centro de la sala y comienzas con verme a los ojos, luego poco a poco mueves tu cuerpo.

Dios Yugyeom. ¿A qué quieres jugar?




______🌼🌼______

Hola a mis futuros lectores.
(Besos achocolatados en sus mejillas)
😄😄

No pude resistirme a esta idea. Que en realidad no se a donde me llevará. No tengo aún claro del centro exacto de la historia 😅

Ojalá les guste.
Sí es así, pues entonces no duden en dejarme su estrellita o comentario.

JUS2 ¡fuera!

Amor ConfusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora